Las tendencias predicen un crecimiento constate de la población que alcanzará los 9 000 millones de personas en 2050, lo que obligará a aumentar la producción de alimentos y piensos de los agroecosistemas disponibles, provocando una presión aún mayor sobre el medio ambiente. Se prevé que habrá escasez de terrenos agrícolas, de agua, de bosques, de recursos pesqueros y de la biodiversidad, así como de nutrientes y de energía no renovable.
Los insectos comestibles contienen proteínas, vitaminas y aminoácidos de alta calidad para los humanos. Además, tienen una tasa de conversión alimentaria elevada: los grillos, por ejemplo, necesitan seis veces menos alimentos que el ganado, cuatro veces menos alimentos que las ovejas, y dos veces menos alimentos que los cerdos o los pollos de engorde para producir la misma cantidad de proteínas. Además, producen menos amoniaco y gases de efecto invernadero respecto a la ganadería convencional y pueden alimentarse con restos orgánicos. Por lo tanto, los insectos son una fuente potencial para la producción convencional (mini-ganadería) de proteínas, ya sea para el consumo humano directo o para el consumo indirecto dentro de alimentos reelaborados (con proteínas extraídas de insectos), y también, como fuente de proteínas dentro de mezclas de materias primas para piensos.
¿Sabías qué…?
Enlaces de interés
- Codex Alimentarius
- Inocuidad y calidad de los alimentos
- International Network of Food Data Systems (INFOODS)
- Bosques para la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud humana
- Productos forestales no madereros
Divisiones relacionadas
- División de Producción y Sanidad Animal (NSA)
- División de Alimentación y Nutrición (ESN)
- Sistemas Agrolimentarios