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Estrechando lazos en el trabajo en Bamiyán (Afganistán)


Las criadoras de ganado desarrollan sus capacidades y un sentido más profundo de comunidad

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El ganado que Khadija recibió en el marco de un proyecto de la FAO, se ha convertido en un auténtico salvavidas para ella y su familia, y la ha ayudado a integrarse en la comunidad femenina. ©FAO/Rahman Shadan

23/02/2021

La zona de Bamiyán, en la parte central del Afganistán, está situada en plena Ruta de la Seda y solía ser un punto estratégico de descanso para viajeros y mercaderes. Constituía un lugar de confluencia de culturas y llegó a ser un centro del budismo, pero hoy es más conocido por sus majestuosas montañas, exuberantes huertos frutales, amplios terrenos de labranza y abundantes tierras de pastoreo. De hecho, muchos de sus habitantes, como la Sra. Khadija Hashemi, crían ovejas y cabras.

Mientras que los hombres realizan la mayoría de las tareas agrícolas, son las mujeres quienes cuidan del ganado. Sin embargo, a raíz del carácter solitario de esta actividad es raro ver a las mujeres del Afganistán trabajar juntas en comunidad. El proyecto “Seguridad alimentaria y de los medios de vida de los hogares”, financiado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, tiene como finalidad cambiar esta situación, logrando que las mujeres se reúnan, estimulen sus conocimientos y recauden ingresos no solo para sus propias familias, sino para toda la comunidad.

Las criadoras de ganado participan y estrechan lazos en reuniones grupales, donde pueden intercambiar opiniones, compartir experiencias y aprender nuevas técnicas, así como mantenerse en contacto con sus parientes y seres queridos.

El valle de Bamiyán tiene una historia fascinante, hermosos paisajes y abundantes tierras de pastoreo — esto último permite a muchas lugareñas criar ganado para alimentar a sus familias. Arriba a la izquierda: ©FAO/Freshta Ghani Abajo a la derecha: ©FAO/R

La historia de Khadija

Khadija vive junto a su marido y sus hijos en la localidad de Parjoyak en el valle de Bamiyán. Antes, su familia dependía de los ingresos que su esposo obtenía de la agricultura, pero esto ni siquiera les alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de sus diez miembros. Pese a que Khadija cuidaba ocasionalmente ganado, esto no bastaba para mejorar la situación familiar, hasta que recibió apoyo mediante el proyecto “Seguridad alimentaria y de los medios de vida de los hogares”.

En el marco de este, se proveyó a Khadija y a aproximadamente 1 200 hogares más en Bamiyán de dos ovejas lactantes, dos corderos y 140 kilogramos de piensos diversos. Asimismo, se ofreció capacitación para un mejor manejo del ganado, la preparación de pienso nutritivo y el diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes de los animales, incluidas vacunas.

Sentido de comunidad

Para las mujeres, uno de los elementos más importantes del proyecto son los grupos de capacitación en el ámbito de la cría de ovejas, constituidos en el marco del proyecto y dirigidos por las mujeres mismas. Khadija integra el grupo de su localidad junto con otras 13 mujeres, con las que celebra reuniones bimensuales para discutir temas como la cría y alimentación de las ovejas, el tratamiento de enfermedades comunes, la vacunación y la producción inocua de leche. Las reuniones están conducidas por un empleado de la FAO, pero son las propias mujeres quienes comparten sus opiniones y conocimientos y se ayudan mutuamente a mejorar sus técnicas agropecuarias. El proyecto ha fomentado un auténtico sentido de comunidad.

“Participo con entusiasmo en las reuniones del grupo, ya que me ayuda a estrechar vínculos con otras mujeres de la comunidad”, dice Khadija. “Pertenecer a este grupo me abre la posibilidad de compartir mi experiencia con otras mujeres y aprender técnicas de ganadería nuevas y mejores”.

Ahora, Khadija obtiene cada día muchos litros de leche de su ganado, que puede vender con miras a recaudar ingresos extra o, más bien, utilizar para elaborar yogur para sus hijos de manera inocua. ©FAO/Rahman Shadan

Un paso más allá

En el marco del proyecto se proporcionó capacitación y equipo a las mujeres a fin de que elevasen su nivel de conocimientos sobre ganadería y mejorasen el valor de sus productos lácteos. Se le entregó a cada una un conjunto de utensilios para la fabricación casera de productos lácteos, que incluía una máquina para hacer yogur o manteca de forma manual, un recipiente para recolectar leche y un deshidratador de yogur. Esto se complementó con un curso de capacitación impartido por un experto de la FAO en industria lechera. En los talleres se abordaron en particular los temas de la producción inocua de leche, el control de la calidad de la leche cruda y la elaboración de productos lácteos. Anteriormente, las mujeres producían y fabricaban los productos lácteos mediante pieles de animales, que frecuentemente se contaminaban con insectos y gérmenes. Ahora, son capaces de producir productos inocuos, de calidad y que resultan atractivos para los compradores, lo que aumenta sus ingresos.

“He pasado a obtener cinco o seis litros de leche diarios. Utilizo la leche para el consumo doméstico y lo que me sobra se lo vendo a los vecinos”, señala con orgullo Khadija. “Es una buena fuente de ingresos; el dinero que gano con la venta de leche lo destino a la educación de mis hijos y a cubrir los gastos diarios de nuestro hogar”.

Las mujeres desempeñan una importante función en la agricultura familiar, pero a menudo su contribución no se reconoce. En el Afganistán, la nutrición y los ingresos de las mujeres y de sus familias y comunidades, pueden mejorarse fomentando el papel de estas en la ganadería y dotándolas de recursos. La FAO presta ayuda a las ganaderas incrementando su acceso a los recursos y ofreciéndoles capacitación para que mejoren sus capacidades, creando de este modo un sector agropecuario mundial más equitativo y eficaz.

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