Inclusive and Sustainable Territories and Landscapes Platform

Alianzas rurales como instrumento de desarrollo territorial en América Latina y el Caribe

:03/05/2016

A partir de la década de los años 2000, muchos países de América Latina y el Caribe se embarcan en la promoción y desarrollo de mecanismos de concertación entre las comunidades rurales, el sector privado y el Estado, para el desarrollo de estrategias productivas, empleo y acceso al mercado. El objetivo básico de esos esfuerzos era aumentar la productividad, la rentabilidad de la producción y la competitividad rural, garantizando al mismo tiempo el uso sostenible de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad de importancia mundial. El modelo de alianzas rurales entre pequeños productores organizados y el sector privado comercial es un instrumento interesante para promover el desarrollo territorial rural, ya que permite construir la capacidad empresarial sostenible en las comunidades rurales pobres y financiar inversiones productivas innovadoras, seleccionadas de acuerdo con criterios objetivos y acordados ex ante entre los distintos actores.  Estos Proyectos de Alianzas Rurales se vienen, desde entonces, ejecutando en muchos países de latinoamericanos apoyados por el Banco Mundial.

Esta colaboración presenta una síntesis de los hallazgos derivados de un estudio de caracterización y análisis de diez Proyectos de Alianzas Rurales (o alianzas productivas) implementados en ocho países de América Latina y el Caribe (Bolivia, Colombia, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Perú), financiados por el Banco Mundial, y sugiere buenas intenciones para que la consecución del modelo de alianza rural promueva cambios efectivos en los territorios rurales. En el anexo 1 se presentan el estado de avance de los Proyectos estudiados, y en el anexo 2, los documentos revisados y analizados, principalmente documentos de proyecto e informaciones compilados durante las misiones realizadas para la preparación de los análisis económicos y financiero ex–post de las inversiones ejecutadas. No se consideran en el estudio, los proyectos en Brasil, porque la mayoría de ellos iniciaron a partir de 2010, y donde el apoyo a alianzas rurales constituye sólo uno componente del Proyecto

I. Modelo de alianza rural

Con el objetivo de crear mejores oportunidades de desarrollo en zonas rurales de bajos ingresos y pobreza, muchos gobiernos latinoamericanos e instituciones privadas pusieron en marcha políticas y programas que solventaran los obstáculos al crecimiento productivo, y facilitara el acceso de los sectores más pobres al mercado y a las cadenas de valor. Los Proyectos de Alianzas Rurales en América Latina y el Caribe apoyan a las comunidades rurales pobres, con poco o ningún acceso a los mercados y sin vínculos establecidos con los agro-procesadores y compradores. El objetivo principal es generar ingresos, crear empleo y promover la cohesión social de las comunidades rurales de una manera económica y ambientalmente sostenible, a través del desarrollo e implementación de un esquema de asociación productiva impulsada por la demanda con el sector privado: alianzas rurales entre organizaciones de pequeños productores rurales y comprador(es).  A través del modelo de alianza rural se:

  • empodera a los productores rurales mediante la formalización y el fortalecimiento de organizaciones de base auto-gestionadas. La asistencia técnica comprenden una amplia gama de temas que van desde el fortalecimiento de la gestión, administración y contabilidad de las organizaciones de productores, su gobernabilidad y cohesión social, hasta asistencia especializada en adopción de nuevas tecnologías,  gestión de la calidad y comercialización, incorporando los aspectos medioambientales.
  • facilita acceso a capital semilla para activos productivos, pequeñas obras o infraestructura, bienes de capital (maquinaria y equipos), insumos y capital de trabajo (semillas, fertilizantes, productos químicos, etc.), otros gastos que facilitara el comienzo del negocio, y asistencia técnica.
  • promueven la sostenibilidad ambiental de las prácticas productivas.
  • fomentan servicios profesionales y técnicos más eficaces, receptivos y responsables a nivel local
  • impulsa el acceso al mercado, conectando a las organizaciones con compradores nacionales e internacionales

