El nivel de dependencia de los bosques y de los árboles que tiene una comunidad para su salud probablemente cambia en los diferentes contextos sociales, económicos y culturales, incluso si dicha comunidad es urbana o rural. Por ejemplo, la presencia de bosques y árboles en los centros urbanos ayuda a los habitantes a adoptar estilos de vida saludables y a mejorar su bienestar físico y mental. Las comunidades rurales, por su lado, utilizan los bosques y los árboles con mayor probabilidad que los centros urbanos como fuentes directas de medicinas, alimentos y nutrición.
Salud y bienestar físico y mental
Cada vez hay más evidencias de que los bosques y los árboles contribuyen de muchas formas al bienestar físico, mental y social de las personas. Los bosques y las zonas arboladas, incluidos los de las áreas urbanas, ofrecen ambientes reconstituyentes, es decir lugares donde la gente puede relajarse, reducir el estrés y eliminar el ruido. Los bosques y las zonas arboladas tienen la capacidad de recibir grandes cantidades de personas sin parecer estar saturados. Ofrecen también oportunidades para una amplia gama de ejercicios y actividades físicas/recreativas y todo esto a costos bastante módicos, lo que es muy importante para reducir las desigualdades en materia de salud y facilitar la integración social.
Las actividades físicas realizadas en los bosques y demás zonas arboladas pueden producir beneficios a corto plazo en términos de forma física, además de beneficios a largo plazo en cuanto a reducción de la obesidad, enfermedades cardiovasculares, riesgos de diabetes de tipo 2 y cáncer de colon, además de estimular la salud mental, fortalecer y proteger la función del cerebro, ayudar a sobrellevar las afecciones que causan dolor y mejorar la calidad de la vida relacionada con la salud.
Las agencias gubernamentales reconocen cada vez más la función de los bosques y demás arbolados en los estilos de vida saludables (véase, por ejemplo, Estado de los bosques europeos, 2015).
Beneficios de los productos farmacéuticos para la salud
Beneficios de los productos farmacéuticos para la salud
Los sistemas tradicionales de atención de la salud se basan en el enorme conocimiento local de las plantas medicinales. Por tanto, a menudo hay amplia disponibilidad y accesibilidad de medicina tradicional para las poblaciones de los países en desarrollo; y la gente pobre y marginada –especialmente los habitantes de las zonas rurales– a menudo confía enormemente en estas medicinas.
Muchos productos farmacéuticos provienen de las especies forestales tropicales y, hoy día, algunos de esos productos están sintetizados, pero otros se siguen recolectando en la naturaleza. El valor económico de las medicinas tradicionales derivadas de las especies forestales (principalmente las plantas) es enorme: el valor mundial del mercado anual de estos productos fue estimado en 60 000 millones de USD en 2002.
El interés en el conocimiento y la medicina tradicional ha crecido en los últimos 20 años, estimulado por el papel que tiene dicho conocimiento en el desarrollo de nuevos productos comerciales, incluidos los productos farmacéuticos, medicinas herbales, semillas, cosméticos y productos para el cuidado personal y para la protección de los cultivos. El conocimiento tradicional se utiliza para seleccionar las plantas destinadas a la preparación de compuestos medicinales activos.
Los usuarios comerciales de la medicina tradicional (“bioprospectores”) son a menudo las empresas y los científicos de los países tecnológicamente avanzados. Se han planteado inquietudes, en años recientes, sobre la “biopiratería” (es decir, el uso comercial no autorizado de recursos genéticos y del conocimiento tradicional) y sobre la fallida repartición de los beneficios con los países y comunidades de origen, además de las patentes de “invenciones” fraudulentas basadas en dichos conocimientos y recursos. En el caso de la medicina tradicional, las empresas farmacéuticas a veces han sido tachadas de acaparar enormes beneficios, inaceptable y desproporcionadamente, del conocimiento de los habitantes de los bosques, muchos de los cuales viven en altas condiciones de pobreza. Otras amenazas más generales al conocimiento tradicional y a las medicinas provenientes de los bosques, son las impuestas por la deforestación, la degradación forestal y la sobreexplotación, además de la consiguiente pérdida de diversidad genética entre las especies de uso terapéutico, y la pérdida del conocimiento tradicional en las condiciones sociales y ambientales en rápido cambio.
