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Los océanos y el cambio climático: es hora de dialogar


La FAO celebra un debate sobre el estado de nuestros océanos y la amenaza que representa el cambio climático

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Los océanos absorben alrededor del 25 % de los gases de efecto invernadero que emitimos actualmente, así como casi todo el exceso de calor de la Tierra... ¡El 93 %, para ser exactos! ©Kimberly Jefferies/Coral Reef Image Bank

05/02/2021

Los océanos son una parte esencial de nuestro planeta. Nos proporcionan alimento y mantienen nuestro entorno saludable. Sin los océanos, simplemente no existiríamos.

No obstante, el cambio climático provoca que las temperaturas oceánicas suban, los icebergs se derritan y el nivel del mar aumente. Hemos de actuar para invertir estas tendencias, y la sensibilización sería el primer paso. Para ello, la FAO celebró un debate en línea titulado “Talking Ocean and Climate Change” (Diálogo sobre los océanos y el cambio climático), presentado por la Editora de medio ambiente de France24, Sra. Mairead Dundas. Un grupo de expertos en océanos y aficionados al tema se reunió para intercambiar puntos de vista y discutir sobre lo que todos podríamos hacer por nuestros océanos en la lucha contra el cambio climático.

Pero, ¿qué está ocurriendo ahora mismo con nuestros océanos?

Las últimas investigaciones revelan que, como consecuencia directa del calentamiento del planeta, las temperaturas de los océanos han alcanzado un máximo histórico. Las costas se inundan con mayor regularidad y las especies luchan por adaptarse a temperaturas más cálidas. De hecho, por cada grado más de temperatura de los océanos, perdemos el 5 % de la biomasa oceánica.

Esto repercute no solo en la biodiversidad y los ecosistemas, sino en millones de personas cuyos medios de vida dependen de los océanos. De acuerdo con el Sr. Manuel Barange, Director de la División de Pesca de la FAO, hemos de prestar particular atención a la relación entre los seres humanos y la naturaleza: no estamos separados, sino conectados de manera intrínseca.

“No olvidemos que el 10 % de la población (mundial) depende de los océanos y la pesca para subsistir. Muchas de estas personas integran los sectores más pobres de la sociedad, regentan pequeños negocios o dependen de los océanos para su supervivencia”, dice.

Uno de los componentes del grupo, la Sra. Flower Ezekiel Mbaye, conoce especialmente bien esta cuestión. Por su condición de experta en cultura de algas e innovación acuícola en Tanzanía, ha sido testigo de los efectos del cambio climático en la pesca y los pescadores. Muchas de las mujeres locales de Zanzíbar obtienen sus ingresos de la cultura de algas, pero Flower explica que el calentamiento de los océanos en la región está afectando a sus cultivos. Determinados tipos de algas de alto valor están sufriendo, lo que está forzando a los habitantes de zonas costeras a cambiar de cultivos y ejercer su actividad en otro lugar.

Arriba a la izquierda: El Sr. Manuel Barange con estudiantes y técnicos en un vivero de acuicultura en Zanzíbar. ©FAO Abajo a la derecha: Nuestro grupo de expertos en océanos y aficionados al tema discute sobre el modo en que podemos contribuir a mejorar

¿Cómo ha afectado la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) a la situación?

Inevitablemente, la discusión pronto giró hacia los efectos de la COVID-19. En los últimos meses, nuestros océanos y las comunidades que dependen de ellos han sufrido los efectos adversos de la pandemia.

La Sra. Fiona Harvey, periodista galardonada del periódico The Guardian, señala que la COVID-19 sumió en dificultades a múltiples pescadores. Con los restaurantes y hoteles cerrados y muchos enlaces de transporte suprimidos, multitud de pescadores se quedaron sin gran parte de los mercados a los que destinaban sus productos.

“La COVID-19 ha tenido una repercusión compleja en el mar que ha presionado de distintas formas a la industria”, indica.

El Sr. Marc Murphy, aclamado chef y figura televisiva asentado en Nueva York, está de acuerdo. Durante el confinamiento, reparó en la situación de los ostricultores: la mayoría de sus ostras solían venderse a la hostelería, pero al clausurarse este sector, se terminaron los mercados para sus productos y, por ende, su fuente de ingresos.

“A decir verdad, las personas no las comen en casa”, dijo Marc refiriéndose a las ostras, “así que probé a hacer demostraciones en las redes sociales, en las que enseñaba a desbullarlas o cocerlas para animar a la gente a comprarlas directamente en los ostreros. Tenemos que encontrar fuentes creativas de inspiración para las personas”. La cocina, señala, puede ser un modo de conectar los océanos y la sociedad.

¿Somos todo lo conscientes que deberíamos en lo que concierne a estas cuestiones?

La Sra. Céline Cousteau, activista medioambiental, realizadora de documentales y nieta del célebre explorador Jacques-Yves Cousteau, cree que no somos lo suficientemente conscientes a este respecto. Para ella, es vital que la atención de los ciudadanos se dirija hacia el estado de nuestros océanos a fin de poder realizar progresos.

Explica que uno de los desafíos supone que, pese a que los científicos y determinadas comunidades entienden estas cuestiones, para los ciudadanos comunes los océanos “siguen siendo solo...un lugar de vacaciones, fuente de alimentos marinos. No se está estableciendo esa conexión”, indica Céline.

Es nuestra responsabilidad proteger nuestros océanos y la biodiversidad que albergan. La reducción del uso de plástico y la adquisición de productos sostenibles son dos maneras que tenemos de ayudar. ©FAO/Luis Costa

¿Cómo podemos colaborar?

¡Sí existen soluciones innovadoras! Marc aludió a una aplicación que mejora la rastreabilidad del pescado, lo que permite a restaurantes, cocineros y consumidores acceder a alimentos marinos sostenibles. Fiona considera que muchas soluciones residen en la propia naturaleza: por ejemplo, la restauración de los manglares en zonas costeras protege de manera natural frente a las condiciones meteorológicas adversas, además de actuar como criadero de pesca y de potenciar la biodiversidad.

Todos los miembros de nuestro grupo coincidieron en lo siguiente: cada uno de nosotros podemos marcar la diferencia dando a conocer nuestra opinión, sensibilizando y prestando atención a los problemas que enfrentan nuestros océanos y así poder actuar en consecuencia.

¿Por dónde empezamos, pues? Las empresas pueden adoptar métodos sostenibles y utilizarlos como tema para entablar conversación con sus clientes. Los consumidores pueden marcar una gran diferencia eligiendo comprar de manera sostenible, expandiendo el mercado de productos respetuosos con el medio ambiente. Por último, debemos hacer que los océanos sean un tema candente de conversación con nuestros políticos y representantes, clientes, familiares y amigos. Todos tenemos voz: ¡es hora de alzarla!

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