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Compartir agua en el granero de Rwanda


Mejoramiento de las prácticas agrícolas y aumento de las cosechas estacionales

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El suministro de agua siempre ha supuesto un problema para los agricultores de Rwanda, donde la estación seca es larga. ©Agrinatura y la FAO/Nick Pasiecznik.

27/08/2020

El distrito de Nyagatare (provincia oriental) es el granero de Rwanda, una amplia zona de tierras agrícolas que proporciona alimentos para todo el país. Los habitantes de este distrito son en su mayoría agricultores, que se dedican a la cría de ganado y al cultivo de productos como el maíz y el arroz, pero se ven afectados por una larga estación seca que se extiende desde junio hasta mediados de septiembre. Por tal motivo, el agua siempre ha sido un recurso vital muy solicitado por el que existe una gran competencia.

En 2015, el Gobierno de Rwanda, con el apoyo financiero del Banco Mundial, construyó una presa y un embalse de 10 millones de USD.

Sin embargo, al poco tiempo, los agricultores que cultivaban en la parte superior de la ladera empezaron a retener al menos una octava parte de las aguas de lluvia que fluían hacia la cuenca inferior, dejando a los agricultores y ganaderos cuesta abajo en una situación difícil. Estallaron conflictos y se necesitaba una solución para el problema. 

Resolución de conflictos 

El proyecto de Desarrollo de capacidades para sistemas de innovación agropecuaria (CDAIS) se puso en marcha con el fin de ayudar a las personas, organizaciones y órganos nacionales que participan en la innovación de los sectores agrícolas a abordar problemas y mejorar la colaboración mediante el diálogo. El proyecto, que cuenta con el respaldo de la Unión Europea (UE) y cuya ejecución ha estado a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en asociación con Agrinatura ―un consorcio de 31 universidades y centros de investigación de Europa―, utiliza un enfoque basado en la comunidad que funciona a través de la reflexión, el aprendizaje en grupo y el aumento de la participación, ayudando a los agricultores a adoptar métodos innovadores en mejores condiciones.

Gracias al proyecto CDAIS, los agricultores y las partes interesadas locales están trabajando conjuntamente para garantizar que todas las personas tengan acceso al agua que necesitan. ©Agrinatura y la FAO/Nick Pasiecznik.

Los agricultores de Nyagatare han participado en el proyecto CDAIS con el objetivo de encontrar una forma de solucionar sus problemas asociados al uso compartido del agua. En el marco de este proyecto, la FAO ha creado un foro que reúne a agricultores locales, propietarios de ganado, dirigentes locales, organizaciones no gubernamentales y otros usuarios del agua para debatir y solucionar problemas.

El objetivo principal era promover una utilización justa, eficaz y eficiente del agua, así como la gestión de conflictos a través de la colaboración. Athanase Mahoni, uno de los agricultores participantes, comentó que la capacitación del proyecto CDAIS “había empoderado a los agricultores para resolver sus propios problemas”. A la larga, este proyecto ha impulsado el marco de una asociación entre usuarios del agua y prestadores de servicios y ha ayudado a aumentar la productividad, así como a garantizar una repartición justa del agua. Asimismo, ha velado por que las reparaciones de la presa y de los canales de distribución se llevaran a cabo utilizando las contribuciones de los miembros. “Anteriormente, habíamos tenido problemas con agricultores que no querían pagar el canon del agua”, explica Athanase. “Hoy en día, más agricultores lo están pagando” y las reparaciones se pueden llevar a cabo de manera oportuna.

Con el proyecto CDAIS, todos se han conocido y han aprendido a escuchar, lo que ha dado lugar a una comunicación y un entendimiento mejores, así como a una nueva confianza mutua. En el pasado, los ganaderos se habían enfrentado a otros miembros de la asociación de usuarios de agua por cuanto sentían que tenían derecho a acceder a este recurso de forma gratuita. El proyecto ha cambiado las percepciones y, actualmente, los agricultores son más pragmáticos y organizados y llevan a cabo la mayoría de las reparaciones de la presa y de los canales de distribución.

Antes de recibir el asesoramiento del proyecto CDAIS, los distintos grupos de agricultores velaban únicamente por sí mismos, pero ahora permanecen unidos. “Hoy por hoy, puedo afirmar que somos capaces de resolver el 90 % de las dificultades que enfrentamos”, apunta Athanase. El proyecto CDAIS ha contribuido a la capacitación y el mantenimiento de registros, lo que ha permitido un intercambio transparente de información financiera que, a su vez, ha facilitado las negociaciones de pagos anticipados con compradores para sus cultivos y ganados.