El apoyo financiero que reciben las organizaciones de productores para ejecutar sus planes de negocio o subproyectos se realiza mediante subvenciones compartidas entre el gobierno, a través del Proyecto de Alianza Rural, que en la mayoría de los casos financia entre el 70 y 90% de los costos totales del subproyecto, y los beneficiarios, que cofinancian entre el 30 y 10%  (en especie y/o efectivo). La cuantía de la contraparte y el tipo (en metálico o en especie) es un determinante de quien en la comunidad rural puede participar. Las excepciones más notables son los Proyectos de Alianzas Rurales de Colombia y Honduras. En Colombia, el gobierno central financia entre el 40% y 30% de los costos totales del subproyecto, y el resto es financiado por diferentes entidades gubernamentales, los beneficiarios y otras instituciones (el aliado comercial, la cooperación). En Honduras, existe el requisito de que el 30% de los costos totales del subproyecto debe ser financiado a través de un crédito del sector financiero con sus propios fondos.

Los niveles de apoyo financiero varían entre los distintos Proyectos de Alianzas Productivas. La mayoría establecen límites máximos por beneficiario entre 1,800 US$ (en Bolivia) y 3,600 US$ (en Honduras). El techo promedio por organización de productores es de 50,000 US$. Sólo en el caso de tres proyectos (REDI, CONABIO y PRORURAL), los techos por organización son más sustanciales, entre 200,000 - 300,000 US$. ALIADOS es una excepción notable, con un límite máximo de subvención por beneficiario de 600 US$ y un techo por organización entre 10,000 US$ (microempresa), 20,000 US$ (pequeña empresa) y 30,000  US$(mediana empresa).

La combinación del apoyo financiero y asistencia técnica durante la ejecución del subproyecto, esta última típicamente implementada por proveedores de servicios privados, es una característica clave del modelo de alianza rural, y sustenta el éxito y sostenibilidad de las inversiones.
De manera transversal, muchos de los Proyectos de Alianzas Productivas apoyan también infraestructuras públicas productivas: caminos rurales; pequeños puentes vehiculares y peatonales; servicios de agua, gas, electricidad y otros, construcción de obras fluviales o pluviales y de resguardo para  áreas productivas, infraestructuras de acopio y/o comercialización, etc.

II. Algunas reflexiones

Aunque los efectos de los proyectos de alianzas rurales aun no pueden ser medidos en su totalidad, los resultados preliminares indican que se trata de un modelo exitoso de inclusión socioeconómica y que están contribuyendo a mejorar el ingreso de los hogares pobres – al empoderar a las organizaciones de base y fortalecer sus sistemas productivos a fin de profundizar el acceso de los pequeños productores a los mercados –, y el empleo en trabajos más estables. Gracias a estas mejoras, las familias beneficiadas tienen la oportunidad de mejorar los niveles de alimentación y de educación, creando unas interacciones que contribuye a la superación de la pobreza y reducción sostenible de la desigualdad.

A través de los Proyectos de Alianzas Rurales se están introduciendo nuevas tecnologías, que contribuyen a aumentar producción, productividad, calidad del producto, y diversificación. Por otra parte, la asistencia técnica y formación está fortaleciendo a las organizaciones productores en sus capacidades, las cuales cuentan con una visión más empresarial de los negocios.

Las enseñanzas que están dejando los Proyectos y la construcción del proceso de alianzas rurales en la región son importantes, con vista a ir perfeccionando su eficiencia e impacto en el territorio. El reforzamiento de las condiciones y arreglos institucionales necesarios con otros actores locales del territorio garantizará tanto la apropiación del modelo por parte de la comunidad rural, como su sostenibilidad más allá de la duración del Proyecto de Alianza Rural. Consecuentemente, los Proyectos de Alianzas Rurales deben convertirse en facilitadores de este proceso, en lugar de ser únicamente ejecutores, proveyendo la interacción y la articulación mediante el desarrollo de redes con actores institucionales; especialmente gobiernos locales, proveedores de servicios técnicos, financieros, otros programas y proyectos y otras partes interesadas. Asegurando la participación sistemática de los actores locales en la identificación e implementación de alianzas rurales, se garantizará no sólo la selección de las mejores ideas de negocio para el territorio sino también el respaldo de la selección de organizaciones de productores y aliados comerciales sobresalientes. Además, permitía la integración de la alianza en el plan de desarrollo municipal e inversiones relacionadas, para evitar duplicidades y fomentar complementariedades en el territorio.

