La orgullosa tradición de producción de miel del Yemen ocupa un lugar especial en los corazones de sus gentes, pero se ve expuesta a una serie de desafíos. ©FAO
La historia de la miel yemení se remonta a la antigüedad; sus orígenes datan del siglo X a. C. y su calidad ha alcanzado fama mundial. No sorprende, por tanto, encontrar este líquido dorado en prácticamente todos los hogares del país. La miel ayuda a endulzar numerosos acontecimientos sociales y no solo es apreciada por sus cualidades nutricionales y sociales, sino que también posee un valor medicinal para los yemeníes. Es lo primero que toman las mujeres después de dar a luz, y es habitual tomar un poco de miel antes de visitar al médico.
Pero la producción de miel yemení se encuentra ante enormes retos. Además del daño ocasionado por la situación de conflicto que vive el país desde hace tiempo, los productores de miel, como Salim Al-Diwali, deben lidiar también con la impredecibilidad del clima. En la estación seca, los pastos están agotados y los apicultores deben comprar los granos de polen que constituyen la principal fuente de nutrientes para las abejas. A veces, cuando los apicultores no pueden afrontar los elevados costos del transporte de estos granos, terminan por abandonar las colmenas.
Aunque, a sus 41 años, Salim lleva más de 15 años practicando la apicultura en la localidad de Abadan, en la región de Shabwa, recientemente ha cambiado su visión tras participar en unos cursos enmarcados en el Proyecto de recuperación y mejora de la producción agrícola en pequeña escala (SAPREP) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Mundial. La iniciativa forma parte de un programa más amplio del Banco Mundial: el Programa Mundial de Agricultura y Seguridad Alimentaria.
El SAPREP ha ayudado a los apicultores de todo el Yemen a aumentar su productividad y nutrición mediante la mejora de las prácticas apícolas, lo que incluye una mayor eficiencia en la manipulación de las abejas y en las técnicas para la extracción de la miel.
La iniciativa también proporcionó colmenas y herramientas apícolas modernas a los apicultores participantes, lo que les permitió aumentar la calidad y cantidad de su producción y obtener más ingresos con los que mejorar la seguridad alimentaria de sus familias.
La FAO y el Banco Mundial han estado colaborando para ayudar a los apicultores yemeníes a potenciar la cantidad y calidad de su producción y mejorar sus medios de vida. ©FAO
Un negocio dulce
Para Salim, sacar el máximo partido a su negocio de miel implica un importante compromiso diario. Inspecciona sus colmenas, observa los movimientos de las abejas y la cantidad de miel que hay en los panales. Otros elementos cruciales que debe vigilar son las reservas de granos de polen y néctar y el estado de las abejas reinas. Observando su actividad, Salim puede decidir si transferir las abejas reinas a otras colmenas para aumentar la productividad.
Asimismo, debe compatibilizar las responsabilidades de estar casado y ser padre de siete hijos con un estilo de vida que, como sostienen muchos apicultores yemeníes, es parcialmente nómada. Pasa parte de su tiempo transportando en camión sus colmenas de un lado a otro en busca de los mejores pastos para las abejas y evitando lo peor de la rigurosa climatología del país. Cuando encuentra un lugar apropiado, instala sus colmenas lejos de los campos en los que los agricultores han estado utilizando plaguicidas. Además, suele pedir ayuda a los lugareños para garantizar la seguridad de sus abejas, convirtiendo así la producción de la miel en un “trabajo en equipo”.
Salim ha podido agrandar su negocio, aunque admite que le costó un gran esfuerzo. Cuenta que ha sacado un gran provecho de los cursos de la FAO sobre cómo extraer la cera cruda y mejorar el seguimiento de la producción de polen y ámbar.
Como beneficiario del SAPREP junto a otros apicultores, Salim recibió ocho colmenas, un tanque de agua, un separador para separar la miel de la cera y hojas de cera base a partir de las cuales las abejas pueden empezar a construir sus panales. Esto le permitió ampliar sus colmenas y aumentar el número total a 30, lo que se tradujo en un incremento de la producción de miel y cera.
No obstante, Salim cree que a pesar del lugar que la miel ocupa en los corazones de los yemeníes, la falta de mercados para este producto en el país no refleja su alta calidad. De hecho, él conserva en su hogar parte de la miel que recolecta debido al estancamiento del mercado local.
Pese a los extraordinarios desafíos, como la situación de conflicto, la escasez de lluvias y las plagas, que la mayoría de los apicultores superan, la cadena de valor de la miel tiene un enorme potencial de mayor desarrollo. ©FAO
Afrontar los retos
Como cabe suponer, un factor contundente que influye tanto en la oferta como en la demanda es la situación de conflicto, en la que las explosiones diezman muchas de las colmenas del Yemen, especialmente cuando estalló la violencia en 2015. Muchos de los obstáculos a los que se enfrentan los apicultores, como el mal estado de las carreteras, están relacionados con la situación de conflicto, haciendo que el transporte de la miel, las colmenas y el polen se convierta en un reto. A esto se suman otros problemas, como la escasez de lluvias, las plagas, entre ellas las de la mosca abeja, el abejaruco y las avispas, y el débil estado de los árboles de Sidr, que proporcionan un sabor único a la miel del Yemen.
A pesar de estos inconvenientes, la cadena de valor de la miel desempeña un papel clave en la seguridad alimentaria y nutricional del Yemen y proporciona ingresos a unos 100 000 apicultores en el país. Asimismo, hay un enorme potencial para un mayor desarrollo. La FAO y el Banco Mundial, en el marco del Proyecto de respuesta en favor de la seguridad alimentaria y la resiliencia del Yemen, están alentando a los agricultores a adoptar la apicultura como actividad alternativa de generación de ingresos.
Gracias a este tipo de iniciativas, pequeños apicultores como Salim tienen cada vez más capacidad para hacer frente a algunas de las dificultades, seguir produciendo la mundialmente famosa miel yemení y, tal vez, mirar esperanzados a un futuro más dulce.
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