Las mujeres rurales son responsables de la mitad de la producción de alimentos y tienen papel fundamental en la seguridad alimentaria y nutricional de las familias del país. Patricio Quinos, Subsecretario de Ejecución de Programas para la Agricultura Familiar del Ministerio de Agroindustria de la Nación, es uno de los adheridos a nuestra campaña “Mujeres Rurales, motores del desarrollo”.

En esta nota, Quinos reconoce que las mujeres continúan viviendo en una situación de desigualdad social y política, la cual se refleja en su acceso y propiedad sobre la tierra. Por ello, se compromete con FAO Argentina a visibilizar las problemáticas que tienen las mujeres rurales en su diario y a generar acciones que ayuden a su empoderamiento.

¿Cómo ha influido el patriarcado en nuestra sociedad? ¿Cuáles fueron las primeras respuestas feministas?

Casi contemporánea a Aristóteles existió Hiparquía, una de las primeras mujeres filósofas y que podría considerarse la primera feminista de la historia. En su crítica a la asignación de roles sociales en base al género y su lucha contra el patriarcado, cuenta la historia que le preguntaron: “¿Por qué no te dedicas a las tareas propias de tu sexo, en lugar de dedicarte a la filosofía y atiendes tus deberes domésticos, como el telar?”. Con su ejemplo, rechazó la cultura oficial ateniense que recluía, excluía y subordinaba a la mujer, expulsándola del espacio público, tanto cultural, política como socialmente. Participaba de la vida pública y tenía “visibilidad”, frente a la “invisibilidad” femenina del momento, desafiando con su comportamiento público su rechazo a la oikonomía, una sociedad patriarcal, machista y misógina. Ese era el clima de época, ahora bien, transcurrieron casi 2300 años desde entonces y, pese a las transformaciones que hemos ido experimentando, y que, en los últimos 50 años han sido mucho más espectaculares, hay muchas instituciones que todavía resisten al cambio.

¿El patriarcado sigue vigente actualmente?

Aunque en franca decadencia, la institución patriarcal resiste. El Patriarcado concibe un orden rígido, en el cual establece que todo varón ha de ser masculino y toda mujer femenina, distorsionando el significado de ambos términos al darle al varón la mayoría de los privilegios sociales. Nuestra cultura ha retratado tradicionalmente a la mujer como un ser pasivo y receptor y al hombre como un ser activo y creador. Estas imágenes, han sido utilizadas a lo largo de los siglos para mantener a las mujeres en un segundo plano, sometidas al varón. La conexión entre los valores patriarcales y el capitalismo es fuerte y explica muchas veces la resistencia a que las mujeres participen de puestos clave en empresas y/o organizaciones gubernamentales, pero las críticas feministas actuales demuestran contundentemente que las actitudes patriarcales son mucho más antiguas que las economías capitalistas y están mucho más arraigadas en la mayoría de las sociedades.

¿Cuál es la situación actual de la mujer en la agricultura?

La agricultura familiar no es ajena a estas cuestiones, exacerbadas por la ruralidad. El sometimiento de las mujeres al rol reproductivo-doméstico y por lo tanto su trabajo, por llevarse a cabo en forma no remunerada, implica una relación de subordinación y de explotación económica de la mujer al varón. A pesar de los cambios concretos en los trabajos de los miembros de las familias, en el imaginario social persiste la visión de las mujeres como inexorablemente ligadas a estas cuestiones y sin posibilidad de cambiar, aun pudiendo elegir otra vida. Esta es la cuestión e implica un cambio en las relaciones de poder familiares.  

¿Con qué obstáculos se encuentran las mujeres rurales?

El modelo cultural del varón como principal sostén del hogar condiciona la forma en que las mujeres pueden insertarse en trabajos que “son para el mercado”. Además existe la creencia instalada de que “la mujer ayuda y no trabaja”, porque lleva adelante tareas no mercantilizables y es el varón el que decide que se hace, como se hace y como se distribuyen los recursos familiares para satisfacer las necesidades básicas de la familia en detrimento de las necesidades de las mujeres. Hay que quebrar esa matriz instalada ya que la postergación de la mujer se espiraliza, en tanto cuestiones muy básicas como que las mujeres participen de actividades de capacitación son resistidas y ni que decir tiene si se plantea la cuestión de la terminalidad educativa formal que les permite emanciparse y tener conciencia propia de su condición y de sus necesidades/posibilidades.

Paradójicamente, las mujeres no pueden acceder a capacitaciones para procesos productivos que después son llevadas a cabo íntegramente por ellas mismas, tal es el caso de cultivos de huerta que son tomadas por los varones y luego estos, una vez en casa, retransmiten lo aprendido a las mujeres para que lleven adelante las faenas. Lo mismo ocurre con el acceso a los recursos productivos, principalmente el acceso a la tierra, factor esencial para la organización de la vida social y de altísimo impacto en el desarrollo rural. Mejorarles el acceso a este recurso, aumenta el poder de las mujeres en sus hogares y organizaciones y disminuyen su vulnerabilidad y lo mismo ocurre con el acceso al agua, al crédito, sea para actividades productivas y/o comerciales y a otros derechos sociales básicos.

¿Cómo podemos empoderar a las mujeres rurales desde la política?

Promover políticas públicas orientadas a garantizar estos derechos para la mujer es comprometerse con problemas de honda incidencia social, y son parte de la fundamentación de cambios sociales y políticos necesarios en la ampliación de la genuina universalidad de los derechos humanos de las mujeres rurales. Este cambio de enfoque dará origen, inicialmente, a pequeños cambios en la arquitectura institucional y organizacional.

¿Qué medidas o acciones está desarrollando la Secretaria de Agricultura Familiar?

Estamos por abrir una oficina de la mujer rural que se ocupe específicamente de trabajar el rol de la mujer en la agricultura familiar. Se pretende definir los compromisos, los aspectos operativos y los mecanismos de coordinación que contribuyan con la ejecución de la política dirigida a la mujer rural, pero enmarcados dentro de las directrices globales de la política ministerial.

La población rural femenina es muy heterogénea y sus necesidades son diferentes en función de su realidad socioeconómica, de su activa participación en las tareas rurales -la mayoría de las veces invisible-, su contribución esencial para garantizar la unidad familiar y la seguridad alimentaria y nutricional del núcleo familiar. Todo ello hace más que necesario promover su desarrollo personal, su rol dirigencial y renovar su inserción en la comunidad. Ejemplos de liderazgo exitoso (cuando tienen la oportunidad) de mujeres al frente de empresas, unidades productivas, organizaciones gremiales y de la agricultura familiar sobran. 

¿Cuáles serían los objetivos de la Oficina de la Mujer Rural?

De mis charlas con agricultoras resultan evidentes las dificultades que tienen las instituciones para incorporar una mirada renovada de la mujer rural que atraviese horizontalmente sus políticas. El objetivo de la oficina de la mujer rural será diseñar estrategias que apunten a generar espacios que les permitan, desde sus percepciones y significados, en relación a su contexto familiar, local y zonal, contribuir a su visibilización como sujetos sociales y políticos activos con potencialidades y capacidades para participar activamente en la construcción de organizaciones sociales en el marco del desarrollo rural.

Tal vez ha llegado el momento de empezar a atender al clima de época y desandar el camino iniciado por la filosofía occidental hace 2300 años para con la mujer, cuando Aristóteles lanza en ‘La Política’: “el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad”.

Links de interés:

Subsecretaría de Ejecución de Programas para la Agricultura Familiar 

Flickr FAO Argentina "Campaña Mujeres Rurales"

Entrevistas a mujeres rurales