A continuación se citan una serie de sugerencias con la intención de contribuir a mejorar la integración del modelo de alianza rural en el territorio; y de fomentar su articulación con las diferentes esferas gubernamentales, el sector privado comercial, el sector financiero, proveedores de servicios, y todos los actores sociales que conforman el territorio. 

A) Focalización del modelo de alianza

• Sectores apoyados. Sólo cinco de los diez proyectos analizados (PAR I, PDER, REDI, PRORURAL y Aliados), financian subproyectos en agricultura (cultivos, ganado, agroforestería, la pesca, la acuicultura y la agroindustria) y otras actividades económicas rurales (por ejemplo, turismo, la artesanía, la industria a pequeña escala). Para promover el desarrollo económico del territorio, la utilización de instrumentos innovadores como el modelo de alianza rural se requiere no sólo en el sector agrario, sino también en la constitución y desarrollo de actividades y servicios no agrarios, que contribuyan al mantenimiento o incremento del empleo en las zonas rurales.

B) Elegibilidad y selección de los beneficiarios de las alianzas rurales

• El rol de los gobiernos municipales y la participación institucional local. La construcción del proceso de alianza debería involucrar desde el inicio a las instituciones locales y municipales en la supervisión de la elegibilidad de los beneficiarios, del socio comercial y de la evaluación de los subproyectos de inversión productiva. Como conocedores de la comunidad rural y de sus habitantes, podrían garantizar una selección de beneficiarios suficientemente comprometidos o especializados para la alianza; lo que, por ejemplo, disminuiría posteriormente el grado de deserción de los miembros de las asociaciones (principalmente causadas por la carencia de la contrapartida en efectivo).

• Formación de la organización de pequeños productores. Un factor que influye en la sostenibilidad de las alianzas rurales es que esté constituida por grupos de productores consolidados, que hayan trabajo previamente en la producción del producto de la alianza, y de con fuerte cohesión social. Estas condiciones facilita la toma de decisiones en grupo, la opción de inversión y la sostenibilidad de la alianza una vez el Proyecto haya finalizado. Las Unidades de Gestión de los Proyectos de Alianzas Rurales deben estar bien familiarizados sobre cómo evaluar las dinámicas de grupales y organizacionales, y ser bien conocedoras de las características de los grupos exitosos. Sin embargo, la mayoría de los proyectos sólo requieren a los grupos estar registrados formalmente en el momento de la solicitud de la subvención, y no establecen requisitos mínimos en términos de años de asociación previa. En la práctica la formación de grupos y la capacidad de trabajar de forma cooperativa han demostrado ser desafíos constantes durante la ejecución del Proyecto. Cuando el Proyecto apoye a nuevas organizaciones de productores sin experiencia previa, será necesario invertir previamente más tiempo y recursos en fortalecer las organizaciones antes de embarcase en la inversión de los planes de negocio.
  
• Preparación de propuestas de subproyectos de alianzas rurales. Se evidencia el tiempo necesario y los recursos invertidos en el diseño, evaluación y selección de los sub-proyectos productivos, objeto de las alianzas; lo que no va siempre acompañado de planes de negocios bien elaborados y específicos a la inversión solicitada por las organizaciones de productores. El reforzamiento del enfoque participativo en el proceso de preparación del plan de negocio es substancial para responder adecuadamente a las necesidades de cada beneficiario con paquetes tecnológico adaptados a sus activos, recursos y capacidad de mantenimiento; y garantizar la apropiación y sostenibilidad de la inversión.

• Evaluación de subproyectos de alianzas rurales (más inversiones rurales y menos subsidios). Las inversiones de los subproyectos de alianzas deben ser entendidas como un complemento y aporte por parte del gobierno, que expande las capacidades de las comunidades rurales al entenderlas desde su multidimensional y complejidad. Las evaluaciones ex antes financieras, sociales y medioambientales se constituyen como herramientas preliminares e imprescindibles de viabilidad de estas inversiones. En este sentido, es crucial para las Unidades Gestoras de Proyecto contar con técnicos especialistas en estudiar la viabilidad de las inversiones propuestas desde todas sus dimensiones. 

