El 4 de marzo, el Gobierno argentino anunció nuevos ajustes en el régimen fiscal de las exportaciones a través del Decreto 230/2020, tras la revisión realizada en diciembre de 2019 (FPMA-Políticas alimentarias) en virtud de la cual los impuestos a la exportación de soja, aceite de soja y harina de soja se incrementaron de un 25 a un 30 por ciento y los de la exportación de cereales subieron de un 7 a un 12 por ciento. Los nuevos ajustes incluyen un aumento adicional de los impuestos a la exportación de soja y productos de soja –fijados actualmente en un 33 por ciento- y además prevén una segmentación fiscal en base al tamaño de las explotaciones agrícolas, en beneficio de los pequeños productores. La exportación de trigo, maíz y sorgo continúa gravada con un impuesto del 12 por ciento, así como las tasas impositivas aplicadas a la exportación de ganado en pie, carne de vacuno, pollo y leche en polvo, que se mantienen en un 9 por ciento. En cambio, los impuestos a la exportación de arroz cáscara se redujeron del 12 al 6 por ciento, así como los aplicables al arroz pulido que bajaron del 9 al 5 por ciento. La medida tiene como objetivo aumentar los ingresos del Estado y prevé que la subida de los impuestos se aplique únicamente a los grandes productores, a la vez que se reduce la carga tributaria de los agricultores en pequeña escala.