La seguridad alimentaria y nutricional se da cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades energéticas diarias y llevar una vida activa y sana.

La seguridad alimentaria y nutricional tiene, entonces, cuatro dimensiones: la disponibilidad de alimentos, el acceso a esos alimentos, su utilización y la estabilidad de las tres dimensiones anteriores.

La seguridad alimentaria es una condición necesaria para la realización del derecho humano a la alimentación, vinculado, a su vez, con el derecho fundamental a la vida. Este enfoque llama la atención sobre la responsabilidad de los Estados de garantizar las condiciones adecuadas para que sus ciudadanos puedan ver realizado su derecho humano a la alimentación. Asimismo, reconoce el compromiso político que debe existir para combatir las brechas estructurales que afectan la seguridad alimentaria y nutricional.

Un elemento fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional es el compromiso político. Este compromiso político debe trascender de un gobierno particular a ser un compromiso de Estado, que involucre actores de la academia, del sector privado y de la sociedad civil; y debe verse reflejado en la construcción y el fortalecimiento de políticas públicas en las que se incorporen los objetivos de la seguridad alimentaria y nutricional.

La alimentación adecuada y saludable es aquella que aporta todos los nutrientes esenciales, de acuerdo con el grupo de edad o la condición fisiológica. De igual manera, el derecho humano a la alimentación contempla la posibilidad de decidir los alimentos que se quieren comer, en función de la pertinencia cultural, las tradiciones y el entorno.

Los cambios en los sistemas alimentarios, los estilos de vida y los hábitos alimentarios han provocado un mayor consumo de alimentos altamente procesados e hipercalóricos, lo que ha conducido a un aumento en el consumo energético de la población y un aumento en los niveles de sobrepeso y obesidad. En la medida en que persisten los problemas en las carencias de nutrientes, coexisten así la desnutrición y el sobrepeso y la obesidad, a lo que se le suele denominar la “doble carga” de la malnutrición.

La educación alimentaria y nutricional contribuye a que las personas sean capaces de alimentarse y alimentar a su familia adecuadamente, preparar alimentos y platos saludables y que sean de su agrado, reconocer las malas elecciones alimentarias y cómo evitarlas, e instruir a otros sobre la alimentación saludable.

Los programas de alimentación escolar, con comidas saludables y educación alimentaria y nutricional, pueden contribuir a mejorar las dietas de niños y adolescentes y desarrollar prácticas alimentarias más sanas. En este sentido, estos programas pueden contribuir a alcanzar objetivos en áreas como la educación, la salud, el desarrollo social, entre otras.

l modelo “Escuelas Sostenibles” es una experiencia de referencia para la implementación de programas de alimentación escolar sostenible que involucren a toda la comunidad educativa y hagan parte de una política multisectorial de alimentación escolar. El Modelo contempla cinco componentes interrelacionados: (i) la articulación intersectorial y participación social; (ii) la educación alimentaria y nutricional a través de huertos escolares pedagógicos; (iii) la mejora de la infraestructura escolar para almacenar, preparar y servir los alimentos; (iv) la adopción de menús adecuados, saludables y de acuerdo a la cultura local; y (v) las compras directas de alimentos a la agricultura familiar local.

A través del modelo “Escuelas Sostenibles” se busca que las instituciones educativas públicas compren los alimentos con los que preparan los menús escolares directamente a los agricultores familiares locales. Esto no sólo favorece la diversificación y la pertinencia cultural de la dieta de los estudiantes, sino que convierte la alimentación escolar en un mercado relevante para los productores locales. Para lograrlo, se realizan estudios de oferta y demanda de alimentos, y se establecen mecanismos de compras directas que faciliten la vinculación de los actores relevantes y el pago expedito a los agricultores. De igual forma, se fortalecen las capacidades productivas y asociativas de los productores, que en muchas ocasiones son los padres de familia, para responder a la demanda de las escuelas.

