Programa sobre los bosques y el agua

Enseñanzas adquiridas de la crisis COVID-19 para un mejor manejo de los recursos forestales e hídricos


15/05/2020

La pandemia de COVID-19 ha transformado repentinamente nuestras vidas. A medida que la sociedad ha pasado a vivir bajo llave, hemos cambiado la forma en que nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza. Como consecuencia, ha habido repercusiones a corto plazo. En India, el río Ganges ha experimentado una reducción en el vertimiento de desechos industriales y domésticos, que ha determinado una mejora en la calidad del agua. Según el Consejo Central Regulador de la Contaminación, muchos tramos del río Ganges ahora cumplen con los estándares de agua potable. En Venecia, los canales de la ciudad, que suelen ser oscuros y turbios, actualmente son claros y se pueden ver peces en ellos. Este cambio visible es consecuencia de la disminución del tráfico acuático, lo que permite que los sedimentos se depositen en el fondo de los canales.

El impacto de COVID-19 en las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza también ha tenido consecuencias negativas a corto plazo. Las autoridades ambientales enfrentan una reducción en su capacidad para implementar y hacer cumplir las leyes de conservación ambiental; el aprovechamiento ilegal de la madera y la conversión de tierras están en crecimiento, se utiliza la crisis para invadir tierras indígenas y áreas protegidas. Esto puede contribuir al aumento de la deforestación e incrementar considerablemente el riesgo de infección por COVID-19 entre los pueblos indígenas.

El consiguiente aumento de la deforestación y la degradación forestal puede tener un impacto directo en el agua, ya que los árboles y el agua son recursos sumamente interdependientes. Las superficies boscosas regulan el flujo de los caudales de cursos de agua, apoyan la recarga del agua subterránea y, a través de la evapotranspiración, contribuyen a la generación de nubes y precipitaciones. Además, actúan como filtros de agua naturales, reduciendo la erosión del suelo y la sedimentación de los cuerpos de agua, proporcionando así la calidad del agua. Los cambios en la cubierta vegetal provocan modificaciones en el ciclo hidrológico y pueden afectar la capacidad de los suelos para absorber y retener el agua. La eliminación de la hojarasca o la cubierta vegetal puede ocasionar una mayor erosión del suelo, lo que puede causar una mayor carga de sedimentos y contaminación de nutrientes de los cuerpos receptores de agua y, por lo tanto, una degradación de la calidad del agua.

Las alteraciones que repercuten en la disponibilidad y calidad del agua pueden exacerbar los problemas de seguridad hídrica ya existentes. A nivel mundial, se estima que 1 de cada 3 personas no tiene acceso al agua potable y 4 200 millones de personas tienen escasos servicios sanitarios.

Existe un nivel de incertidumbre acerca de cuánto tiempo durarán esos beneficios y las consecuencias negativas, sin embrago, podemos aprender de esta situación: reflexionar sobre cómo deseamos que sea nuestro futuro. ¿Cómo podemos mejorar nuestra relación con la naturaleza? ¿Cómo podemos utilizar estas enseñanzas para promover un mejor manejo de nuestros bosques y paisajes? ¿Qué soluciones basadas en la naturaleza se pueden implementar para proporcionar suministro de agua y seguridad hídrica a las personas? ¿Cómo crear y obtener beneficios a largo plazo?

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