Conjunto de Herramientas para la Gestión Forestal Sostenible (GFS)

Áreas protegidas

Bienvenidos al Módulo sobre Áreas Protegidas, dirigido a responsables del manejo de áreas protegidas y demás actores que deseen obtener una visión más amplia de la gestión sostenible de las áreas protegidas, así como sus usos, beneficios, gobernanza, desafíos y posibilidades. Este módulo ofrece tanto información básica como información más detallada sobre la planificación y la gestión de las áreas protegidas con consideraciones específicas del sector forestal, cuando corresponda. Ofrece también enlaces a herramientas y casos para ilustrar los diferentes aspectos de la gestión sostenible de las áreas protegidas, incluidas aquellas con una importante porción de bosque natural.

Áreas protegidas contribuye a los ODS:

Las áreas protegidas son fundamentales para la conservación de la biodiversidad. Resguardan la naturaleza y los recursos culturales y contribuyen a los medios de vida, en particular al nivel local. En todo el mundo hay más de 238 563 áreas designadas como áreas protegidas, equivalentes al 14,9 por ciento de la superficie de la tierra, las cuales varían en su extensión, niveles de protección y tipos de gestión (UICN, 2018).

Las áreas forestales protegidas son un subconjunto de todas las áreas protegidas que tienen un porcentaje considerable de superficie boscosa. Esta superficie podría cubrir toda el área protegida o solo una parte de ella.

Actualmente, alrededor del 17 por ciento de los bosques naturales del mundo se encuentra dentro de áreas protegidas jurídicamente constituidas (FAO, 2015). Si se considera que la proporción de bosques dentro de las áreas protegidas ha aumentado en 200 millones de hectáreas desde 1990, en particular en las zonas tropicales, actualmente las áreas protegidas se conciben como el pilar fundamental de cualquier estrategia nacional o internacional de conservación de los ecosistemas forestales, lucha contra la pérdida de biodiversidad y para asegurar el suministro sostenible de servicios ecosistémicos.

La Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reconocen a las áreas protegidas como estrategia fundamental para la conservación de la biodiversidad y para el desarrollo sostenible, en los objetivos que contiene, por ejemplo el ODS 14 (Vida submarina) y el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres). Otros ODS brindan la oportunidad para poner en relieve la contribución de las áreas protegidas al bienestar humano, incluyendo mitigación de la pobreza (ODS 3: Salud y bienestar), la seguridad alimentaria y del agua (ODS 6: Agua limpia y saneamiento), ciudades sostenibles (ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles) y estrategias para el cambio climático (ODS 13: Acción por el clima), etc. En este enlace se puede encontrar un resumen sobre como contribuyen las áreas protegidas a alcanzar los ODS.

A medida que finaliza el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica 2011–2020, y al volver a concentrarse la atención en el marco mundial sobre la biodiversidad posterior a 2020, se espera que las áreas protegidas sigan teniendo un papel clave en la conservación de la biodiversidad y sigan asegurando el suministro sostenible de beneficios para las personas y el planeta.

Definición

Definición

Si bien la forma contemporánea de áreas protegidas es relativamente reciente (de finales del siglo XIX), la idea de conservar áreas naturales para mantener su valor existe desde hace siglos. Ejemplos de estas zonas son los sitios sagrados, las reservas de caza y los bosques comunitarios. El primer parque nacional se creó en los Estados Unidos de América en la década de 1870, mientras que el concepto actual de área protegida se difundió a nivel mundial en el siglo XX.

A medida que crecía el número de áreas protegidas, tanto sus objetivos como las formas que estas iban asumiendo se volvían más diversas, al igual que la forma en que se definían. Por ejemplo, en América del Norte, las primeras áreas protegidas se centraron principalmente en la preservación del panorama; en África, la preocupación eran los parques destinados a la caza deportiva; mientras que en Europa, el objetivo principal era proteger los paisajes.

A fin de que esta diversidad tenga mayor sentido, independientemente de sus objetivos, la gobernanza o tipo de manejo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) un área protegida se define como:

“Un espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y gestionado, mediante medios legales u otros tipos de medios eficaces para conseguir la conservación a largo plazo de la naturaleza y de sus servicios ecosistémicos y sus valores culturales asociados” (UICN, 2008).

Beneficios y valores de las áreas protegidas

Beneficios y valores de las áreas protegidas

Los beneficios que brindan las áreas protegidas se extienden más allá de su entorno y tiempo inmediato. Además de conservar la naturaleza, las áreas protegidas son fundamentales para asegurar el suministro a largo plazo de servicios ecosistémicos. Proporcionan numerosos beneficios, incluida la conservación de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura, el suministro de medicamentos y beneficios para la salud humana, el abastecimiento de agua, la recreación y el turismo, y actúan como amortiguador contra los desastres naturales. Cada vez se reconoce más el gran valor socioeconómico de estos ecosistemas naturales y de los servicios ecosistémicos que pueden proporcionar.

Las áreas protegidas pueden desempeñar un papel importante en la mitigación de la pobreza y en la seguridad alimentaria a través de actividades que generan ingresos para las personas que viven en estas áreas o en sus alrededores (véase el Informe de la FAO sobre áreas protegidas, personas y seguridad alimentaria). Las áreas protegidas y su desarrollo conexo pueden beneficiar directamente a las comunidades al proporcionar acceso a infraestructura, oportunidades de empleo y otros servicios.

La Figura 1 describe los diversos servicios ecosistémicos suministrados por las áreas protegidas.

