© FAO Creative Insights Abdillahi Hassan
Abdillahi Abdi Wayrah no puede imaginar la vida sin sus camellos. Este hombre de 64 años, originario de la aldea de Boodhley, situada en el norte de Somalia, se ha pasado la vida criándolos y haciéndolos pastar, una de las tradiciones perdurables del modo de vida somalí.
En la poesía oral somalí se habla con frecuencia de los sacrificios que hacen las personas en favor de sus camellos. Las dotes nupciales solían pagarse en camellos, y estos siguen siendo un importante medio de pago para la diya, la compensación que las personas pagan por los males que han causado.
“Los camellos son los animales más importantes para los somalíes; todos nuestros medios de vida dependen de ellos”, dice Abdillahi. “Tomamos su leche, consumimos su carne y los vendemos para obtener ingresos extras con objeto de satisfacer otras necesidades.”
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Pero ser un cuidador de ganado en Somalía implica retos. “En primer lugar, las sequías”, dice Abdillahi, y agrega que, afortunadamente, “los camellos son animales con capacidad de recuperación, que pueden adaptarse a estos choques climáticos”. Aun así, esto significa que los cuidadores de ganado también tienen que adaptarse. Las comunidades, por ejemplo, están recolectando agua de lluvia de manera proactiva y compartiendo las pasturas con las aldeas vecinas.
El otro problema, dice, es que cada vez más las praderas se están convirtiendo en establecimientos agrícolas o se destinan a otros usos de la tierra.
Por estas razones, Abdillahi empezó a producir su propio forraje, a fin de reducir la necesidad de pastoreo constante. Con el apoyo de sus hijos, limpió su granja para plantar sorgo, maíz y sésamo a fin de usarlos como alimento para animales. Su hijo de 30 años, Mohamed, participó en una capacitación sobre producción, manejo y almacenamiento de forrajes y ha estado a la cabeza de la operación. En el trayecto, ha compartido sus nuevos conocimientos con su hermano menor, Muhiyadin, que tiene 26 años y ayuda a cuidar los camellos de la familia.
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“Heredé estos camellos de mi padre”, dice Abdillahi. “Y deseo que mi hijo [Muhiyadin] algún día me suceda y continúe la tradición.”
Espera que lleguen innovaciones más amplias en la cría de los camellos, de manera que la profesión siga siendo atractiva para las nuevas generaciones.
El Gobierno también está interesado en ello, y los jóvenes, como los hijos de Abdillahi, ahora pueden inscribirse en diversos proyectos que los capacitan en distintas formas de crear medios de vida sólidos vinculados a los camellos, desde una crianza de forma más eficaz hasta una comercialización de forraje de alto valor. También pueden aprender cómo gestionar mejor sus recursos, como los pastizales y el agua, frente al cambio climático o volverse trabajadores de sanidad animal a fin de garantizar una mejor atención veterinaria en las zonas rurales.
Abdillahi mira con orgullo cómo Muhiyadin maneja los camellos. “Está listo para sucederme.”