Una elevada dependencia de la agricultura, cuantificada por el número de personas empleadas en el sector, aumenta la prevalencia de la subalimentación en 9,6 puntos porcentuales (25%); en el caso de los países de bajos ingresos, el aumento equivale a 13,6 puntos porcentuales (29%).
El hallazgo es diferente para los países de medianos ingresos, donde el aumento en prevalencia de la subalimentación es menos pronunciado y ocurre más tarde (desde 2015-2016). Esto tiende a indicar que los países de medianos ingresos fueron capaces de absorber los impactos del aumento de la exposición a los fenómenos climáticos extremos, pero es posible que no hayan sido capaces de hacerles frente en el período 2015-2016, posiblemente debido a la gravedad de la exposición a El Niño.
Otros factores pueden también haber entrado en juego durante este período, por ejemplo, la desaceleración económica que experimentaron muchos países latinoamericanos, que redujo el espacio fiscal para implementar programas sociales y disminuyó la capacidad de estos países para hacer frente a los eventos climáticos extremos.
Eventos meteorológicos extremos y crisis alimentarias
Mientras el hambre va en aumento, es igualmente alarmante que la cantidad de personas que se enfrentan a una inseguridad alimentaria a nivel de crisis continúe aumentando.
En 2017, casi 124 millones de personas en 51 países y territorios se enfrentaron niveles de “crisis” de inseguridad alimentaria aguda o peores, que requieren medidas de emergencia inmediatas para salvaguardar sus vidas y preservar sus medios de subsistencia. Esto supone un aumento en comparación con 2015 y 2016, cuando 80 y 108 millones de personas, respectivamente, se enfrentaban a niveles de crisis.
Los desastres relacionados con el clima representan ahora más del 80% de todos los principales desastres señalados a nivel internacional.
En 34 de estos 51 países, más del 76% de la población total que se enfrenta a niveles de crisis o situaciones peores de inseguridad alimentaria aguda (unos 95 millones de personas), se vieron afectados también por las crisis y los fenómenos climáticos extremos. Donde coincidieron los conflictos y las crisis climáticas, el impacto en la inseguridad alimentaria fue más severo. En 2017, 14 de los 34 países con crisis alimentarias padecieron el doble impacto de los conflictos y las crisis climáticas, lo que llevó a un aumento significativo en la gravedad de la inseguridad alimentaria aguda.
Las inundaciones causan más desastres relacionados con el clima a nivel mundial que cualquier otro evento climático extremo, y los desastres relacionados con las inundaciones registraron el mayor aumento (65%) en los últimos 25 años. La frecuencia de las tormentas no aumenta tanto como la de las inundaciones, pero las tormentas son el segundo factor más frecuente de desastres relacionados con el clima.
Impacto de la variabilidad climática en todas las dimensiones de la seguridad alimentaria
TLa mayoría de las personas más vulnerables a los choques climáticos y los riesgos naturales son los 2 500 millones de pequeños agricultores, pastores, pescadores y miembros de comunidades que dependen de los bosques, que obtienen sus alimentos e ingresos de recursos naturales renovables.
En 2015-2016, la sequía causada por El Niño resultó en pérdidas del 50-90% de las cosechas en el Corredor Seco de América Central, en especial en El Salvador, Honduras y Guatemala.
La variabilidad climática y los fenómenos extremos tienen el impacto directo más fuerte en la disponibilidad de alimentos, dada la sensibilidad de la agricultura al clima y el papel principal del sector como fuente de alimentos y medios de subsistencia para los pobres de las zonas rurales. Sin embargo, las consecuencias totales son mucho mayores y más complejas que tan solo los impactos en la productividad agrícola.
La variabilidad y los fenómenos climáticos extremos están socavando todas las dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad de alimentos (con pérdidas de productividad que reducen la producción alimentaria y aumentan las importaciones de alimentos); el acceso a los alimentos (que causa subidas en los precios de los alimentos y volatilidad –en especial después de los eventos climáticos extremos–, pérdida de ingresos para quienes dependen de la agricultura); utilización de alimentos e inocuidad alimentaria: consumo de alimentos reducido o peor, calidad e inocuidad de los alimentos reducidas debido a la contaminación de los cultivos, brotes de plagas y enfermedades causadas por la intensidad de las precipitaciones o cambios en las temperaturas.