Exposición a entornos naturales, incluidos los bosques
Exposición a entornos naturales, incluidos los bosques
Hay evidencia de que la exposición a los entornos naturales o áreas verdes repercute positivamente sobre la salud[1]. La exposición a los bosques tiene específicamente efectos que reducen el estrés posiblemente debido al efecto de recuperación que se siente al admirar paisajes forestales atractivos o estéticos, además del clima forestal, las condiciones de la luz y la composición del aire (incluidos los aceites esenciales).
Sin embargo, los entornos forestales pueden también exponer a riesgos la salud humana. Por ejemplo, las personas que tienen frecuentes interacciones con las zonas forestales podrían exponerse a enfermedades infecciosas relacionadas con los bosques. Muchas de las nuevas enfermedades infecciosas (NEI), cuya incidencia en los humanos ha aumentado en las últimas décadas y podría aumentar en el futuro, están relacionadas con los bosques. Los factores inmediatos que causan el surgimiento de las NEI incluyen la deforestación y otros cambios en el uso de la tierra, un mayor contacto de los agentes patógenos de los bosques con las personas que no habían sido expuestas previamente y la adaptación misma de estos patógenos. Las NEI se pueden transmitir de huéspedes primates no humanos y de insectos vectores, con una gran variedad de huéspedes intermedios, incluidos los animales domésticos.
La función de los bosques y de la gestión forestal ante el surgimiento de enfermedades infecciosas en los seres humanos parece incluir tres dinámicas separadas, pero que actúan recíprocamente:
- el cambio en el uso de la tierra y la expansión de las poblaciones humanas hacia las áreas forestales ocasionan la exposición de las poblaciones humanas y de los animales domésticos inmunológicamente vírgenes (es decir, sin experiencia previa con la fauna de microparásitos) a los agentes patógenos naturales de las especies silvestres;
- el desbroce y las alteraciones de los bosques producen un aumento en la abundancia o la dispersión de los agentes patógenos influenciando la profusión y la distribución de los huéspedes y vectores;
- la alteración de las funciones ecohidrológicas como las infiltraciones de agua, el caudal máximo y el escurrimiento que facilitan la supervivencia y el transporte de los agentes patógenos de transmisión por el agua en las cuencas hidrográficas y de captación.
A menudo estos cambios se vinculan con el desbroce y el aumento de los límites para hábitats, la fragmentación del paisaje forestal y la alteración de la estructura vertical y la diversidad de los rodales.
El virus que produce la fiebre amarilla se mantiene en un ciclo de transmisión que engloba a los monos arbóreos y a los mosquitos selváticos (jungla) y una causa frecuente de brotes es la expansión de los asentamientos humanos hacia los bosques. En muchas áreas, la malaria, enfermedad infecciosa que produce la mayor cantidad de muertes y discapacidades (de 300 a 500 millones de casos al año y con una alta cifra de muertos que ronda los 2,7 millones) es transmitida por los mosquitos que viven en los bosques.
Los bosques exponen a otros riesgos la salud humana, por ejemplo los impuestos por los incendios forestales (y la humareda asociada) y los deslizamientos de tierra. Los bosques pueden albergar vida silvestre peligrosa y plantas tóxicas, además de hongos. Las picaduras y mordidas de insectos, serpientes y otros animales que viven en los bosques pueden producir irritación, dolor y, en algunos casos, hasta la muerte de personas. Algunas plantas forestales producen polen, una de las principales causas de alergias, de lo que se deduce la clara exigencia de identificar árboles y otras plantas no alergénicas y/o de bajo contenido alergénico al diseñar parques y manejar los bosques urbanos.
La gran variedad de tipos de bosques, vida silvestre, vectores de enfermedades, poblaciones y culturas humanas, además de las interacciones entre estos factores, afectan la salud humana. Se ha proyectado que la incidencia de enfermedades en las áreas forestales, y en otras áreas, aumentará con la acentuación del cambio climático.