Una sola salud es un enfoque holístico y unificador que reconoce que la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente en general están estrechamente relacionados y son interdependientes. © FAO/Eduardo Soteras
La interdependencia en materia de salud entre las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente es innegable.
El enfoque de “Una sola salud” reconoce este intrincado entramado de la vida. Concebido para equilibrar y optimizar de forma sostenible todos los componentes de nuestro ecosistema, este enfoque holístico apela a diferentes sectores, disciplinas y comunidades para que colaboren con el fin de fomentar el bienestar y hacer frente a las amenazas para la salud y los ecosistemas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMA), promueve el enfoque de “Una sola salud” con el fin de prevenir, detectar y controlar la propagación de patógenos y enfermedades entre los animales, las personas y el medio ambiente.
El enfoque de la FAO de “Una sola salud” también contribuye a la transformación del sistema agroalimentario mediante la eliminación de amenazas como las plagas y enfermedades de los animales, las plantas, los animales acuáticos y los bosques, que reducen la productividad, ponen en peligro la biodiversidad y amenazan los medios de vida.
He aquí tan solo cinco de las muchas cuestiones que la FAO combate mediante el enfoque de “Una sola salud”:
Resistencia a los antimicrobianos
La resistencia a los antimicrobianos es la capacidad de los microorganismos para subsistir o crecer en presencia de medicamentos que tienen como objetivo inhibirlos o matarlos. Su aparición y propagación se aceleran como consecuencia de la actividad humana, principalmente el uso incorrecto y excesivo de antimicrobianos como tratamiento, prevención o control de enfermedades en personas, animales y plantas.
Por ejemplo, si bien ahora se desaconseja, una práctica común consistía en añadir antimicrobianos a los piensos para estimular el crecimiento y la producción, a pesar de que hasta un 80 % de esos antimicrobianos se excreta en el agua y el suelo. Los microorganismos presentes en el medio ambiente que ofrecen una resistencia natural a esos antimicrobianos propagan a su vez esa resistencia a otras bacterias y hongos que provocan enfermedades.
La FAO está prestando apoyo de forma activa a gobiernos, productores, comerciantes y otras partes interesadas con el fin de sensibilizar sobre el uso innecesario de antimicrobianos y limitarlo a través del proyecto “Reducir la necesidad de antimicrobianos en los sistemas agroalimentarios” (RENOFARM) y la plataforma internacional de la FAO sobre seguimiento de la resistencia a los antimicrobianos (InFARM).
La FAO proporciona recursos e instrumentos que ayudan a mejorar la producción de alimentos y a reducir el uso de plaguicidas mediante la integración de estrategias sostenibles de gestión de la tierra y el suelo. Izquierda/arriba: ©FAO/Luis Tato. Derecha/abajo: ©FAO/Soliman Ahmed.
Uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos
Unos ecosistemas edáficos sanos y con biodiversidad contienen una gran cantidad de organismos de gran valor y contribuyen a producir plantas sanas. Sin embargo, el uso excesivo de plaguicidas sintéticos puede reducir las poblaciones de insectos beneficiosos que controlan de forma natural las plagas y polinizan las plantas. Esto altera el equilibrio ecológico y crea unas condiciones propicias para el rebrote de plagas y la aparición de insectos resistentes a los plaguicidas.
La FAO proporciona a los gobiernos y los actores de la cadena de valor recursos e instrumentos que ayudan a mejorar la producción de alimentos y a reducir el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos mediante la integración de estrategias sostenibles de gestión de la tierra y el suelo.
Uno de los ejemplos es el Manual de compostaje del agricultor, una guía de aprendizaje de la FAO sobre la elaboración de productos sanos e inocuos que pueden utilizarse para cultivar plantas más sanas y menos susceptibles a las plagas. En el manual se recogen varios estudios de casos de América Latina, como la producción de abono orgánico a partir de excrementos de cerdo en Colombia, o el uso de restos de frutas y hortalizas, hojas verdes y cenizas vegetales para producir compost en bidones de plástico en el Paraguay.