El proyecto se ha traducido aproximadamente en una multiplicación por seis de la cosecha estacional de arroz. ©Agrinatura y la FAO/Nick Pasiecznik.

Mejores prácticas para rendimientos superiores

Los beneficios del enfoque son cada vez más evidentes: el mejoramiento del uso compartido del agua y de las prácticas agrícolas ha dado lugar a un aumento de la productividad; la cosecha estacional de arroz se ha multiplicado de 1 tonelada por hectárea a la increíble cifra de 5,8 toneladas por hectárea. Asimismo, los agricultores han adquirido competencias en materia de gestión empresarial y han logrado un acceso más amplio a los mercados. “Actualmente, cosechamos cantidades mayores para venderlas fuera de nuestro distrito y hemos firmado contratos con compradores de Kigali”, declaró Athanase.

Además de la labor transformadora del proyecto CDAIS, el Representante de la FAO en Rwanda, Gualbert Gbehounou, ha alentado a los agricultores ruandeses a adoptar prácticas innovadoras como el riego por goteo y la plantación de variedades de semillas híbridas que tienen un consumo de agua bajo. Estas nuevas prácticas garantizarán además que los recursos hídricos existentes aumenten la productividad. 

Un enfoque que funciona 

El proyecto CDAIS ha utilizado un enfoque participativo y de aprendizaje continuo para mejorar las capacidades funcionales (“aptitudes generales”) en el distrito de Nyagatare.

“El enfoque del proyecto CDAIS reúne a las partes interesadas fundamentales con el fin de evaluar las necesidades en materia de desarrollo de la capacidad para promover una innovación que satisfaga las necesidades de los pequeños agricultores, agronegocios locales y consumidores”, destaca Selvaraju Ramasamy, Jefe de la Unidad de Investigación y Extensión de la FAO.

El proyecto ha sido ejecutado por la FAO y Agrinatura en ocho países (Angola, Bangladesh, Burkina Faso, Etiopía, Guatemala, Honduras, Lao y Rwanda). El enfoque y el elemento esencial son los mismos para todos los países: facilitar un espacio para que los pequeños productores locales dialoguen, innoven y aborden los problemas conjuntamente en beneficio de todos.

El objetivo general del proyecto CDAIS es que los sistemas de innovación agrícola sean más eficientes y sostenibles y, al mismo tiempo, se comprendan las realidades de los agricultores, agronegocios y consumidores, lo que a su vez ayuda a mejorar la seguridad alimentaria y a poner fin al hambre, un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) fundamental.

El efecto de la COVID-19 en los agricultores rwandeses

Como en tantos países de todo el mundo, la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha cambiado la situación en Rwanda. Los agricultores tuvieron que dedicar el dinero que habrían invertido en actividades agrícolas a cubrir las necesidades más inmediatas de sus familias.

Yussuf Nkurizabo, que dirige ahora la asociación de múltiples partes interesadas relativa al proyecto “Desarrollo de capacidades para sistemas de innovación agropecuaria” (CDAIS), señala: “Durante el confinamiento por la COVID-19, no era fácil llevar nuestra producción a un mercado. Cultivamos tomates, calabazas y otras hortalizas, pero acabaron pudriéndose en las huertas”.

Tanto transportar la producción como llegar a los clientes eran tareas problemáticas. Nkurizabo prosigue: “No tenemos clientes permanentes. Solemos ir a Kigali para buscar clientes, pero esta vez no era posible. Incluso los clientes que teníamos nos abandonaron durante ese período porque no podíamos hacerles llegar los suministros”.

De las cerca de 5 toneladas de frutas y hortalizas que suelen cosecharse por hectárea, en este período solo se recogieron 3 toneladas. El resto acabó echándose a perder.

Ahora surge el reto de reanudar estas actividades agrícolas. “A pesar de que se ha levantado el confinamiento, aún no hemos encontrado la estabilidad financiera. Carecemos de capital suficiente que reinvertir en las actividades agrícolas. Tenemos que trabajar de nuevo con los mercados”, concluye Nkurizabo.

En la actualidad, la FAO está realizando un estudio de referencia sobre el uso del agua y su eficiencia. Tras la intervención, se medirá la mejora en la eficiencia del uso de dicho recurso. La FAO está alentando a los agricultores a que utilicen la superficie cubierta por el riego para recuperarse de las pérdidas ocasionadas por la COVID-19.

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