C) El Aliado Comercial 

• Elegibilidad y la selección del comprador. Muchas de las alianzas rurales que fueron apoyadas no establecieron relaciones a largo plazo entre las organizaciones de productores y los compradores. Para que lo anterior resulte, son importantes tres elementos, que merecen ser analizados: (a) el rol que cumple los animadores de los procesos de articulación de los actores; (b) el rol que cumple los subproyectos que estos actores se disponen a realizar y (c) el rol que cumple los compromisos tanto de la organización de productores como del comprador hacia la alianza. Sobre el primer punto, la facilitación y acompañamiento del espacio de concertación es crucial, sin embargo existe el riesgo de perder todo el esfuerzo realizado cuando se cambia el equipo o cuando el acompañamiento termina antes de tiempo. Sobre los otros dos puntos, ambas partes de la alianza rural deben comprometerse de forma más intensa a llevar a cabo acciones que permitan la continuidad del proceso. En el futuro, se deberá prestar mayor atención al comprador (por ejemplo, conocer su fortalezas y debilidades, problemas y oportunidades; determinar su viabilidad comercial y su disposición para coinvertir en la alianza).


• Contrato comercial. A pesar de que todos los Proyectos de Alianzas Rurales comparten el objetivo común de apoyar a las organizaciones de productores a acceder al mercado a través de un acuerdo formalizado (alianza rural) con el comprador, su implementación ha variado significativamente entre los países y dentro de éstos; y esta relación no siempre se ha reflejado en un contrato comercial formal. Por otra parte, se ha evidenciado, en las evaluaciones de alianzas rurales, que son muchas las organizaciones de productores que venden una parte de su producción por fuera del acuerdo establecido. Esto podría atribuirse en parte al diseño del contrato (por ejemplo, los precios se fijan en unos entornos volátiles de mercado). Lo importante, en consecuencia, es reflexionar si el modelo de alianza rural necesita ser capturado en un contrato comercial formal y cómo el acuerdo permitiría flexibilidad para responder a las cambiantes demandas del mercado.

D) El Plan de negocios de la organización de productores  

• Implementaciones del plan de negocio. Entre la propuesta del subproyecto/plan de negocio de la organización de productores y su implementación, se producen cambios importantes debido a los procedimientos propios del Proyecto y a los retrasos de los primeros desembolsos para iniciar la inversión. De esta manera, los planes de negocio no pueden ser estáticos, deberían constituirse en herramientas flexibles de gestión del negocio para las organizaciones de productores, los cuales han de contar con la capacidad para modificarlos si se han producido ajustes importantes, y en instrumentos que permitan medir los resultados y efectos que la inversión tiene en los sistemas productivos.

• Creación y consolidación de un sistema de seguimiento y evaluación que permita a los actores tener información fluida acerca de los avances y efectos de sus inversiones en el sistema productivo, ventas e ingresos de los beneficiarios. Para ello, es necesario invertir en la ampliación de capacidades para recopilar datos adecuados para ser utilizado en la finalización del proyecto para el cálculo de los rendimientos y el efecto de las inversiones 'en el sistema de producción.

E) El financiamiento de los subproyectos de alianzas rurales

• Contribuciones financieras a la inversión de ambas partes de la alianza rural. La deserción de muchos de los miembros de la organización de productores se produce cuando han de pagar la contrapartida en efectivo del costo de la inversión (10-20%). Como medida de precaución, muchos Proyectos transfieren los recursos del Proyecto, sólo después que todos los miembros de la organización de productores hayan pagado su propia contribución en efectivo en cuenta de la organización. Sin embargo, como se comentaba en la sección de elegibilidad y selección de los beneficiarios, el involucramiento de la municipalidad podría ayudar a identificar, desde el inicio, a aquellos productores que no van a poder contribuir con tal acuerdo.  Por otra parte, ni los documentos de diseño de los Proyectos ni sus Manuales de Operaciones, prevén mecanismo para involucrar la contribución financiera del comprador, y algunos de ellos sólo especifican "voluntad de contribuir”. En el futuro, se podría concretar la cooperación del aliado comercial en el modelo de alianza rural, por ejemplo, se podría pensar en una contribución financiera obligatoria por parte del comprador

