Los camellos bactrianos de dos jorobas son una fuente de lana, leche e ingresos esencial para las familias mongolas que viven en el hostil desierto de Gobi. ©FAO
En el corazón del desierto de Gobi en Mongolia, Nergui Ochirbat cuida de su manada de 30 camellos bactrianos. Lleva más de 30 años criando camellos, tras heredar algunos de ellos de sus padres.
“Los camellos son criaturas bastante resilientes y dóciles y apenas requieren supervisión”, explica Nergui. “Pueden soportar condiciones muy duras, y sobrevivir en ellas, por lo que son los animales de cría idóneos para esta región, a diferencia de otros tipos de ganado que necesitan cuidados constantes”.
Las criaturas de dos jorobas son la principal fuente de subsistencia de su familia, y proporcionan lana y leche durante todo el año. Estos camélidos pueden sobrevivir en los entornos más arduos. Sus características de adaptación los han convertido en uno de los pocos animales que pueden soportar las duras condiciones de esta región de Mongolia. En el desierto de Gobi, los días de verano se caracterizan por la sequedad y las tormentas de arena, mientras que el invierno se acompaña de fuertes vientos y temperaturas bajo cero.
Debido a la menor cantidad de pasto disponible a raíz del agravamiento de la sequía en la región meridional de Gobi, las camellas están produciendo menos leche, lo que conlleva dificultades para los ganaderos cuyos ingresos y nutrición dependen de este alimento. ©FAO
Sin embargo, durante varios años consecutivos, la región meridional de Gobi ha experimentado sequías extremas. A consecuencia de la escasez o ausencia de precipitaciones, las colinas antaño verdes en las que Nergui pastorearía sus camellos han quedado marrones y vacías de plantas. Como los pastizales disponibles para que pasten sus animales son limitados, se ha reducido a la mitad la producción de leche y, por tanto, una fuente esencial de nutrición e ingresos de las familias de ganaderos de la región ha quedado mermada.
Las cambiantes condiciones climáticas y la exigua disponibilidad de pastos también están forzando a múltiples ganaderos como Nergui a migrar a los distritos vecinos en busca de agua y pastos más adecuados. Sin embargo, “los camellos son criaturas de costumbres que se muestran reacias a abandonar sus hogares y, a menudo, intentan volver a lugares conocidos”, explica Nergui, quien ha aprendido a entender los hábitos de los bactrianos a lo largo de su vida con estos animales.
“Dado que los camellos no están produciendo leche como antes, actualmente los ganaderos con pocos animales han dejado de cuidarlos, mientras que los criadores de manadas más grandes se están ganando la vida con la venta de su carne”, señala Nergui con preocupación.
A pesar de estos desafíos, Nergui no quiere abandonar a sus camellos. Con esta determinación en mente, se decidió a explorar enfoques nuevos para mejorar la calidad y cantidad de la leche de camella.
Nergui trabaja ahora en una explotación agrícola de productos de leche de camella, que ha sido creada recientemente con el apoyo del proyecto SDG-Aligned Budgeting to Transform Employment in Mongolia, financiado por la Unión Europea y ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el objetivo de crear oportunidades de empleo en la árida región mediante el fortalecimiento de la cadena de valor de la leche de camella.
La explotación constituye por sí misma una iniciativa pionera en el país. Los ganaderos trasladan sus camellos a la granja y trabajan en ella durante un año. Hacen uso de las instalaciones ganaderas ya existentes y del equipo que ahorra mano de obra, como salas de ordeño fijas, máquinas de ordeñar móviles, cámaras de almacenamiento y mezcladoras de pienso. Al cabo de un año, los ganaderos cuentan con el conocimiento necesario para dirigir una explotación. A continuación, pueden continuar trabajando en la granja de productos de leche de camella o pueden establecer sus propias granjas, en las que podrían producir leche y venderla directamente a una planta de elaboración.
Tradicionalmente, las comunidades de ganaderos de Mongolia no dan alimento suplementario a sus camellos y solo ordeñan a mano a las hembras entre septiembre y febrero. Actualmente, no obstante, con los conocimientos y recursos facilitados por el proyecto, los criadores de camellos como Nergui, que antes se mostraban reticentes a la ganadería de camellos en explotaciones agrícolas, han sido testigos del aumento de la producción de leche ocasionado por la administración de alimento suplementario.
El equipo de ordeño proporcionado por el proyecto también ha contribuido a mejorar la calidad de la producción lechera y, al mismo tiempo, a reducir el proceso de ordeño a mano, que presenta un alto coeficiente de mano de obra.
Por conducto de un proyecto financiado por la Unión Europea, la FAO proporciona instalaciones ganaderas y equipo que ahorra mano de obra a los ganaderos para estimular la producción de leche de camella. ©FAO
Dado que los medios de subsistencia de esta región dependen en gran medida de los productos de los camellos, el proyecto está ayudando a estimular la producción de leche y aumentar los ingresos de los criadores de camellos. Nergui está deseando compartir con sus colegas todo lo que ha aprendido. Espera que otros ganaderos puedan adoptar la tecnología y las prácticas en su propio beneficio, igual que él.
“Ante el descenso de las precipitaciones y la mayor frecuencia de las tormentas de arena y polvo, los criadores de camellos deberían explorar e incorporar métodos y tecnologías nuevos”, opina Nergui, y este es el mensaje que quiere transmitir.
A pesar de que el cambio climático está azotando el desierto de Gobi, Nergui imagina un futuro en el que la innovación ayude a que la cría de camellos continúe floreciendo durante años.
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