La biodiversidad ganadera es fundamental para la seguridad alimentaria y de los medios de vida, particularmente en el mundo en desarrollo. El ganado proporciona carne, leche, huevos, fibras, pieles, estiércol para su utilización como fertilizante y combustible, potencia de tiro para el cultivo y el transporte y una variedad de otros productos y servicios. Gran parte de la población rural pobre del mundo —según las estimaciones, un 70 %— cría ganado y depende de él como parte de sus medios de vida. Los animales domesticados también contribuyen a los ecosistemas en los que viven proporcionando servicios como la diseminación de semillas o la circulación de los nutrientes.
La diversidad genética determina las múltiples funciones que desempeña el ganado y permite a las personas criar animales en una gran variedad de condiciones ambientales. El ganado puede sobrevivir en algunos de los lugares más inhóspitos de la Tierra —desde la tundra ártica y la alta montaña hasta los desiertos cálidos y áridos— en los que la producción de cultivos es difícil o imposible.
Las poblaciones ganaderas expuestas a condiciones climáticas extremas desarrollan características que las ayudan a sobrevivir y producir allí donde otros animales sucumbirían. Se adaptan a los piensos locales y desarrollan resistencia a enfermedades y parásitos. La selección natural desempeña su función, pero las razas actuales, con sus combinaciones únicas de genes, no habrían surgido sin la gestión y selección activas de los agricultores y pastores durante los 12 000 años transcurridos desde que se domesticaron las primeras especies de ganado.
La erosión genética: recuento de las pérdidas
A pesar de su enorme contribución potencial al desarrollo sostenible y a la reducción del hambre y la pobreza, los recursos zoogenéticos para la alimentación y la agricultura se utilizan y conservan insuficientemente. De las aproximadamente 8 200 razas notificadas a la FAO por sus Estados Miembros, más de 2 500 se encuentran en riesgo de extinción o ya se han extinguido. Durante los primeros seis años del presente siglo, más de 60 razas —prácticamente una al mes— desaparecieron para siempre, llevándose consigo su estructura genética única. Perder estas razas es como perder una póliza de seguros mundial contra futuras amenazas a la seguridad alimentaria. Menoscaba la capacidad de adaptación de las poblaciones ganaderas a los cambios ambientales, las enfermedades de nueva aparición y los cambios en las demandas de los consumidores.
Mantener la reserva zoogenética
Una tarea difícil
El costo que supone establecer y mantener bancos de germoplasma animal es elevado en comparación con el correspondiente a los bancos de germoplasma de cultivos. Para preservar el material zoogenético se necesitan materiales y equipos costosos, personal capacitado y un suministro de energía constante. No obstante, en realidad los bancos de germoplasma deberían funcionar principalmente como copias de seguridad de razas que se mantienen a sí mismas en los sistemas de producción en los que se desarrollaron. El objetivo general debería ser fomentar la utilización y el desarrollo sostenibles de los recursos zoogenéticos a largo plazo para satisfacer las necesidades económicas y sociales de los ganaderos y reducir al mínimo la presión que soportan el medio ambiente y los recursos naturales, al tiempo que se conservan opciones genéticas para el futuro. Para ello, será necesario superar muchas limitaciones:
- siguen desconociéndose las características de muchas de las razas del mundo, como su distribución geográfica y el tamaño de sus poblaciones;
- muchos países carecen de programas de conservación de sus razas amenazadas y de programas de mejoramiento genético estructurados que puedan mejorar la productividad y ayudar a que se sigan utilizando las razas;
- las políticas y leyes que afectan al sector ganadero rara vez prestan el apoyo adecuado a la gestión sostenible de los recursos genéticos.
Si no se actúa de forma concertada, es poco probable que se alcance el objetivo de utilizar, desarrollar y conservar los recursos zoogenéticos de forma sostenible.
Reconocer la función que desempeñan los ganaderos
Actualmente, gran parte de la diversidad zoogenética del mundo la mantienen los agricultores y pastores de los países en desarrollo. La comunidad internacional ha reconocido la función que desempeñan estos ganaderos en el mantenimiento de la diversidad genética, pero aún queda mucho por hacer para garantizar que este reconocimiento se respalde con medidas concretas. La investigación sobre la cría de animales rara vez se centra en los sistemas de producción con pocos insumos externos del mundo en desarrollo y los proyectos de conservación in situ se ejecutan principalmente en países desarrollados. Además, los ganaderos a pequeña escala —pastores y pequeños agricultores— a menudo son marginados de los procesos de toma de decisiones que afectan a sus sistemas productivos, lo que da lugar a decisiones y políticas que suponen una amenaza para su capacidad de continuar siendo guardianes de la biodiversidad ganadera.
Tradicionalmente, los ganaderos compartían voluntariamente sus recursos zoogenéticos con sus vecinos. Muchas razas acabaron así por difundirse fuera de los países y regiones en los que se habían obtenido inicialmente, y este intercambio abierto de material genético contribuyó en gran medida a la gran diversidad de razas que existe hoy en día. No obstante, a medida que el sector ganadero ha ido industrializándose, han cambiado también los intereses en juego. Han surgido nuevos desafíos, como el reconocimiento del trabajo y los derechos de los ganaderos y la protección de los derechos de propiedad intelectual y las inversiones comerciales en la genética y el mejoramiento.