Ryou-jin, que inicialmente había tomado otra senda en su vida, regresó a Jeju y decidió convertirse en una haenyeo (mujer del mar), como su madre y su abuela antes que ella. © FAO/David Hogsholt
Ryou-jin Ko nunca planeó seguir los pasos de su madre o su abuela. Las veía salir temprano de casa para bucear en la costa oriental de la isla de Jeju (República de Corea). Cuando la temporada era propicia, recolectaban erizos de mar, turbinas, abalones y algas para mantener a sus familias.
En cambio, Ryou-jin, como tantas otras personas de su generación, estudiaba mucho y soñaba con una nueva vida en la ciudad. Cuando obtuvo su titulación en Ciencias de la Actividad Física, se marchó. Pero la depresión y el agotamiento la llevaron de vuelta a casa, y su hogar la condujo al mar.
Al igual que su madre y su abuela, decidió convertirse en haenyeo (mujer del mar), las famosas pescadoras en apnea de Jeju, que se sumergen en las profundidades del océano con la única ayuda de sus pulmones, habilidad y memoria del paisaje submarino. Las haenyeo son capaces de bucear sin botella de oxígeno, aguantar la respiración de uno a dos minutos, sumergirse a profundidades de entre cinco y 20 metros y pasar hasta siete horas diarias en el mar.
“Cuando estaba bajo el agua, solo pensaba en sobrevivir. Dejé de cavilar demasiado”, dice Ryou-jin. “Para mí, el océano es como una segunda madre. Me ha curado tanto y he recibido tanto de él”.
Un patrimonio en vías de desaparición
La tradición de las haenyeo se remonta más de un milenio, con registros del año 1105 que ya mencionan este oficio. Las mujeres de Jeju siempre han sido la columna vertebral de la vida insular: pescadoras, agricultoras y madres, a menudo el pilar principal de sus hogares.
En el decenio de 1970 había 14 000 haenyeo, pero en los decenios de 1980 y 1990 muchas mujeres dejaron este duro trabajo por empleos en el turismo y en el sector de la mandarina. En la actualidad, hay poco más de 2 700 haenyeo, muchas de las cuales tienen entre 70 y 80 años.
A sus 42 años, Ryou-jin es una de las más jóvenes. En la aldea de Ryou-jin hay 83 haenyeo en activo. De ellas, 10 tienen previsto jubilarse este año. En las generaciones posteriores a la de Ryou-jin, el número de buceadoras es escaso o nulo.
“Me preocupa quedarme sola buceando. Por eso doy la bienvenida a cualquiera que quiera aprender. Les enseñaré todo lo que sé”, asegura Ryou-jin.
Las haenyeo son famosas por su pesca en apnea, y se sumergen en el océano con la única ayuda de sus pulmones, habilidad y memoria. © FAO/David Hogsholt
Un océano en transformación
Además de la desaparición del oficio, los beneficios que se obtienen del mar también están disminuyendo. Las aguas de Jeju se están calentando debido al cambio climático. Como resultado, los peces subtropicales están desbancando a las especies autóctonas. Están surgiendo depredadores invasivos, como la estrella de mar de Amur y el pulpo de anillos azules. Las haenyeo se enfrentan ahora a nuevos retos bajo las olas.
Ryou-jin recuerda que, en sus primeros años, las capturas eran abundantes, pero desde entonces se han reducido a menos de una cuarta parte.
“Aunque mis habilidades han mejorado, el océano rinde menos. Hace tres años, sequé 30 sacos de agar extraído de algas. Este año, solo siete”.
A pesar de ello, Ryou-jin y su comunidad mantienen vedas estacionales de forma autorregulada, evitan la sobrepesca y protegen especies vulnerables como el obunjak (un tipo de abulón) para ayudar a crear resiliencia y preservar el ecosistema marino.
Las haenyeo se consideran tanto cuidadoras como recolectoras. Con el apoyo del gobierno provincial, eliminan las estrellas de mar invasoras, recogen erizos de mar antes de que destruyan los lechos de las algas y liberan a los abulones y cohombros de mar juveniles.
Una nueva era
A pesar de estas tendencias, existe un creciente apoyo e interés público por las haenyeo.
En 2016, la UNESCO reconoció la cultura haenyeo de Jeju como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y en 2023 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) designó el sistema de pesca de las haenyeo de Jeju como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial, reafirmando así la importancia de las haenyeo como responsables de la custodia de la biodiversidad marina, las prácticas de recolección sostenible y una extraordinaria ética comunitaria.
El Sr. Gyeong-ho Ko, Director de la División de patrimonio cultural haenyeo de la provincia especial autónoma de Jeju, afirma que este reconocimiento posee una gran relevancia.
“Promueve el estatus de las haenyeo de Jeju, ayuda a transmitir este valioso patrimonio a las generaciones futuras y contribuye al desarrollo de la comunidad local”, afirmó. “A pesar de las duras condiciones de trabajo, los cambios ambientales, la disminución de los recursos marinos, el envejecimiento y la escasa llegada de nuevas haenyeo, estas simbolizan la marcada identidad de unas mujeres que mantienen sus medios de vida basados en la comunidad pesquera tradicional”.
El Gobierno de Jeju está trabajando para preservar el modo de vida de las haenyeo. Según el Sr. Ko, este año se han invertido 27 300 millones de wones (20 millones de USD) para mejorar el bienestar de las haenyeo, apoyar sus ingresos, mejorar su entorno de trabajo y preservar y transmitir la cultura haenyeo.
El Gobierno paga los costos médicos por lesiones relacionadas con el buceo, proporciona subsidios económicos a las haenyeo de entre 70 y 80 años y prestaciones a las mayores de 75 que deseen jubilarse.
Además, las autoridades locales organizan festivales, actuaciones y exposiciones de las haenyeo, y apoyan sus rituales chamánicos. También han construido escuelas para formar a una nueva generación de haenyeo.
La FAO designó el sistema de pesca de las haenyeo de Jeju como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial en 2023, reafirmando así la importancia de las haenyeo como custodias de la biodiversidad marina, las prácticas de recolección sostenible y una extraordinaria ética comunitaria. © FAO/David Hogsholt
Más que un trabajo, un patrimonio vivo
En un mundo que cambia muy deprisa, las haenyeo de Jeju nos ofrecen una lección sobre comunidad, sostenibilidad y resiliencia. Representan una forma de vida que respeta los límites de la naturaleza y valora la interdependencia por encima de la explotación.
“La gente dice que es un trabajo en tres dimensiones: sucio, peligroso y exigente”, señala Ryou-jin. “Pero para mí, supone la mayor satisfacción personal”.
“Todas las mañanas son un caos con mis cuatro hijos, pero cuando me dirijo al mar, me pregunto ilusionada: ¿qué me aportará el mar hoy? Esa emoción, ese poder de sanación: es una sensación de euforia acuática”.
Existe además un fuerte sentido comunitario, las haenyeo se cuidan unas a otras. El sumbi, el característico silbido que emiten las haenyeo al salir a la superficie, no es solo una tradición, sino un salvavidas, una señal de supervivencia.
“Buceamos con las demás al alcance de la vista y siempre nos llamamos entre nosotras con el sumbi. Significa 'sigo aquí'”, explica Ryou-jin.
“Las mujeres siempre han desempeñado un papel crucial en Jeju. Para mí, las haenyeo son mujeres, y las mujeres son haenyeo, y esa es una razón para estar muy orgullosa”.
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