Los huertos escolares facilitan la organización de acciones de educación alimentaria, pues orientan a los estudiantes para que mejoren sus hábitos alimentarios y adopten una alimentación adecuada y saludable. Los huertos tienen la finalidad de facilitar el aprendizaje de los estudiantes de manera lúdica, saludable y articulada a diversas áreas de conocimiento. En el establecimiento de los huertos escolares participan profesores, directores, estudiantes y padres de familia.

La agricultura familiar abarca distintas actividades productivas como la producción agrícola, pecuaria y pesquera, y la actividad forestal, gestionadas por una familia y que dependen de la mano de obra familiar. La definición y caracterización de la agricultura familiar depende de las particularidades de este sector en cada país.

La agricultura familiar suele producir la mayor parte de los alimentos, tanto en países en desarrollo como en países desarrollados, y proporciona alimentos sanos, diversificados y culturalmente apropiados. En este sentido, los agricultores familiares son aliados fundamentales para combatir todas las formas de malnutrición.

Para fortalecer la agricultura familiar debe garantizarse su acceso a sistemas de protección social, financiación, mercados, formación y oportunidades de generación de ingresos. En la región, se trabaja en el desarrollo de políticas públicas diferenciadas para este sector, en la vinculación de la agricultura familiar a los sistemas de abastecimiento alimentario, el fortalecimiento de sus capacidades productivas y asociativas, el fortalecimiento de su resiliencia frente al cambio climático, entre otros aspectos.

Estos son procesos de construcción participativa de una definición y una tipología de la agricultura familiar de acuerdo con las particularidades de quienes se dedican a esta actividad en cada país. En estos procesos entran en consideración sus recursos productivos, la mano de obra con la que cuentan, el nivel de producción, su capacidad de acceso a los mercados, entre otros factores. La conceptualización, caracterización y el registro de la agricultura familiar hacen posible conocer la situación de los agricultores familiares de un país, aumentar su visibilidad y definir políticas públicas que atiendan de forma diferenciada y eficaz sus necesidades. Todo esto a fin de impulsar su desarrollo.

Los programas de compras públicas de alimentos constituyen una buena manera de vincular a la agricultura familiar a los mercados locales, los programas institucionales y los consumidores. Las compras públicas generan nuevos mercados para la agricultura familiar y estimulan la articulación de políticas públicas, promoviendo hábitos alimenticios saludables, estimulando el desarrollo local y mejorando la calidad de vida de los agricultores familiares.

El desarrollo rural con enfoque territorial abarca estrategias de transformación productiva e institucional, construidas junto con las comunidades, que consideran las múltiples dimensiones de los territorios, con sus actividades agrícolas y no agrícolas, con el propósito de mejorar las condiciones de vida en el medio rural. Este enfoque involucra como elemento principal la participación de las comunidades en la planificación de las actividades y la toma de decisiones.

La posibilidad y el deseo de las personas de permanecer en el medio rural depende de su acceso a servicios básicos, a oportunidades de empleo decente, a los recursos y a su incorporación en los procesos de toma de decisión. Fomentar el arraigo es un factor clave en el desarrollo rural y en el abordaje de la migración no opcional. Para promover el arraigo, debe trabajarse en generar medios de vida dignos y sostenibles en el medio rural.

Las familias con medios de vida resilientes están mejor preparadas para prevenir, reducir y recuperarse del impacto de amenazas y desastres que pueden afectar a la agricultura, la seguridad alimentaria y la nutrición. No se puede lograr el desarrollo sostenible sin medios de vida resilientes.

La inclusión productiva contempla el fortalecimiento de la productividad y los medios de vida de las comunidades rurales por medio del fomento de la asociatividad, las cadenas de valor y el acceso de los productores a recursos naturales, insumos y mercados.

La extensión agrícola comprende diversos sistemas y servicios de aprendizaje y asistencia, que facilitan el acceso de los agricultores y sus organizaciones a conocimientos, tecnologías y herramientas que contribuyen a su desarrollo y vinculación a los mercados.

