Seguir el ritmo de un mundo que cambia rápidamente
Los agricultores se enfrentan, cada vez más, a cambios disruptivos, como el auge de las tecnologías digitales, estrictos requisitos de inocuidad alimentaria, cambios en las dietas, el cambio climático y pandemias como la COVID-19.
Tienen que ser capaces de analizar, innovar y adaptarse para seguir el ritmo de este entorno que cambia rápidamente. ¿Pero cuál es la mejor manera de invertir en el fortalecimiento de las aptitudes y las capacidades de los pequeños agricultores de manera que puedan responder a los desafíos y las oportunidades actuales del sector agroalimentario?
Buscando respuestas a esta y otras preguntas, el Centro emprendió un estudio mundial de varios años de duración junto con el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), que contó con el apoyo del Programa de Investigación sobre Políticas, Instituciones y Mercados del CGIAR y la Unidad de Investigación y Extensión de la FAO.
En el documento titulado Investing in Farmers: Agriculture Human Capital Investment Strategies (Invertir en los agricultores: estrategias de inversión en el capital humano de la agricultura) se exponen las conclusiones de este estudio, incluyendo tendencias recientes como cambios en la financiación y el aumento de la digitalización. El estudio analiza iniciativas exitosas en Camerún, Chile, Côte d’Ivoire, India, Indonesia, Kenya, Perú, Rwanda y Estados Unidos de América. También incluye 11 casos más breves que van desde centros de capacitación para el pastoreo hasta la inclusión de comunidades indígenas.
El estudio llegó a la conclusión de que invertir en los agricultores puede contribuir a incrementar los ingresos rurales, mejorar la salud, la nutrición y la cohesión social y aumentar la inclusión de las mujeres y los jóvenes en las actividades económicas.
En Perú, por ejemplo, promotores comunitarios locales conocidos como Yachachiq ayudan a potenciar las capacidades productivas y empresariales de los pequeños agricultores combinando nuevas aptitudes con conocimientos ancestrales. Desde 2013, el programa Haku Wiñay/Noa Jayatai, que significa "crezcamos juntos" en quechua y shipibo-conibo, respectivamente, ha llegado a más de 300 000 hogares agrícolas e invertido más de 500 millones de USD.
En India, instructoras superiores y proveedores de servicios comunitarios no solo adquirieron conocimientos técnicos de ganadería, sino también aumentaron su independencia, la equidad de género, el empoderamiento y el reconocimiento en sus comunidades.
Rwanda está registrando buenos resultados desde que incluyó el aprendizaje de agricultor a agricultor en su sistema de extensión agrícola nacional Twigire Muhinzi, que también utiliza escuelas de campo para agricultores. Este sistema está ayudando a los agricultores del país a perfeccionar sus aptitudes y sus conocimientos, lo que comporta una mayor adopción de tecnologías y prácticas que pueden mejorar sus medios de subsistencia y sus ingresos.
Las conclusiones del informe mundial y los estudios de casos individuales se compartieron con un público más amplio durante actos regionales, también en Asia y el Pacífico y en América Latina y el Caribe. Con estos informes y, en el futuro, un conjunto de instrumentos y notas de inversión sobre agricultura digital, análisis económico, el sector privado y la juventud, se busca orientar a los gobiernos, las instituciones financieras internacionales y otros asociados en materia de inversiones y programas para reforzar las capacidades de los agricultores.