Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los sectores agroalimentarios representan en torno al 34 % de las emisiones totales. Pero la agricultura es también uno de los ámbitos más afectados por el cambio climático. Se encuentra, por tanto, en una situación única para ofrecer soluciones. ©FAO/Alessandra Benedetti
Cuando vemos en las noticias reportajes sobre el cambio climático, a menudo se acompañan de imágenes en las que aparecen chimeneas de fábricas y atascos de tráfico. Puede que no seamos conscientes ―o quizá sí― de que la agricultura es también un factor que contribuye de forma significativa al cambio climático. De hecho, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de los sectores agroalimentarios —los sistemas mediante los cuales se cultivan, producen y distribuyen nuestros alimentos— representan en torno al 34 % del total de las emisiones de GEI. Pero al oír esto, ¿reflexionamos alguna vez sobre el hecho de que la agricultura es también uno de los ámbitos más afectados por el cambio climático? Puesto que el sector agrícola es a un tiempo origen y víctima, su posición es única para ofrecer soluciones frente a este enorme reto.
El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos e impredecibles originados por el cambio climático ya están poniendo en riesgo la seguridad alimentaria en muchos lugares del mundo.
A fin de responder a esta situación, la FAO está intensificando su labor para ayudar a transformar nuestros sistemas agroalimentarios de manera que puedan responder mejor a la crisis climática. Una manera de hacerlo es propagando el uso de técnicas agrícolas verdes y resilientes al clima, que pueden ayudar a reducir las repercusiones negativas de las formas en que nuestros alimentos se producen y llegan hasta nuestros platos.
He aquí cuatro ejemplos de cómo la FAO está ayudando a los agricultores y productores de alimentos de todo el mundo a aplicar soluciones innovadoras verdes y resilientes al clima.
1- Técnicas de agricultura climáticamente inteligente en Sri Lanka
En Sri Lanka, los efectos del cambio climático y de los factores medioambientales en la agricultura son ya bastante evidentes. Los campos se están volviendo improductivos debido a las fuertes lluvias, la excesiva labranza del suelo y la falta de nutrientes. Los embalses se están encenagando, lo que afecta a los sistemas de riego e impide el uso eficiente del agua. Todo esto hace que los pequeños agricultores luchen por generar beneficios y recurran a menudo a métodos de cultivo insostenibles desde el punto de vista ambiental para ganarse la vida con la tierra.
A través del proyecto “Ahorrar para crecer”, respaldado por el Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura de Alemania, la FAO capacitó a más de 1 130 agricultores en la optimización del uso de agua, los insumos agrícolas y la fuerza de trabajo. Esta capacitación ha ayudado a los pequeños agricultores que producen los cultivos principales de la isla a utilizar entre un 10 % y un 20 % menos de agua para el riego, por lo que pueden almacenar una cantidad mayor para la siguiente temporada de cultivo. Al preparar sus terrenos en una etapa temprana, en lugar de esperar a que los embalses se llenen, pueden regar un 15 % más de tierras en la estación seca. El ahorro de agua durante la temporada de crecimiento, la siembra temprana y un mejor uso del agua de lluvia se traducen en una mayor cantidad de reservas de agua tras la estación seca. Aprendieron también a aplicar fertilizantes de una forma más precisa, reduciendo en un 27 % las cantidades empleadas.
2- Reforestación en el Paraguay
En zonas del este del Paraguay, la deforestación y la degradación de los bosques están generalizadas y el cambio climático hace que las comunidades que dependen de la agricultura familiar para la producción de alimentos y como medio de vida sean cada vez más vulnerables.