Los sistemas de extensión pueden fortalecerse a través de la implementación de metodologías participativas para el acompañamiento a organizaciones de productores, la adopción de nuevas tecnologías, el diseño de herramientas que faciliten los procesos de asesoramiento técnico, el fomento de prácticas innovadoras, entre otras acciones.

Las escuelas de campo son una de las metodologías utilizadas en el marco de los sistemas de extensión agrícola. Además de fortalecer las capacidades de los agricultores, las escuelas de campo promueven el empoderamiento y la generación de liderazgos locales. Los agricultores ponen en práctica diversas técnicas de producción en parcelas demostrativas, participan en giras de productores e intercambios de experiencias y descubren diversas maneras de responder a problemas comunes.

Son sistemas que permiten interceptar, recolectar y almacenar el agua de lluvia para su posterior aprovechamiento. Son una tecnología adaptable a zonas urbanas y rurales, van de lo más rústico a lo más sofisticado y contribuyen a satisfacer la demanda de agua promoviendo la autosuficiencia.

Los SCALL pueden servir para consumo humano, acompañados de un sistema de purificación, o para uso agrícola o pecuario. Estos sistemas pueden ser de uso tanto personal o domiciliar como colectivo o comunitario. Los sistemas de captación y aprovechamiento de agua de lluvia representan un gran ahorro en tiempo y dinero.

El agua y su manejo adecuado son una prioridad para la región mesoamericana, principalmente en aquellas poblaciones en las que las lluvias no alcanzan a cubrir las necesidades de forma continuada. El Corredor Seco centroamericano es una zona de alta fluctuación de las lluvias, con intensos periodos de sequía y otros de exceso de lluvia. El uso de SCALL en esta zona permite aprovechar los periodos de precipitaciones abundantes para almacenar agua de lluvia para los periodos de sequía, y así contribuye a garantizar el acceso al agua a las comunidades más vulnerables.

La comunidad beneficiaria suele participar activamente en la planeación y construcción de estos sistemas, así como en su operación y mantenimiento. Suelen establecerse mecanismos financieros para asegurar la autosostenibilidad del sistema, comités de coordinación y reglamentos para el uso equitativo del recurso hídrico. Estos mecanismos contribuyen a promover en la comunidad buenas prácticas en el uso del agua.

Se entiende por “seguridad semillera” la disponibilidad y el acceso a semillas criollas y acriolladas de buena calidad que contribuyan a mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de la agricultura familiar.

Los bancos comunitarios de semillas son espacios de organización y participación donde los agricultores pueden producir, comercializar e intercambiar semillas locales y de las variedades que suelen utilizar en sus cultivos, reduciendo así su dependencia externa y mejorando su acceso oportuno a semillas de buena calidad.

En el fitomejoramiento participativo, investigadores, técnicos y agricultores participan activamente en procesos de selección, intercambio, conservación y multiplicación de semilla de variedades mejoradas a nivel local. Estos procesos traspasan las barreras de los centros de investigación y tienen lugar en fincas donde los productores participan directamente en todas las etapas, incluyendo la toma de decisiones. Las variedades generadas se adaptan a las condiciones locales y están disponibles para los agricultores.

La Cooperación Sur-Sur es el intercambio mutuo de soluciones clave para el desarrollo de los países menos desarrollados en ciertas áreas. El intercambio de conocimientos, la capitalización de experiencias y buenas prácticas, políticas, tecnologías o recursos son las formas más comunes de cooperación eficaz entre los países.

Los principios normativos y operativos de la Cooperación Sur-Sur son la solidaridad, la apropiación nacional y el liderazgo, así como el respeto de la soberanía nacional, el beneficio mutuo, la rendición de cuentas y la transparencia, la coordinación de las iniciativas basadas en pruebas y en los resultados, con un enfoque basado en la participación de múltiples partes interesadas.

Involucra a dos o más países en colaboración con una tercera parte, generalmente una institución multilateral, un socio tradicional de recursos o una economía emergente, facilitando la Cooperación Sur-Sur a través de la provisión de recursos técnicos o financieros.