Picudo rojo: claves para entenderlo y las estrategias de control

El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es una plaga que afecta a las palmeras. Es una especie originaria del sudeste asiático, y se ha propagado es países como Japón, China, Egipto, Arabia Saudita, Francia, España, Grecia, Georgia y Túnez.
En Uruguay fue detectado por primera vez en Canelones en 2022. Desde entonces ha atacado a palmeras de Montevideo, Canelones, Maldonado, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja. Las acciones de detección y control por parte del Estado han sido de especial atención.
La FAO apoyó los esfuerzos del Ministerio de Ambiente (MA) y del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), mediante el envío de una misión técnica que analizó la situación de la plaga en el país y elaboró recomendaciones. Además, se llevaron a cabo jornadas de intercambio y capacitación con técnicos de ministerios e intendencias, académicos y representantes de entidades que tienen relación con el control de esta especie exótica.
El picudo rojo en Uruguay
El picudo rojo afecta principalmente una especie de palmera, las “canarias” (Phoenix canariensis), pero es un riesgo para las palmeras nativas como las Butiá y Pindó; donde no hay información suficiente para saber si puede atacar masivamente estas especies o no. Es conocido que “prefiere” la variedad canaria por el gran porte de la palmera y por lo dulce de su savia y también se sabe que ataca preferentemente a las palmeras más añosas, y por tanto más altas.
Según explica el MGAP en el plan de contingencia formulado cuando se detectó la plaga en 2022: “los daños son ocasionados principalmente por las larvas que se alimentan del interior de la palmera formando galerías. La alta tasa de reproducción, su capacidad de vuelo y la dificultad de manejo y control de la especie, así como el potencial de afectación a palmares nativos son factores que determinan la importancia de tomar acciones fitosanitarias ante la detección de una intercepción en campo o de un brote.”[1]
Los insecticidas son el método más efectivo para controlar al picudo rojo, pero su uso debe ser muy cuidadoso por otras consecuencias que estos pueden traer. Como expresa el MGAP: “además de requerir eficacia en el control de la plaga se deben minimizar los impactos negativos de estos productos hacia el ambiente (especies benéficas como abejas, pájaros, etc.) y las personas.”[2]
Luego de la misión técnica, se elaboraron recomendaciones basadas en experiencias que resultaron exitosas en otros países, adaptadas al plano local. Abordan los siguientes aspectos:
- Uso de trampas: Implementación de trampas para detectar la presencia del insecto y evaluar la densidad de población en áreas afectadas. Esto permite una respuesta temprana y dirigida para frenar su avance.
- Control químico: Uso de insecticidas específicos para reducir la población de larvas y adultos, minimizando el riesgo de expansión.
- Manejo de palmeras infectadas: Identificación y tratamiento de palmeras afectadas para minimizar los focos de reproducción. En algunos casos, el tratamiento puede salvar árboles en etapas iniciales de infección.
- Medidas de cuarentena: Restricción del traslado de palmeras vivas y material vegetal para evitar la dispersión del picudo rojo a nuevas áreas.
- Divulgación y sensibilización: Iniciativas de educación y comunicación dirigidas a fomentar la detección temprana y la colaboración en las estrategias de control.
Este trabajo área se enmarca en marco programático entre la FAO y el gobierno de Uruguay, como iniciativa para proteger la biodiversidad en los ecosistemas y el uso sostenible de los recursos naturales.
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