A lo largo de la historia, el cambio tecnológico —en los sistemas agroalimentarios y en otros ámbitos— ha permitido mejorar la productividad, los ingresos y el bienestar humano. Hoy en día, las soluciones tecnológicas son indispensables para alimentar a una población en continuo crecimiento frente a la limitación de las tierras agrícolas, el uso insostenible de los recursos naturales y el aumento de las perturbaciones y tensiones, incluido el cambio climático. Estas soluciones son necesarias para hacer todos los sectores de la agricultura —producción de cultivos y ganadería, acuicultura, pesca y actividad forestal— más productivos y sostenibles, así como para incrementar los niveles de productividad de los sistemas agroalimentarios.

El cambio tecnológico ha reducido la necesidad de trabajo manual en la agricultura. Este proceso de aumento de la productividad agrícola y de reasignación de la mano de obra a otros sectores distintos de la agricultura suele denominarse transformación agrícola. Va acompañado de inversiones en sistemas agroalimentarios y otros tipos de infraestructura física y del mercado. La automatización agrícola puede ser un motor de transformación y crear nuevas oportunidades. En este sentido, la mecanización motorizada ha permitido automatizar la ejecución de las actividades agrícolas, mientras que, más recientemente, las tecnologías digitales han creado nuevas oportunidades para automatizar las decisiones que preceden a la ejecución de las actividades físicas.

Los temores habituales de que la automatización conduce a un aumento del desempleo, aunque comprensibles, son cuestionables y, en general, no son corroborados por la realidad histórica. En conjunto, la automatización alivia la escasez de mano de obra y puede hacer la producción agrícola más resiliente y productiva, mejorar la calidad de los productos, aumentar la eficiencia en el uso de los recursos, promover el empleo decente y mejorar la sostenibilidad ambiental. Las repercusiones socioeconómicas negativas de la automatización agrícola, como el aumento del desempleo, suelen producirse cuando la automatización no se adapta a las necesidades locales específicas. Los riesgos de repercusiones negativas pueden contrarrestarse facilitando la transición de los trabajadores agrícolas a otras oportunidades de empleo, abordando los obstáculos que impiden que los pequeños productores pobres participen en los beneficios y evitando las políticas que subvencionan la automatización en contextos de abundancia de mano de obra y bajos salarios rurales.

Automatización agrícola: las oportunidades abundan, pero no están exentas de dificultades

Cualquier actividad relacionada con la agricultura consta de tres fases: diagnóstico, toma de decisiones y ejecución. La mecanización motorizada automatiza la ejecución de actividades agrícolas como la labranza, la siembra, la aplicación de fertilizantes, el ordeño, la alimentación y el riego. Con las tecnologías de automatización digital, es posible automatizar también el diagnóstico y la toma de decisiones. Estas tecnologías aumentan la precisión de las actividades agrícolas y permiten hacer un uso más eficiente de los recursos e insumos, con posibles beneficios en cuanto a la sostenibilidad ambiental y una mayor resiliencia frente a perturbaciones y tensiones. La evolución tecnológica en la agricultura puede resumirse como un paso progresivo de las herramientas manuales a la tracción animal, a la mecanización motorizada, al equipo digital y, finalmente, a la robótica con inteligencia artificial (IA).

En este contexto, en el presente informe se define la automatización agrícola como sigue:

el uso de maquinaria y equipo en las actividades agrícolas para mejorar el diagnóstico, la toma de decisiones o la ejecución, reduciendo el trabajo agrícola pesado o mejorando la puntualidad, y posiblemente la precisión, de las actividades agrícolas.

La automatización agrícola presenta muchas oportunidades: puede aumentar la productividad y permitir una gestión más cuidadosa de los cultivos, el ganado, la acuicultura y la actividad forestal; puede proporcionar mejores condiciones de trabajo y mayores ingresos, así como reducir la carga de trabajo de la agricultura; y puede generar nuevas oportunidades empresariales en el medio rural. Las tecnologías que se aplican fuera de las explotaciones agrícolas pueden reducir aún más la pérdida y el desperdicio de alimentos, mejorar la inocuidad de los alimentos y facilitar la adición de valor.

