El agua es un elemento esencial de la gestión forestal sostenible, y los bosques son cruciales para regular el ciclo del agua. Uno de los retos a los que se enfrentan los gestores forestales es aprovechar al máximo los beneficios de los bosques conservando al mismo tiempo los recursos hídricos.
Los bosques necesitan agua
Los bosques son importantes usuarios del agua. Los árboles consumen el mayor nivel de agua cuando han alcanzado su altura final (esto es, la altura máxima a la que crecerán en su ciclo vital) y durante la temporada de su crecimiento más intensivo. La cantidad de agua consumida por los bosques depende también del clima, la topografía, el suelo, la edad del bosque, la composición de las especies y las prácticas de gestión. Tanto la falta de agua (como resultado de precipitaciones insuficientes o una disminución del agua subterránea disponible) como su exceso (es decir, encharcamientos) pueden tener efectos negativos en la sanidad de los bosques.
Los bosques proporcionan agua y la regulan
Una gran parte del agua potable mundial proviene de zonas boscosas, y millones de personas dependen del agua dulce de buena calidad que fluye de los bosques. Por ejemplo, los bosques de las montañas Uluguru suministran agua potable a los 2,5 millones de habitantes de Dar es Salaam, la capital de Tanzanía. Asimismo, 1,3 millones de personas en Quito y 20 millones de personas en Ciudad del México obtienen su agua potable de bosques de montaña. Los bosques ayudan a mantener una elevada calidad del agua, influyen en la cantidad de agua disponible y regulan el flujo de las aguas de superficie y subterráneas. Además, contribuyen a la reducción de riesgos relacionados con el agua como desprendimientos de tierra, inundaciones y sequías y evitan la desertificación y la salinización.
Los bosques amortiguan los fenómenos meteorológicos extremos
Los bosques desempeñan importantes funciones de amortiguación, como el enfriamiento, la intercepción de la lluvia y la infiltración y la retención del agua. Por consiguiente, pueden mitigar los fenómenos meteorológicos extremos y reducir los efectos del cambio climático en los recursos hídricos. En cambio, los bosques son vulnerables a los efectos de dicho cambio, como la disminución o el cambio del régimen de lluvias. Los gestores forestales debe reducir la vulnerabilidad de los bosques al estrés por falta de agua y reforzar su función como garantes de un suministro continuo de agua (véase el módulo adaptación al cambio climático y su mitigación).
Gestión del agua en los bosques
Las prioridades de la gestión del agua en los bosques dependen en gran medida de la geografía física del bosque, y probablemente serán distintas a las de las tierras bajas (donde las lluvias son menores y la inflitración del agua es superior debido a las pendientes más suaves) y a las de las tierras altas (donde las lluvias son más frecuentes e intensas, los suelos menos profundos y las pendientes más escarpadas con una mayor escorrentía superficial). Existen directrices específicas para la gestión de los siguientes ecosistemas forestales sensibles al agua:
- bosques higrofíticos nubosos de montaña;
- bosques palustres (por ejemplo manglares, bosques pantanosos, bosques de turbera);
- bosques en suelos susceptibles a la salinidad;
- zonas de protección ribereña;
- estanques vernales (una forma específica de humedal), y
- bosques de protección contra aludes.