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Compartir el agua: un acuífero del que manan puntos de confluencia


Un hito en la gobernanza de los recursos hídricos augura una vida más larga para un acuífero esencial

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La llanura de Berrechid, situada en la zona centro-occidental de Marruecos, ocupa una superficie de 1 500 km2. Más del 95 % del agua extraída del acuífero homónimo se destina a la agricultura. © FAO

16/11/2023

Históricamente, la llanura de Berrechid se ha considerado el granero de Marruecos por su gran producción de cereales y forraje y, desde fechas más recientes, se ha convertido en un importante centro de producción de legumbres. En las últimas dos décadas, la llanura ha experimentado una intensificación descontrolada del riego. Entre 2007 y 2017, la producción de zanahorias, por ejemplo, aumentó casi en un 500 %. A pesar de los beneficios económicos inmediatos, este proceso ha sido una de las causas de la sobreexplotación del acuífero de Berrechid, cuya agua extraída por bombeo se destina en más de un 95 % a la agricultura.

En la actualidad, el acuífero de Berrechid es uno de los que presenta un mayor grado de agotamiento en Marruecos. Se ha extraído de él un volumen de agua superior a su recarga natural. Sus reservas de agua registran un déficit anual de 32 millones de metros cúbicos (el equivalente a 12 800 piscinas olímpicas) debido al uso excesivo y a la creciente irregularidad en los regímenes de lluvias. Además, la contaminación del acuífero consecuencia de las actividades agrícolas es cada vez mayor.

Las comunidades rurales y los agricultores de Berrechid necesitan este acuífero esencial para vivir y producir los cultivos de los que dependen los ingresos y la seguridad alimentaria de sus hogares.

Si bien el país ha establecido sistemas jurídicos e institucionales para regular el uso de las aguas subterráneas, la mayoría de los pozos de la zona no se han declarado ni supervisado durante varios años. No se han pagado las tasas de agua y la perforación ilegal ha acelerado el agotamiento del acuífero.

“La vida es más difícil cuando escasea el agua”, dice Said Fikri, un agricultor de Berrechid. “Necesitamos una agricultura sostenible que no agote el agua, para que nuestros hijos puedan continuar nuestra labor.”

Una presión cada vez mayor

El caso de Berrechid arroja luz sobre algunas de las principales preocupaciones acerca de la gestión del agua en Marruecos en general. El país se enfrenta a una situación de “estrés hídrico estructural” debido al crecimiento demográfico, unido al cambio climático y la creciente demanda de agua de las ciudades y la industria.

Al igual que en Marruecos, el agua es un bien muy preciado en todo el Cercano Oriente y África del Norte. La disponibilidad de agua dulce en la región se sitúa aproximadamente en una décima parte de la media mundial, y se redujo en un 78 % entre 1962 y 2018, en comparación con la disminución del 59 % registrada a nivel mundial en el mismo período.

Mientras que hace unas décadas el agua de los pozos se bombeaba desde 50 metros bajo el nivel del suelo, ahora la profundidad casi se ha triplicado, lo que agrava las dificultades para acceder a los recursos hídricos.

Los contratos firmados en 2021 han allanado el camino para un uso más responsable del acuífero de Berrechid, a fin de fomentar la sostenibilidad en la utilización de las aguas subterráneas y proteger los medios de vida agrícolas. ©FAO

Un acuerdo hidrográfico en una cuenca hidrográfica

En 2011, la Agencia de la Cuenca Hidrográfica del Bu Regreg y Shauía (una división del Gobierno encargada de la supervisión del uso del agua en la zona del Bu Regreg y Shauía, que incluye el acuífero de Berrechid) empezó a negociar disposiciones en materia de gobernanza del agua con miras a atajar el déficit de aguas subterráneas en Berrechid y garantizar la gestión sostenible de estos recursos.

Este proceso, facilitado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), culminó en noviembre de 2021 con la firma de dos contratos entre la ABH-BC y dos asociaciones de usuarios de agua, como primer paso hacia un contrato más amplio que irá más allá de la agricultura y abarcará a todos los actores interesados en el acuífero de Berrechid.

Estos contratos autorizan y regulan el uso anual de aguas subterráneas por hectárea. Los agricultores están obligados a instalar contadores de agua, pagar tasas y comunicar los volúmenes consumidos trimestralmente.

Said Fikri, un agricultor de la llanura marroquí de Berrechid, ha empezado a utilizar el riego por goteo en su cultivo de zanahorias lo que le permite ahorrar un 50 % de agua con respecto al riego tradicional. ©FAO

Financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, el proyecto de la FAO titulado “Eficacia, productividad y sostenibilidad del uso del agua en las regiones del Cercano Oriente y África del Norte” ha apoyado al Gobierno marroquí proporcionando datos científicos sobre la productividad y la disponibilidad del agua y facilitando el diálogo. La FAO ha ayudado a reunir a las distintas partes para concienciarlas sobre la gravedad del agotamiento del acuífero, hacer hincapié en la importancia de disponer de un acuerdo a largo plazo y facilitar su colaboración.

El éxito del acuerdo entre el Gobierno y las dos asociaciones privadas representa un hito para Marruecos y para la región en general.

“El proceso de gobernanza que ha tenido lugar a lo largo de la última década ha sido un notable ejemplo de proceso participativo, que ha culminado en una visión responsable del acuífero. Esta visión tiene en cuenta a las generaciones futuras y refleja la forma en que los distintos agentes públicos y privados pueden colaborar cuando cuentan con la motivación y las condiciones adecuadas”, señala Abdelhak Laiti, Asistente del Representante de la FAO en Marruecos.

Puntos de confluencia

A lo largo de los años, la menguante disponibilidad de este recurso y el aumento de las tensiones y la competencia por las aguas subterráneas han dado paso gradualmente a una actitud de cooperación entre los agricultores y las autoridades reguladoras estatales. La recopilación y difusión de datos acerca de la sobreexplotación de las aguas subterráneas ha demostrado que no queda tiempo para la discordia.

Este proceso también ha contribuido a fomentar el entendimiento y la confianza entre el Gobierno y los agricultores. Mientras que antes los agricultores se resistían a firmar un contrato en relación con el acuífero, ahora son ellos quienes lo defienden.

Para complementar el proceso de gobernanza, la FAO organizó escuelas de campo para agricultores con el fin de apoyarlos a emprender una gestión más sostenible de los recursos naturales.

“El proyecto nos proporcionó información valiosa sobre cuestiones relacionadas con el riego y las prácticas agrícolas y, a la vez, nos permitió reducir la cantidad de agua utilizada y, por lo tanto, recortar los costos de producción y aumentar nuestros ingresos”, dice el propietario de un campo de zanahorias de la comuna de Jakma, en Berrechid.

“Gracias a eso, hemos ahorrado un 50 % de agua en comparación con el riego por gravedad”, afirma Said.

El fortalecimiento de la gobernanza sostenible e inclusiva del agua es un proceso continuo. Mantener un diálogo permanente y un alto nivel de transparencia, así como invertir en datos precisos, serán aspectos fundamentales para prevenir futuros conflictos que puedan surgir debido a la falta de información o a las desigualdades en el acceso a los recursos hídricos.

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