Patrick Mutepeya

“El mijo nos ha traído alegría y ha salvado a mi familia”. | “Ahora puedo pagar las matrículas escolares de mis hijos”.
01/06/2023

Zimbabwe

Cuando comenzó su propia explotación hace más de 30 años, Patrick Mutepeya no se lo pensó dos veces antes de cultivar maíz. Había crecido en la zona rural de Zimbabwe, donde este cereal siempre había sido la estrella y las cosechas de la década de 1980 habían sido abundantes, por lo que el maíz era la opción evidente. 

Fue testigo de la gran sequía de 1992, que provocó que los rendimientos quedaran diezmados, que millones de agricultores necesitaran ayuda y que Zimbabwe —anteriormente una de las “regiones granero” de África— se convirtiera en un importador neto de alimentos durante los próximos decenios. 

Patrick se recuperó y siguió cultivando maíz. Pero después de eso las buenas cosechas fueron pocas y aisladas, según dice, aproximadamente una cada cinco años. 

Al igual que Patrick, alrededor de dos tercios de la mano de obra de Zimbabwe trabaja en la agricultura, lo que significa que las perturbaciones climáticas pueden afectar a los medios de vida de muchas personas en el país. 

Después, en 2017, tras aprender sobre diversos métodos agrícolas resistentes al clima, Patrick finalmente pasó a cultivar mijo perla. Como otros que se dedican a la actividad agrícola, al principio era escéptico acerca de este cereal. Pero la escuela de campo para agricultores a la que asistió le permitió experimentar en parcelas de prueba, y en última instancia, se convenció tras obtener resultados coherentes. Nunca lamentó su elección. 

“El mijo nos ha traído alegría y ha salvado a mi familia”, dice con sinceridad. Y no solo porque el cereal es tolerante a la sequía, sino que también es más barato de producir, añade. 

“Las variedades autóctonas de semillas son más accesibles y disponibles en el banco local de semillas”, explica. “Ello ha contribuido en gran medida a reducir los costos de producción”. 

Actualmente, Patrick es miembro de la red de bancos comunitarios de semillas, que los agricultores utilizan para preservar e intercambiar variedades de semillas indígenas. Por lo general, los agricultores pueden acceder a semillas que se pueden conseguir fácilmente a un bajo costo siempre que repongan el banco de semillas con su propia cosecha cada año. La red le enseñó cómo preservar mejor sus semillas de mijo, y ahora transmite esos conocimientos “mediante días de campo y ferias de semillas y alimentos”, señala. 

“Sigo difundiendo las enseñanzas acerca de cómo preservar variedades de los agricultores”, añade. Asimismo, trabaja con una empresa y cooperativa de semillas de Zimbabwe, Champion Seeds, en el ámbito de la multiplicación de semillas. Esto significa que cultiva partes de su mijo específicamente para aumentar la cantidad de semillas indígenas para la venta. 

Gracias a sus cosechas de mijo excedentarias, ya ahorró lo suficiente para construir una vivienda de ladrillos para su familia. Y lo que es más importante, “ahora puedo pagar las matrículas escolares de mis hijos”, afirma. 

Su próximo objetivo es añadir valor a través del procesamiento. “En los próximos cinco años”, proyecta, “prevemos comprar una trilladora de cereales finos para uso doméstico y para alquilar a otros agricultores”. 

Patrick se benefició de la labor del Fondo de Desarrollo Comunitario, una organización no gubernamental local que ayuda a los agricultores rurales a crear medios de vida más sólidos preservando al mismo tiempo la biodiversidad, entre otras cosas, mediante el establecimiento de bancos de semillas y cooperativas.