SERVICIOS DE APOYO
(p.ej., los servicios necesarios para el suministro de todos los demás servicios)

Mantenimiento del proceso ecosistémico (formación del suelo, ciclo de nutrientes, producción primaria, etc.)
Mantenimiento del ciclo de vida (hábitat esencial, dispersión de semillas, interacciones entre especies, etc.)
Biodiversidad: mantenimiento y protección (diversidad genética,  de especies y de hábitats)

SERVICIOS DE ABASTECIMIENTO

(p.ej., capacidad del ecosistema para ofrecer recursos)

Suministro de alimentos

Suministro de agua

Suministro de materia prima (madera, leña, combustible, fibras)

Suministro de recursos medicinales / bioquímicos (medicina natural, cosméticos, farmacéuticos, etc.)

Suministro de recursos ornamentales

Suministro de recursos genéticos

 

SERVICIOS REGULADORES

(p.ej., procesos reguladores “beneficiosos” de los ecosistemas)

Control del clima

Control de peligros naturales

Purificación y desintoxicación del agua, aire y suelo

Control del agua/flujo del agua

Control de la erosión y de la fertilidad del suelo

Polinización

Control de plagas y enfermedades

SERVICIOS CULTURALES

(p.ej., beneficios “no materiales” de los ecosistemas)

 

Oportunidades de recreación y turismo

Valores estéticos

Inspiración para las artes

Información para educación y desarrollo

Experiencias espiritual y religiosa

Identidad y patrimonio cultural

Salud y bienestar mental

Paz y estabilidad

Figura 1. Principales bienes y servicios ecosistémicos provenientes de las áreas protegidas (Worboys et al., 2015)

Las áreas forestales protegidas en particular desempeñan muchas funciones importantes, entre ellas las de proveedores de hábitats, refugio, alimentos y materiales genéticos, además de la de amortiguar el impacto de desastres naturales. Ofrecen un suministro seguro de muchos bienes y servicios ambientales. A nivel mundial, las áreas forestales protegidas proporcionan una enorme cantidad de agua potable para un tercio de las 100 ciudades más grandes del mundo (véase el informe Running Pure).

En los últimos años, se ha reconocido cada vez más el papel de las áreas protegidas –especialmente las áreas forestales protegidas– en la mitigación del cambio climático y la adaptación a sus efectos. Las áreas protegidas no solo secuestran y almacenan el carbono (p.ej., la red mundial de áreas protegidas almacena al menos el 15 por ciento del carbono terrestre), sino que también ayudan a las especies a adaptarse a los patrones climáticos en constante cambio, proporcionando refugio y corredores de migración. Las áreas protegidas también salvaguardan a las personas de los eventos climáticos repentinos y reducen su vulnerabilidad a problemas inducidos por el clima, como inundaciones y sequías (UNEP-WCMC, 2016).

Por el contrario, los bosques degradados o dañados pueden resultar en una menor cantidad de carbono almacenado y la pérdida de servicios importantes suministrados por los bosques, contribuyendo al cambio climático y a reducir la capacidad de adaptación. Para obtener más información sobre las conexiones entre las áreas protegidas y el cambio climático, y sobre por qué las áreas protegidas deberían considerarse en las estrategias de cambio climático, consúltense la Sesión de aprendizaje sobre bosques y clima, del WWF y Áreas protegidas: soluciones naturales al cambio climático, de Visión Amazónica.

También es necesaria una perspectiva cultural más amplia para comprender la importancia de las áreas protegidas. Para muchas comunidades, las áreas protegidas son sitios de importancia espiritual y están íntimamente relacionadas con las creencias y prácticas de las tradiciones indígenas. Para otras, estos sitios representan lugares de inspiración y son símbolos de identidad. Las áreas protegidas emblemáticas están profundamente conectadas con los valores culturales e históricos de las comunidades y son importantes para el patrimonio de un país.

Otras medidas efectivas de conservación basadas en área - OMEC

Otras medidas efectivas de conservación basadas en área - OMEC

Si bien los esfuerzos se han concentrado principalmente en brindar directrices sobre la importancia de las áreas protegidas, la comunidad internacional se refiere cada vez más al término “áreas protegidas y conservadas” para reconocer que muchas zonas fuera de la red de las áreas protegidas nacionales y regionales también contribuyen a la efectiva conservación de la biodiversidad in situ y a asegurar los medios de vida de las personas. La Meta 11 de Aichi, del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011–2020, establece que la conservación se logrará a través de “sistemas de áreas protegidas manejadas efectiva y equitativamente, ecológicamente representativas y bien conectadas y otras medidas eficaces de conservación basadas en áreas”.

En noviembre de 2018, las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), con la Decisión 14/8, adoptaron la siguiente definición de “otras medidas eficaces de conservación basadas en áreas” (OMEC):

Por “otra medida eficaz de conservación basada en áreas” se entiende” una zona delimitada geográficamente que no sea un área protegida y que esté gobernada y gestionada de manera tal de lograr en forma sostenida resultados positivos y duraderos para la conservación de la diversidad biológica in situ, con funciones y servicios asociados de los ecosistemas y, donde proceda, valores culturales, espirituales, socioeconómicos y otros valores pertinentes a nivel local”.

Si bien las áreas protegidas deben tener un objetivo primario de conservación, esto no es necesario para OMEC. Las OMEC pueden gestionarse teniendo en cuenta muchos objetivos diferentes, pero estas deben brindar una conservación eficaz. Se puede encontrar más información sobre OMEC aquí.