Bermet soñaba con poder proveerle alimentos nutritivos a su familia y comunidad local durante todo el año. ©FAO/Karina Levina
Bermet y su familia viven en una comunidad rural de Kirguistán, donde siempre han sido ellos mismos los reponsables de cultivar su propio alimento. Como parte de sus alimentos básicos figuran las papas, el maíz y los tomates, gracias a la facilidad con la que estos alimentos se cultivan en esta área. Siempre han tenido alimento sobre la mesa, pero el disfrutar de “seguridad alimentaria” conlleva un significado mucho más allá del simple hecho de tener suficiente para comer – se trata también de lograr acceder a una dieta balanceada y nutritiva. Es esto último lo que representaba un desafío para Bermet y su familia.
“Yo siempre he sabido que nuestra tierra era capaz de producir más y que nos podría brindar mejores oportunidades de ingreso,” recuerda Bermet, “pero no teníamos el conocimiento suficiente ni el dinero para producir otras cosas.”
En 2017, la FAO inauguró un proyecto piloto en la comunidad de Bermet, localizada en la región de Jalal-Abad de Kirguistán, con el fin de no solamente impulsar los medios de vida y los ingresos de las familias, sino también asegurar una mejor nutrición en los hogares. Su participación en este proyecto ha representado para Bermet un punto de inflexión en su vida.
Tras recibir semillas, un pequeño invernadero y capacitiaciones basadas en buenas prácticas agrícolas, Bermet no desperdició tiempo alguno y se puso manos a la obra. Bermet no solamente sembró cultivos tradicionales de su región como repollos, zanahorias, cocombros y tomates, sino también una variedad de verduras nutritivas que nunca antes había visto o probado.
“En cuanto a las verduras, nosotros nunca las habíamos cultivado antes. De vez en cuando, yo compraba un poco de eneldo en el mercado y eso era todo. Esta fue la primera vez que nosotros veíamos y probábamos la espinaca, la lechuga, las lentejas y el coliflor.”
Recontando con una sonrisa, Bermet indica: “previamente yo preparaba ensaladas durante los meses de invierno usando únicamente tomates, zanahorias y cebollas. Ahora utilizo otras verduras, como coliflor y brócoli, que cultivé en mi propia parcela. Nuestra dieta se ha definitivamente enriquecido en vitaminas.”
El proyecto piloto, denominado El contrato social productivo/CASH Plus, ha apoyado a más de 150 hogares de esta región en el Oeste de Kirguistán para mejorar sus niveles de nutrición y de ingresos, proveyéndoles capacitaciones agrícolas. Este enfoque se diseñó con el fin de complementar el programa social del Estado de transferencias monetarias. Este proyecto piloto forma parte de un proyecto regional más abarcador, financiado por la Federación Rusa.
Janybek, el esposo de Bermet, con su amigo Chynybek participando en las sesiones de educación nutricional. ©FAO/Karina Levina
“Existen muy pocas oportunidades de trabajo en nuestra aldea. Todo el mundo se muda a la capital (Bishkek) o emigra hacia Rusia para ganar dinero. Es difícll trabajar en la agricultura a raíz de la tierra árida y por la falta de conocimientos: nosotros no sabíamos qué sembrar, cómo cuidar los cultivos ni dónde almacenar la cosecha. Teníamos que depender de trabajos temporales que no pagaban mucho,” dice Bermet.
Con el apoyo del proyecto, ahora Bermet ha podido aprender cómo aprovechar la tierra de su región para cultivar alimentos saludables y nutritivos para su familia.
Pero ella no se detuvo allí. Habiendo podido mejorar drásticamente la dieta de su familia, como parte del proyecto Bermet cayó en cuenta que su nuevo conocimiento podía, de igual manera, generarle ingresos que complementaran las transferencias monetarias que recibía del programa social del gobierno.
Para los primeros meses de Primavera, apenas un año después de haber iniciado el proyecto, ella estaba, con gran entusiasmo y seguridad de sí misma, pudiendo venderle a sus vecinos su primer lote de almácigos de cocombro y tomate, producidos en su invernadero. Llegado el Verano, Bermet le estaba proveyendo espinaca, perejil, eneldo y lechuga a la cafetería local del pueblo, y al llegar el siguiente Otoño, ella empezó a vender verduras enlatadas para aumentar sus ingresos durante todo el año.
Bermet ahora puede proveerle a su familia una dieta saludable y nutritiva con la cosecha de su propio patio. ©FAO/Karina Levina
“Los ingresos que obtengo de mi negocio de verduras me permiten invertir más en mi familia y mis hijos, proveyéndoles alimentos, ropa o útiles escolares. Ahora ya tampoco tengo miedo de no tener suficiente dinero para el mañana. He logrado inclusive ahorrar un poco. Durante esta temporada de Primavera, quiero instalar un sistema de riego por goteo en el invernadero para usar mejor el agua, la tierra y mi tiempo, lo cual significaría que podré producir mayores cantidades y de mejor calidad. Esto puede que ayude a expandir mi negocio.”
Los proyectos de la FAO se basan en un enfoque integral para hacerle frente a la pobreza y malnutrición. Este proyecto en Kirguistán busca ofrecerle a las familias vulnerables de Kirguistán la oportunidad de que puedan ellas mismas proveerse un sustento, de la mano de apoyo para fortalecer sus conocimientos sobre nutrición y perfeccionar sus destrezas agrícolas para diversificar sus dietas. Al trabajar de cerca con las comunidades locales, las iniciativas de esta naturaleza están ayudando a reducir la inseguridad alimentaria y la malnutrición, a la vez manteniéndonos encaminados para cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (Hambre Cero) para 2030.
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