En muchos países, la disminución de la disponibilidad de mano de obra rural —que se refleja en el aumento de los salarios agrícolas— es uno de los principales factores determinantes de la automatización agrícola. La creciente preocupación de los consumidores por la calidad, la inocuidad, el sabor y la frescura de los alimentos, junto con preocupaciones relacionadas con el medio ambiente, también están estimulando la inversión en tecnologías digitales. Lo mismo ocurre con las dificultades relacionadas con el manejo del ganado y el bienestar de los animales que se derivan del creciente tamaño de los rebaños en la producción ganadera.

Por otro lado, la automatización agrícola puede conllevar el riesgo de exacerbar las desigualdades sociales, ya que los productores más grandes y con más instrucción tienen más capacidad (por ejemplo, fondos, infraestructura rural, aptitudes) para invertir en nuevas tecnologías o para reciclarse y adquirir nuevas competencias. Las mujeres y los jóvenes pueden enfrentarse a obstáculos especialmente importantes, por ejemplo, para obtener educación y capacitación de calidad, así como para tener acceso a la tierra, al crédito y a los mercados. Además, se prevé que la automatización reduzca los empleos que entrañan tareas rutinarias, como la siembra y la cosecha, pero que aumente los empleos cualificados que requieren, por ejemplo, educación secundaria. En los países con una fuerza de trabajo rural numerosa, este cambio en el empleo puede suponer el riesgo de acentuar las desigualdades. Para superar estas dificultades, es necesario reducir los obstáculos para la adopción —que enfrentan en particular los pequeños productores, las mujeres y los jóvenes— a fin de conseguir que las soluciones automatizadas sean neutrales en cuanto a la escala, es decir, que sean accesibles a los productores agrícolas de todas las escalas, desde los pequeños hasta los grandes productores. Esto puede lograrse mediante innovaciones tecnológicas que adapten la automatización a las condiciones de los pequeños productores. Además, arreglos institucionales innovadores, como los activos compartidos o los servicios de alquiler de maquinaria, pueden contribuir a la neutralidad de escala al poner en contacto a los propietarios de equipo con los pequeños productores, que pagan una tarifa por un servicio de automatización en lugar de asumir el costo de la compra de la maquinaria.

La dependencia de la automatización agrícola respecto de maquinaria pesada también puede poner en riesgo la sostenibilidad ambiental y contribuir a la deforestación, el monocultivo de tierras agrícolas, la pérdida de biodiversidad, la degradación de las tierras y la erosión del suelo. Sin embargo, algunos avances recientes en la automatización, especialmente en equipo pequeño basado en la IA, pueden invertir algunos de estos efectos negativos.

Comprender el pasado y mirar hacia el futuro de la automatización agrícola

La mecanización motorizada ha aumentado considerablemente en todo el mundo, aunque solo existen datos mundiales fiables, con una amplia cobertura de países, sobre los tractores y únicamente hasta 2009. El uso de tractores como fuerza motriz agrícola fue una de las innovaciones más influyentes del siglo XX; se inició en los Estados Unidos de América entre 1910 y 1960 y se extendió al Japón y Europa después de 1955. Más tarde, muchos países de Asia y América Latina experimentaron un progreso considerable en la introducción de maquinaria motorizada, además de la aparición de sectores de fabricación de maquinaria agrícola en algunos países. Con el aumento de los mercados de alquiler de maquinaria, su introducción se ha generalizado y ha facilitado el acceso de los pequeños productores. Sin embargo, la introducción de tractores se ha estancado en el África subsahariana en los últimos decenios, y las herramientas manuales ligeras siguen siendo el principal tipo de equipo utilizado. Los esfuerzos de promoción de la mecanización realizados durante las décadas de 1960 y 1970, basados en proporcionar maquinaria subvencionada a los agricultores y crear explotaciones estatales y empresas públicas de alquiler, resultaron costosos y en su mayoría fracasaron debido a problemas de gobernanza. Esto está cambiando con la reaparición de la agricultura en la agenda de desarrollo de África, lo que ha llevado a un renovado interés en la automatización.

