Los precios de los cereales secundarios subieron en todo el país en julio, alcanzando niveles récord o casi récord, tras las constantes subidas registradas desde principios de 2020. Los precios se mantuvieron alrededor de un 50 por ciento por encima de sus niveles de un año antes. Los recientes aumentos obedecen sobre todo a las disponibilidades del mercado -por debajo de la media-, y a la elevada demanda de los hogares, comerciantes y actores institucionales, que buscan reponer sus existencias -casi agotadas-, en medio de la temporada de carestía en curso. Los altos niveles de precios reflejan también los efectos de las medidas para contener la propagación de la COVID-19 y un entorno macroeconómico difícil. La escasez de divisas, que ha provocado una fuerte depreciación de la moneda, el aumento de los precios de los combustibles y la decisión de aplicar restricciones a la importación de una serie de productos -incluidos los alimentos básicos-, han ejercido presión inflacionista sobre la economía. Las expectativas de una producción de cereales secundarios inferior a la media en 2021 en el noreste y centro-norte del país, por el alto coste de los insumos agrícolas y la interrupción de las actividades agrícolas y comerciales a causa de las permanentes condiciones de inseguridad en estas zonas, también han influido en los precios.