El mijo crece bien en Bihar, un estado del este de la India, pero los campesinos dejaron de cultivarlo y perdieron sus semillas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) financia un proyecto que reintrodujo el mijo y otros cultivos a través de bancos de semillas comunitarios y ensayos en las explotaciones. © FAO/Pankaj Paul.
Un año más, no ha llovido lo suficiente en la temporada de los monzones en Bihar, un estado oriental de la India. Los pozos se han secado, y Pudi Soren, de 27 años, tiene que desplazarse a la orilla del río para sembrar sus cultivos —como garbanzos y arroz—, que le proporcionan las calorías y el sustento necesarios en los meses de invierno.
Uno de los cultivos que puede plantar cerca de su casa en esta época es el mijo coracán. El mijo no necesita mucha agua para crecer. Requiere muy poco fertilizante y está repleto de proteínas.
“Nos hemos olvidado de algunos cultivos”, señala Pudi. “Cuando éramos niños, también veíamos cultivos como el mijo coracán, pero la gente dejó de cultivarlos hace muchos años”.
En las dos últimas décadas, las comunidades de los estados del centro y el este de la India han abandonado en gran medida el cultivo de semillas oleaginosas, legumbres y cereales finos como el mijo debido a las tendencias y otros factores. Esto provocó una pérdida de las semillas y de los conocimientos sobre cómo cultivarlas. Pero el declive de su cultivo ha contribuido a una grave malnutrición y a la pérdida de diversidad genética en la zona.
Recientemente, Pudi ha vuelto a cultivarlos a partir de semillas que recibió inicialmente de un proyecto del Fondo de distribución de beneficios de la India, administrado por el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) e implementado por la organización sin ánimo de lucro Public Advocacy Initiatives for Rights and Values in India.
“Mi marido y yo tenemos un pequeño terreno, pero antes no cultivábamos mucho porque carecíamos de los recursos necesarios”, cuenta Pudi. “Hace tres años, el proyecto nos dio semillas y nos animó a dedicarnos a la agricultura. Ahora estoy orgullosa de ser agricultora”.
El Fondo de distribución de beneficios es un componente del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO, que trabaja para ayudar a los agricultores de los países en desarrollo a salvaguardar y utilizar la diversidad fitogenética para la seguridad alimentaria y hacer frente al cambio climático. El proyecto en la India busca aumentar la resiliencia de las prácticas agrícolas, mejorar la nutrición y apoyar los medios de vida reintroduciendo y mejorando el acceso de los agricultores a las semillas oleaginosas, las legumbres y los cereales finos.
Pudi valora las muchas ventajas que le aporta el mijo. “Podemos cultivar mijo coracán en la temporada de barbecho del arroz y en verano, y no necesita fertilizantes; basta con un poco de estiércol de vaca. Es una buena fuente de proteínas en nuestras comidas, y a mis hijos les gustan las galletas que hago con la harina”.
Los bancos de semillas comunitarios facilitan el intercambio y almacenamiento de variedades de cultivos locales. En las zonas tribales de la India, se utilizan tradicionalmente las vasijas de barro para almacenar semillas. © FAO/Pankaj Paul.
Bancos de semillas comunitarios
Cada agricultor de la zona de Pudi solía recolectar un solo tipo de cultivo durante la temporada de los monzones. Con la puesta en marcha de cinco bancos de semillas comunitarios, el proyecto contribuyó a diversificar los cultivos locales.
“Obtenemos semillas de mijo, amaranto, lentejas, mostaza y guandú de nuestro banco de semillas comunitario cercano. Devolvemos las semillas después de recolectarlas. Muchas más personas se han interesado por los distintos tipos de cultivos después de ver cómo lo hacíamos. Las zonas de cultivo de legumbres, semillas oleaginosas y mijo se están ampliando en nuestra aldea”, explica Pudi.
El banco comunitario de semillas es clave para garantizar a los agricultores el acceso a las semillas en el momento oportuno, sin tener que desplazarse lejos. También sirve como centro de capacitación y lugar de reunión para que los agricultores colaboren con científicos de las universidades agrícolas cercanas. Los agricultores aprenden a cultivar de forma sostenible y a guardar las semillas para temporadas futuras. Además, participan en ensayos para seleccionar las semillas que mejor se adaptan a sus necesidades y preferencias.
Recuperar las semillas de los bancos de semillas y dedicarse a estos cultivos olvidados les permite asimismo ahorrar dinero. “Antes comprábamos aceite, trigo y legumbres en el mercado y gastábamos entre 500 y 600 rupias al mes. Nuestros gastos se han reducido a la mitad desde que empezamos a cultivar estos productos. Utilizo el dinero para la educación de mis hijos”, explica Pudi.
Desde su participación en el proyecto del Fondo de distribución de beneficios, Pudi ha diversificado sus cultivos con nuevas variedades de mijo, guandú, mostaza y lentejas. Esto le ha ayudado a cosechar durante todo el año y a proporcionar comidas nutritivas a su familia. © FAO/Pankaj Paul.
“Los agricultores en pequeña escala tenemos problemas. Las precipitaciones se están reduciendo. Y cuando llueve poco, como este año, el riego resulta costoso. Afortunadamente, el mijo coracán se puede cultivar con menos agua”, afirma Pudi, explicando cómo las condiciones climáticas cambiantes han afectado su actividad agrícola.
“Con lo que cultivo mantengo a mi familia, pero en el futuro quiero vender mis excedentes en el mercado... Espero que proyectos como en el que participo con el Fondo de distribución de beneficios sigan apoyando a los agricultores de mi pueblo y de todo el mundo”.
Hasta la fecha, el proyecto ha devuelto el cultivo y la conservación in situ de 94 variedades de 42 cultivos. El proyecto pretende llegar a un total de 1 250 agricultores, en su mayoría mujeres, de comunidades rurales de los estados del centro y el este de la India. Hay 250 agricultores que recibirán semillas de los cinco bancos de semillas que se han creado gracias a este proyecto, mientras que otros 1 000 agricultores se beneficiarán de la creación de capacidad técnica mediante talleres, escuelas de campo para agricultores, intercambio de conocimientos, material informativo y visitas.
Pudi sigue promoviendo que se guarden, compartan y cuiden semillas —como el mijo—, que pueden haber caído en el olvido pero que son de importancia mundial. En septiembre de 2022 intervino ante el Órgano Rector del Tratado Internacional, al que asistieron 150 países y más de 400 participantes, para compartir su experiencia y subrayar la importancia de recuperar el uso de semillas olvidadas y tener acceso a cultivos que crecen bien a escala local. Este tipo de apoyo que suministra el Fondo de distribución de beneficios es una pieza clave para contar con medios de vida resilientes y prósperos.
Para obtener más información