Desde la década de 1970, las tecnologías digitales han llegado a la agricultura a través de diversas aplicaciones. Al principio, se trataba sobre todo de tecnologías sencillas de ganadería de precisión que facilitaban el manejo de animales individuales mediante la identificación electrónica (también denominada “marcado electrónico”), lo que luego allanó el camino a los robots de ordeño en la década de 1990. Al mismo tiempo, empezaron a aparecer herramientas digitales incorporadas a la mecanización, como maquinaria con sistemas mundiales de navegación por satélite (GNSS), que facilitaron el guiado automático de tractores, esparcidoras de fertilizantes y pulverizadoras de plaguicidas. Más recientemente, se está empezando a utilizar dispositivos no incorporados, como los teléfonos inteligentes, para informar a los productores mediante sensores, cámaras de alta resolución y diversas aplicaciones integradas en los dispositivos. Estas tecnologías pueden reducir los costos y aumentar la productividad; sin embargo, su adopción parece ser consecuencia también de consideraciones no monetarias, por ejemplo, una mayor flexibilidad de los horarios de trabajo y una mejor calidad de vida, como en el caso de los robots de ordeño.

Aún más avanzadas son las soluciones del internet de las cosas (IdC), que se utilizan, por ejemplo, para controlar y a veces automatizar, al menos en parte, las decisiones sobre el cuidado de los cultivos, el ganado o los peces. Los servicios digitales también incluyen servicios de activos compartidos, que conectan a los propietarios de equipo (por ejemplo, tractores o drones), y a veces también a los operadores, con los agricultores que necesitan ese equipo.

Las tecnologías digitales también ofrecen posibilidades a la agricultura de precisión no mecanizada. Hace mucho tiempo ya que se elaboraron metodologías para la aplicación manual de fertilizantes en sitios específicos: cabe mencionar, por ejemplo, la tecnología de dosis variable (TDV) para los fertilizantes del arroz o un escáner de suelo manual disponible en varios países de ingresos bajos de África y Asia. Los agricultores no mecanizados de Asia y África también están utilizando servicios de vehículos aéreos no tripulados, comúnmente conocidos como drones; se usa el GNSS para medir la superficie de los campos (Asia) y delimitar los campos para determinar la tenencia de la tierra (África).

El estado actual de las tecnologías de automatización digital y la robótica en la agricultura

Las aplicaciones de la automatización digital y la robótica en la agricultura son extremadamente diversas. Los teléfonos inteligentes, con diversos sensores y cámaras de alta resolución incorporados, son los aparatos más accesibles para los productores (en especial, los pequeños productores) en los países de ingresos bajos y medianos. Sin embargo, la escasa alfabetización digital en las zonas rurales, la falta de tecnologías adaptadas a los pequeños productores y el costo relativamente elevado de estas tecnologías siguen siendo los mayores obstáculos para su introducción.

Más recientemente, se ha empezado a comercializar tecnologías avanzadas como los robots autónomos para cultivos (por ejemplo, para la cosecha, la siembra y el deshierbe). Se utilizan drones para recopilar información y automatizar la aplicación de insumos, pero su uso suele estar estrictamente reglamentado.

En el sector de la acuicultura, la automatización va en aumento en respuesta a la escasez de mano de obra y a los elevados salarios. En los bosques, gran parte del trabajo de recolección de madera está ya muy mecanizado, y los robots móviles, combinados con nuevas técnicas de realidad virtual y teledetección, están preparando el camino para máquinas automáticas avanzadas. Además, se está utilizando la teledetección para controlar la deforestación. La digitalización y la automatización también tienen gran potencial en la agricultura de ambiente controlado, que incluye la agricultura en interiores y la agricultura vertical. Los invernaderos son la forma más común de agricultura de ambiente controlado y, por su propia índole, pueden someterse a vigilancia, control y optimización ambientales.

Existen muchas soluciones tecnológicas ya disponibles para su adopción en países de ingresos tanto altos como medianos y bajos. En la dirección que tomen y su índice de adopción influirán considerablemente las decisiones en materia de políticas. Los gobiernos deben facilitar el acceso a estas tecnologías para todos —en particular, los pequeños productores, las mujeres, los jóvenes y otros grupos vulnerables y marginados— y asegurarse de que se adapten al contexto y las necesidades específicos de los productores. Idealmente, los gobiernos deberían crear condiciones equitativas respecto de las tecnologías innovadoras con objeto de permitir al sector privado satisfacer la demanda de automatización.