• Acceso a los servicios financieros. Los servicios financieros no están involucrados de manera sistemática en la cofinanciación de las alianzas rurales. “El acceso a servicios de financiamiento es fundamental para cualquier sector, incluyendo la agricultura y el desarrollo rural. Es importante explorar no sólo crédito, sino también otros instrumentos financieros, sistemas de pagos, acceso a seguros, etc. El acceso a opciones de financiamiento no excluyentes es crucial para facilitarla inversión. Por lo tanto, tiene impactos de largo plazo y contribuye a dejar atrás la pobreza, creando un fututo más próspero”.
v. La sostenibilidad de las alianzas rurales una vez finalizado el Proyecto 

F) La sostenibilidad del modelo de alianza rural una vez finalizado el Proyecto

La sostenibilidad puede ser medida en diferentes formas, tales como (i) mantenimiento de la alianza rural o expansión en alianzas nuevas o adicionales, (ii) incremento de la membrecía de las organizaciones de productores, (iii) acceso al crédito y vinculación de las organizaciones con otras entidades financieras; (iv) crecimiento de los fondos rotativos. Las Evaluaciones Finales de los Proyectos analizados y la evidencia anecdótica sugiere que las perspectivas de sostenibilidad son más grandes para los grupos que existían antes de la intervención del proyecto y tienen un historial establecido en acción colectiva. Por otra parte, el seguimiento de los subproyectos, una vez finalizado el Proyecto, es crucial para determinar la sostenibilidad de los mismos a largo plazo. Las responsabilidades y los costos de tal seguimiento deberían estar a cargo de las instituciones locales y regionales; para lo cual es importante potenciar su participación desde el inicio. Sin embargo, son pocas las instituciones locales descentralizadas que participan en el ciclo de proyecto de los subproyectos de las alianzas rurales. De esta manera, una vez que ha finalizado el Proyecto, no hay instituciones locales que podrían continuar con la asistencia técnica y el seguimiento.

A modo de conclusión, se quiere matizar la importancia de crear los vínculos necesarios entre las organizaciones de productores y los actores locales del territorio: servicios de asistencia técnica productiva municipales y privados, encadenamientos intersectoriales y redes con actores externos al territorio y vínculos rurales-urbanos.

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ANNEXO 1: Resumen de diez proyectos de alianzas rurales en América Latina y el Caribe