La FAO está respondiendo a las necesidades de estas comunidades como principal organismo de ejecución de un proyecto del Fondo Verde para el Clima (FVC) que se está llevando a cabo en la zona, destinado a 87 000 personas, muchas de ellas de comunidades indígenas. Los agricultores recibirán transferencias monetarias ambientales condicionadas y, a cambio, deberán emprender proyectos agroforestales sensibles al clima. Estas iniciativas incluyen el cultivo de árboles como el eucalipto, frutos cítricos y plantas de yerba mate y el abandono de la práctica de la tala de bosques nativos para obtener combustible. Dicho cultivo contribuirá a proporcionar sombra, conservar los suelos, almacenar CO2 y regular los flujos de agua, ayudando a los pequeños agricultores a adaptarse a una mayor frecuencia de sequías e inundaciones mediante la diversificación de sus principales cultivos tradicionales ―algodón, frijoles, yuca, sésamo y caña de azúcar―.
El proyecto “Ahorrar para crecer” de la FAO en Sri Lanka capacitó a más de 1 130 agricultores en la optimización del uso del agua, los insumos agrícolas y la fuerza de trabajo. Izquierda/Arriba: ©FAO/Luca Sola Derecha/Abajo: ©Dinesh Pussegoda
3- Pesca resiliente al clima en Malawi
En Malawi, el sector de la pesca emplea directamente a casi 60 000 pescadores, e indirectamente apoya a más de 500 000 personas. El proyecto de la FAO sobre creación de resiliencia al cambio climático en el sector pesquero se centra especialmente en las comunidades que viven en las orillas del lago Malombe de Malawi, cuyas aguas están altamente sobreexplotadas.
Este proyecto, respaldado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), ayuda a las comunidades a reducir la vulnerabilidad de la piscicultura al cambio climático promoviendo la tecnología de estanques profundos. Unos estanques más profundos tienen un riesgo menor de secarse en tiempos de sequía, al tiempo que la mayor altura de las paredes ayuda a evitar la fuga de peces en las inundaciones. Se promueve asimismo la cría de peces de rápido crecimiento para que puedan recolectarse antes de que los estanques menos profundos se sequen.
4- Cría de ganado climáticamente inteligente en el Ecuador
En el Ecuador, la producción de ganado es uno de los pilares de la economía nacional y de la estructura económica y social del país. Pero su impacto ambiental es motivo de preocupación debido a que las emisiones procedentes de la actividad ganadera constituyen una fuente importante de GEI.
En el marco de un proyecto sobre ganadería climáticamente inteligente, financiado por el FMAM, la FAO ha trabajado con técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería del Ecuador para ayudar a promover técnicas de gestión ganadera climáticamente inteligente entre los agricultores del país. Estas prácticas incluyen una mejor gestión de los pastos y el estiércol, el riego de los prados, los bancos de forraje y el pastoreo de rotación, así como la mejora de las técnicas empleadas para el ordeño y para garantizar la salud de los animales.
Hasta la fecha, más de 1 000 agricultores han adoptado, en el marco del proyecto, nuevas modalidades de gestión ganadera más climáticamente inteligentes. Lo cual no solo ha contribuido a reducir las emisiones de GEI en más de un 26 %, sino que también ha ayudado a los ganaderos a aumentar su productividad y generar un 17 % más de ingresos.
En el Ecuador, la FAO y el FMAM han ayudado a más de 1 000 agricultores a adoptar modalidades de gestión ganadera más climáticamente inteligentes, contribuyendo de este modo a una reducción de las emisiones de GEI. © FAO
La reversión de la pérdida de biodiversidad, la reducción de las emisiones de GEI, la mejora de la adaptación agrícola y el fortalecimiento de la resiliencia de los agricultores son esenciales tanto para abordar el cambio climático como para combatir el hambre y la pobreza. La FAO está trabajando para ofrecer soluciones innovadoras a estos retos promoviendo formas más verdes y más resilientes al clima de producir alimentos y reinventando los sistemas agroalimentarios para que sean más inclusivos y sostenibles.
En noviembre de 2021, la FAO sensibilizará sobre este tema y promoverá un debate sobre la “agricultura verde y resiliente al clima” en el 26.º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) en colaboración con asociados clave, entre ellos China, los Estados Unidos de América, el FMAM y el FVC. Una agricultura verde y resiliente al clima es una parte importante de las soluciones para proporcionar alimentos nutritivos, preservando a la vez la salud de los ecosistemas para las generaciones futuras.
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