Si hablamos con un agricultor mayor en el Senegal lo más probable es que tenga un vívido recuerdo de la década de 1970. Las sequías recurrentes diezmaron los cultivos y pusieron a prueba la resiliencia de las familias agricultoras senegalesas. Pero, como suele pasar, la adversidad también impulsó la movilización, y unos 50 años después los resultados se pueden ver en todo el país.
Por aquel entonces nació la Federación de Organizaciones No Gubernamentales del Senegal (FONGS), una federación de organizaciones de agricultores que se remonta a 1976. Hoy reúne a 120 000 miembros de 33 asociaciones de todo el país y ofrece capacitación, información y financiación rural. También aboga ante el Gobierno, promueve la participación de las mujeres y los jóvenes agricultores, y ayuda a los miembros a desarrollar el espíritu emprendedor.
El mijo ocupa más de la mitad de la superficie cultivada en el Senegal. Y cuando se trata de promocionarlo mejor, Masse Gning ha sido uno de los principales impulsores.
“Cultivo mijo desde mi infancia y el mijo es el principal cereal que consumo”, dice Masse, quien creció en el sur de la capital, Dakar.
Es miembro de FONGS desde la década de 1970, y desde hace más de un decenio gestiona un proyecto para mejorar la cadena de valor de los cereales secos —especialmente del mijo— en la parte occidental del país.
Esto significa, por ejemplo, introducir nuevas máquinas para el procesamiento posterior a la cosecha y construir panaderías rurales donde se puedan vender productos con valor añadido. También crean nuevos mercados a través de contratos con fábricas de harina, escuelas y centros de salud. Además, promocionan sus productos en ferias locales y emisoras de radio y ejercen presión sobre las autoridades para que introduzcan políticas a favor de la agroecología y el consumo local.
Masse organiza reuniones mensuales para velar por que se escuche a todas las personas que intervienen en la cadena de valor, que cada una obtenga ganancias suficientes y que los precios sean justos y competitivos. Esto comprende las organizaciones de agricultores, las mujeres que trabajan en el procesamiento de cereales, los panaderos artesanales y las explotaciones familiares donde se produce mijo.
Actualmente, está trabajando en introducir el mijo en cadenas de valor existentes de pan y dónuts.
“Creemos que el mijo sigue teniendo un gran potencial [sin explotar] de producción, utilización y posicionamiento en el mercado”. Y esto brinda esperanza, tanto ahora como para los próximos 50 años.