El Proyecto de Apoyo a Alianzas Productivas Fase I de Colombia (2002 – 2008) fue el primer proyecto de alianzas rurales en la región y tuvo un presupuesto total de 30.44 millones de US$ (22 millones de US$ financiados por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento – BIRF –  y 8.44 millones de US$ por el Gobierno colombiano). El Proyecto apoyó a un total de 136 organizaciones de pequeños productores (o 11,714 familias) a través de subvenciones compartidas (“matching grants”). La subvención máxima por familia fue de 2,600 US$; y podría aumentar a 7,600  US$ en el caso de compra de tierras para agricultores sin tierras. La Fase II del Proyecto (2008 – 2015), con un presupuesto total de 122.40 millones US$, se benefició de la participación de diferentes fuentes de financiación: (i) BIRF (30 millones US$), (ii) Ministerio de Finanzas (12.40 millones US$), (iii) gobiernos locales provinciales y distritales (27.10 millones US$); (iv) organizaciones de productores (43 millones US$) y (v) otras fuentes locales (9.90 millones US$). La Fase II apoyó a 785 asociaciones que habían establecido previamente relaciones de compra-venta con el sector privado comercial, beneficiando directamente a 46,362 productores y sus familias. La subvención máxima por hogar del Proyecto fue de 1,818 US$; y podría aumentar a 2,726 US$, si la organización de productores obtenía un crédito comercial de 909 US$ por hogar. Mientras que la subvención proporcionada por el Proyecto se limitaba al 30% de los costes totales de inversión/subproyecto, el 70% restante podía provenir de varias fuentes, incluyendo: contribuciones de productores (generalmente en especie: mano de obra familiar, tierra, activos, equipos y materiales); contribuciones del aliado comercial (asistencia técnica, materiales de embalaje, semillas, fertilizantes); contribuciones de las Secretarías Departamentales de agricultura; subvenciones de otras instituciones como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y los gobiernos locales (municipios). Si bien este enfoque complementa la subvención del Proyecto con otras fuentes de financiación pública y privada, la experiencia ha mostrado retrasos en los desembolsos de las ayudas complementarias, conduciendo consecuentemente a retrasos en la ejecución de la totalidad de la inversión. Por otra parte, el uso de distintas fuentes de fondos públicos puede concentrar la ayuda en un número relativamente limitado de productores organizados, a expensas de otros productores. Otra consideración importante es que al valorar a precios de mercado la contribución del beneficiario, se podría haber inflado el tamaño de los sub-proyecto con el fin de cumplir con los requisitos de la contraparte, estando los costos de inversión en efectivo enteramente a cargo de las subvenciones.
El Proyecto de Alianzas Rurales - PAR I (2006 – 2014) probó el modelo de alianza rural como mecanismo de acceso al mercado de productores rurales pobres en áreas piloto. El presupuesto total de 34.88 millones US$ (28.40 millones US$ de la Asociación Internacional de Fomento – AIF – ; 5.54 millones US$ de las organizaciones de productores beneficiarias y 0.95 millones US$ de los gobiernos municipales). Durante el año 2009, se aprobó un financiamiento adicional de 36.57 millones de US$. Al final del Proyecto, se financiaron a 768 alianzas rurales con un plan de negocio viable, alcanzando a 28.527 beneficiarios directos.

Como seguimiento del PAR I, actualmente se está ejecutando el Proyecto de Alianzas Rurales - PAR II (2013 – 2017), que cuenta con un presupuesto de 64.54 millones US$ (50 millones de US$ de AIF, 1.04 millones de US$ de los municipios y 13.50 millones de US$ de las organizaciones locales de agricultores). De acuerdo con el marco de resultados, el proyecto apoyará 645 alianzas rurales, beneficiando directamente a 25.800 hogares, y 19 sub-proyectos de infraestructura productiva (municipales) a través de las obras públicas complementarias. El PAR II subvenciona tres tipos de modelos de alianzas rurales:

(i) apoyo integral (máxima subvención del Proyecto 1,800 US$ por hogar y 50,000 US$ por organización de productores; siendo la contribución del Proyecto hasta el 70% de los costos totales y la de la organizaciones de productores de, al menos, el 30%)
(ii) apoyo de Asistencia Técnica / Formación (nuevas alianzas para la transformación y alianzas de 2ª generación para profundizar en la innovación)
(iii) apoyo de Asistencia Técnica para el acceso al crédito. En los casos (ii) y  (iii), la máxima subvención del Proyecto es 200 US$ por hogar y hasta el 70% de los costos totales

El Programa de Desarrollo Económico desde lo Rural (2007 - 2014) de Guatemala tuvo una inversión total de 45 millones de US$, financiada por el BIRF (29 millones de US$), el Banco Interamericano (16.14 millones de US$) y los beneficiarios (1.04 millones de US$). El proyecto benefició un total de 174 asociaciones (18,115 beneficiarios). La subvención máxima del Proyecto por hogar fue de 2,000 US$ y por organización de productores de 30,000 US$, de la cual sólo 10,000 US$ podría ser utilizado para capital semilla (nueva tecnología, capital de trabajo y otros gastos que faciliten la creación de empresas), y el resto para financiar infraestructura pequeña y servicios de desarrollo de negocios productivos. El Proyecto ha co-financiado el 100% de los costos de infraestructura; el 80% del capital semilla (20% financiado por los beneficiarios en efectivo); y el 90% de los costes de la asistencia técnica (servicios de desarrollo empresarial).

