Los sistemas agroalimentarios solamente son sostenibles si cumplen con las tres dimensiones del desarrollo sostenible: crecimiento económico, protección ambiental (y, por supuesto, regeneración) y justicia social inclusiva. La transición hacia esos sistemas agroalimentarios sostenibles requiere también de un enfoque multidimensional e integrado.

Por ejemplo, en el mundo nunca se alcanzará el objetivo del hambre cero (ODS 2) sin reducir la pobreza (ODS 1) y la desigualdad y sin abordar el acceso equitativo a los recursos (ODS 10). Asimismo, garantizar la buena salud y el bienestar (ODS 3) de la población mundial depende de que se proporcionen suficientes alimentos para todos (ODS 2). Del mismo modo, resulta esencial comprender las compensaciones entre los objetivos para que los avances en pro de un ODS no socaven los progresos logrados en otro. Por ejemplo, el aumento de la producción (ODS 12) repercute en la protección de la biodiversidad y los recursos naturales (ODS 15). En consecuencia, hay que formular con cuidado medidas en materia de políticas y soluciones innovadoras que maximicen las sinergias entre estos objetivos para lograr avances conjuntos y minimizar las contrapartidas de cara a la transición hacia los sistemas agroalimentarios sostenibles.

A tal fin, la FAO ha armonizado su Marco estratégico con los ODS. Este Marco aporta un plan operacional para acelerar la consecución de los ODS mediante la trasformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles para conseguir una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás. Cada una de estas esferas de transformación incluye sus propias medidas prioritarias, que guardan relación con varias de las metas interrelacionadas de los ODS. De este modo, se logra impulsar la interacción entre los ODS para obtener con mayor rapidez los resultados más favorables.