Otro ejemplo son las Directrices voluntarias de la FAO para la gestión sostenible de los suelos, que proporcionan información sobre prácticas de gestión y alternativas biológicas a los fertilizantes y plaguicidas sintéticos.
Degradación del suelo
Cerca del 95 % de nuestros alimentos se producen en o sobre los suelos. No obstante, las prácticas agrícolas convencionales, como la labranza, pueden deteriorar sus propiedades físicas, químicas y biológicas. Labrar el suelo puede provocar su compactación, una disminución de la absorción de agua y una reducción de la materia orgánica. El uso excesivo o inadecuado de fertilizantes, la maquinaria pesada y el agua de riego de baja calidad pueden provocar la degradación del suelo.
Gracias al Mapa mundial sobre el potencial de fijación de carbono orgánico del suelo, los expertos pueden identificar dónde conviene adoptar prácticas de gestión sostenible de los suelos para aumentar sus reservas de carbono. El mapa también está diseñado para que los encargados de la formulación de políticas lo puedan utilizar como fuente de información a la hora de abordar la adaptación al cambio climático.
Enfermedades zoonóticas
Muchas de las enfermedades que se originan en los animales pueden contagiarse a los humanos por contacto directo. Se denominan “enfermedades zoonóticas” y pueden tener consecuencias nefastas para la salud humana.
Por ejemplo, la rabia es una enfermedad vírica mortal que se transmite de los animales a los humanos, en la mayoría de los casos a través de mordeduras o arañazos. No tiene cura, pero puede prevenirse mediante la vacunación. La FAO brinda apoyo a los países en sus iniciativas de prevención y control de la rabia a través de la vigilancia de la enfermedad y la respuesta a los brotes, la creación de capacidad en los laboratorios, la promoción de la concienciación pública y las campañas de vacunación.
La FAO ha proporcionado apoyo técnico al Gobierno de Bangladesh para crear una estrategia nacional de vacunación masiva de la población canina con arreglo al enfoque de “Una sola salud”. En la actualidad, Bangladesh cuenta con miles de equipos de vacunación que trabajan en la erradicación de la rabia; es el único país de Asia con un programa nacional de vacunación canina totalmente financiado con recursos gubernamentales.
El auge de los viajes y el comercio internacionales durante decenios ha facilitado la propagación mundial de las enfermedades. Mediante el Fondo de la FAO de lucha contra las pandemias se conceden subvenciones a los países de ingresos bajos y medios para ayudarlos a prepararse mejor ante las pandemias. © FAO/Max Valencia
Pandemias
La conexión entre la salud del medio ambiente, las plantas, los animales y las personas se ha hecho más patente a lo largo de los años debido a la expansión de las poblaciones humanas a nuevos territorios y a los cambios en el clima y el uso de la tierra. El auge de los viajes y el comercio internacionales durante decenios ha desdibujado las fronteras, facilitando la propagación de enfermedades a escala mundial, y epidemias y pandemias recientes como la de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) nos recuerdan hasta qué punto se interrelacionan la salud humana, animal, vegetal y medioambiental.
Ese es el motivo de que una de las principales iniciativas de la FAO en el marco de “Una sola salud” sea el Fondo de la FAO de lucha contra las pandemias, cuyo objetivo es conceder subvenciones a los países de ingresos bajos y medios para ayudarles a prepararse mejor ante las pandemias mediante el fortalecimiento de las capacidades de los sistemas de salud humana y animal en las esferas de la vigilancia, los laboratorios de diagnóstico y el desarrollo de la mano de obra.
Estas son solo algunas de las cuestiones que se contemplan en el enfoque de “Una sola salud”. También resulta clave en sectores como el de la actividad forestal y el agua, y desempeña un papel fundamental en el Codex Alimentarius, un conjunto de normas, directrices y códigos de prácticas internacionales concebidos para garantizar que los alimentos sean inocuos y puedan comercializarse.
Tenemos un solo planeta. Este enfoque es un recordatorio de que también tenemos “Una sola salud”.
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