Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades. Según las previsiones, esa proporción aumentará hasta el 68 % para 2050, por lo que la urbanización es una de las tendencias mundiales con mayor capacidad transformadora.
Las ciudades son responsables ya del 70 % del desperdicio en el mundo y en ellas se consume casi el 80 % de la energía mundial. Aunque la rápida urbanización ha sido un catalizador de soluciones innovadoras en muchas esferas, como la vivienda, el transporte y la infraestructura, a menudo se pasa por alto un elemento fundamental: la seguridad alimentaria y la nutrición.
Lamentablemente, la vida en la ciudad a menudo genera malos hábitos alimentarios. Las zonas urbanas son además una fuente importante de desperdicio de alimentos. Por otra parte, la urbanización se está produciendo a costa de los recursos naturales y los espacios verdes, lo cual acrecienta la vulnerabilidad de las comunidades urbanas a los efectos del cambio climático. Si queremos crear ciudades saludables y sostenibles para las generaciones futuras, tendremos que reconsiderar la forma en que funcionan nuestras ciudades. La Agenda de la Alimentación Urbana de la FAO apoya a los responsables de la formulación de políticas a nivel mundial para que los sistemas alimentarios se incorporen en la planificación urbanística.
A continuación se exponen cinco formas de lograr que las ciudades sean más saludables y sostenibles.
1. Promover la agricultura urbana
Cuando se piensa en la agricultura, a casi todo el mundo le vienen a la mente las zonas rurales. Pero, ¿sabía usted que más de 800 millones de personas practican la agricultura urbana en todo el mundo?
Manteniendo los terrenos agrícolas en las zonas urbanas podemos acortar las cadenas de suministro y, por lo tanto, reducir la cantidad de CO2 emitido durante el transporte de los alimentos de las zonas rurales a las urbanas. Mediante la producción y la venta de una mayor cantidad de alimentos frescos dentro de la propia ciudad se puede reducir el impacto ambiental de la distribución de alimentos, incrementar las oportunidades de que haya cadenas de suministro locales inclusivas y mejorar el acceso a alimentos nutritivos, por ejemplo a través de los mercados de agricultores.
Desde la ciudad de Medellín, en Colombia, la FAO ha prestado apoyo a los departamentos de Nariño, Antioquía y Boyacá para la creación de huertos comunitarios. De esos huertos se han beneficiado más de 7 500 familias, que ahora pueden cultivar sus propios alimentos e incluso vender el excedente. El proyecto tuvo tanto éxito que Colombia está desarrollando ahora una serie de iniciativas políticas, legislativas y gubernamentales para promover planes similares en todo el país.