Por su parte, Jamaica está actualmente ejecutando la Iniciativa de Desarrollo Económico Rural (2010 – 2016) con el objetivo de mejorar el acceso al mercado para los productores agrícolas rurales de pequeña escala, operadores de turismo y proveedores de servicios. Los costos totas del Proyecto de 17.5 millones US$ se financian a través del BIRF (15 millones US$), el Gobierno de Jamaica (0.5 millones US$) y los beneficiarios (2 millones US$). Se espera que para el final del proyecto se haya apoyado un total de 110 subproyectos de alianzas rurales (77 en agricultura y 26 en turismo), beneficiando a cerca de 1,500 productores. La subvención del Proyecto varía entre 50,000 - 200.000 US$ dependiendo del tipo de subproyecto. El importe promedio por subproyecto es de 140,000 US$. Todos los subproyectos que reciben más  70,000 US$ en forma de subvención, deben proporcionar beneficios a la comunidad en general y no sólo a los beneficiarios directos.

El Proyecto de Competitividad Rural de Honduras (2011-2016) tiene un presupuesto total de 51.20 millones US$ (30 millones US$ de AIF, 12.1 millones US$ del sector financiero comercial, 1.2 millones US$ del Gobierno de Honduras, 3.9 millones US$ de organizaciones de productores y 4.0 millones US$ de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación). La meta al final del proyecto es apoyar a 150 alianzas rurales, beneficiando a 6,700 productores. La subvención máxima del Proyecto por productor es  de 3,600 US$ y por organización de productores de 264,000 de US$. El Proyecto subvenciona hasta el 60% de los costes totales de inversión, la entidad financiera al menos el 30% (a través de crédito) y la organización de productores, al menos con el 10% de los costes totales de inversión.

El Proyecto de sistemas de producción sostenible y la biodiversidad de México (2013 – 2017) tiene el objetivo conservar y proteger la biodiversidad a nivel nacional como a nivel mundial, a través de la incorporación de prácticas de manejo amigables con la biodiversidad en paisajes productivos en corredores biológicos prioritarios. El presupuesto del proyecto es 30.89 millones de US$ (11.69 millones de US$ del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y 19.2 millones de US$ del gobierno federal). Hasta el momento, 185 grupos de productores (de una meta de 190) han estado participando en iniciativas de mercado favorables a la biodiversidad. La subvención máxima del Proyecto por organización de productores no supera los 300,000 US$ y la subvención promedia por hogar es de aproximadamente US $ 2.900.

La inversión total del Proyecto de Productividad Rural en Panamá  (2007 – 2015) fue de 39.25 millones de US$ (38,8 millones de US$ del BIRF; 8.72 millones de US$ de las organizaciones de productores; 1.09 millones de US$ del Gobierno de Panamá). El componente de alianzas rurales sumó 19.16 millones de US$ (80% de la cantidad estimada inicialmente), y a través del mismo se financiaron 130 subproyectos, beneficiando un total de 4,577 pequeños productores (92%  de la meta). La máxima subvención por subproyecto 250,000 US $ y el máximo techo por hogar US $ 2.500 (sólo en casos excepcionalmente 5,000 US $). El Proyecto contribuía con hasta el 80% de la inversión total (y capital de trabajo) y la organización de productores al menos con el 20% por ciento, en metálico o en especie (trabajo, tierra, etc.).

El Programa de Desarrollo Rural Sierra en Perú (2008 – 2016) tiene como objetivo mejorar la base de activos de las condiciones económicas de aproximadamente 53.600 familias rurales en las áreas seleccionadas. Inicialmente se contó con una financiación total de 34.93 millones de US$ (20 millones de US$ del BIRF; 7.83 millones de US$ del Prestatario; 7,1 millones de |US$ de los beneficiarios); y actualmente se está ejecutando una financiación adicional por 38,8 millones de US$ para consolidar los negocios y expandir a nuevas áreas. El Proyecto apoya con una subvención máxima que va desde 10,000 US$ (micro), 20,000 US$ (pequeña empresa) y 30.000 US$ (mediana empresa). La subvención media por hogar se estima en 550 US $ y la máxima 600 US$. El Proyecto contribuye con el 70% y los beneficiarios con el 30% en efectivo

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ANEXO II. REFERENCIAS
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Author: Maria del Mar Polo Lacasa
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