Por lo general, el rápido crecimiento económico puede contribuir a la reducción de la pobreza rural. Sin embargo, el crecimiento económico no es una panacea. Sigue existiendo pobreza rural allá donde las políticas:

1) no prestaron suficiente atención a la mejora de la productividad agrícola y los servicios e infraestructuras rurales

2) no dieron a la población rural acceso a servicios sociales y protección social

3) descuidaron el desarrollo de las organizaciones rurales de productores y consumidores

4) hicieron caso omiso de las dificultades específicas de las mujeres a la hora de acceder a los recursos productivos y los servicios sociales.

El cambio climático, el crecimiento de la población y la migración ejercen una presión desproporcionada sobre la población rural pobre allá donde los medios de subsistencia ya son menos resistentes. Para que las soluciones a la pobreza sean eficaces a largo plazo, la agricultura y los medios de subsistencia rurales deben tener en cuenta una sólida gestión de los recursos naturales y de los ecosistemas biodiversos. De lo contrario, se agotarán estos recursos naturales, lo cual perjudicará a las generaciones futuras.