Paso a paso: la mecanización motorizada simple todavía desempeña un papel importante

Aunque las tecnologías digitales y la robótica prometen grandes cosas, la mecanización motorizada puede generar aún muchos beneficios, como aumento de los ingresos, reducción de los costos, ahorro de mano de obra y disminución del trabajo pesado. Puede liberar mano de obra doméstica y permitir que los hogares agrícolas asignen menos tiempo a la agricultura para dedicarse a trabajos no agrícolas. También puede haber beneficios indirectos para la economía en general. Estos pueden reflejarse en una mayor demanda de bienes y servicios no agrícolas por parte de los hogares agrícolas a medida que mejora la productividad de la mano de obra, así como la expansión de la economía no agrícola a medida que los trabajadores dejan la agricultura y pasan a sectores con mayor productividad de la mano de obra. La automatización también puede mejorar la inocuidad de los alimentos, gracias a las tecnologías de conservación y almacenamiento, así como hacer la producción agrícola más resiliente, en particular a las perturbaciones climáticas, ya que permite a los agricultores completar las actividades agrícolas más rápidamente y tener más flexibilidad a fin de adaptar las actividades a los cambios en las condiciones meteorológicas.

Por consiguiente, todavía hay margen para aumentar el uso de la mecanización motorizada en algunos contextos. En los países de ingresos bajos y medianos, los pequeños productores pueden beneficiarse más de las máquinas pequeñas, como los tractores de dos ruedas, que representan una opción menos costosa y más sostenible desde el punto de vista ambiental que la maquinaria pesada tradicional. Las recientes innovaciones para adaptar maquinaria motorizada a las necesidades locales pueden ayudar a los países a mejorar la eficiencia en el uso de los recursos y ahorrar recursos escasos (por ejemplo, agua) mediante sinergias innovadoras entre la mecanización y otras prácticas de gestión de los campos. Por ello, la mecanización agrícola ocupa un lugar destacado en la agenda política de muchos países de ingresos bajos y medianos. Este es el caso, especialmente, del África subsahariana, donde la mecanización agrícola se descuidó durante algún tiempo, tras los anteriores fracasos de los programas estatales de mecanización.

Las tecnologías manuales y la tracción animal también pueden desempeñar todavía un papel importante en muchos contextos. La tracción animal puede ser una importante fuente de energía para las explotaciones agrícolas muy pequeñas y fragmentadas, y herramientas manuales avanzadas pueden reducir la necesidad de energía humana. Aunque son menos potentes que los tractores, tanto los animales de tiro como las herramientas manuales avanzadas pueden aún ayudar a remediar la escasez de mano de obra y facilitar un mayor rendimiento de los cultivos y la expansión de las tierras en muchas zonas. En muchos casos, son probablemente la opción más viable para aumentar el suministro de energía.

De cara al futuro: argumentos a favor de la inversión en automatización digital

El argumento a favor de la inversión en tecnología agrícola se basa en la posible utilidad para el sector privado. Se supone que los actores pertinentes —incluidos productores, comerciantes y proveedores de servicios— toman decisiones racionales que maximizan sus beneficios y su bienestar. La inversión en tecnologías de automatización conlleva costos, que tienden a aumentar si las tecnologías no están ampliamente disponibles a nivel local. Los proveedores y productores solo asumirán el compromiso necesario si los beneficios son superiores a los costos. En el caso de algunas tecnologías y en determinadas condiciones, los costos de inversión pueden superar los beneficios privados; por otro lado, puede haber importantes beneficios para la sociedad en general. En este caso, es necesaria la intervención pública para armonizar los beneficios privados con los intereses de la sociedad en su conjunto.

Dada la escasez de datos, se utilizaron 27 estudios de casos, basados en entrevistas con proveedores de servicios de automatización digital, para arrojar luz sobre el argumento a favor de la automatización digital de la agricultura. Los estudios de casos abarcan todas las regiones del mundo y todos los sistemas de producción agrícola (cultivos, ganadería, acuicultura y agroforestería). Representan soluciones de automatización digital en diferentes etapas de preparación: muchas de ellas aún se encuentran en las primeras etapas de desarrollo y comercialización. Los resultados revelan que solo 10 de los 27 proveedores de servicios son rentables y sostenibles desde el punto de vista financiero. Estos 10 proveedores, en su mayoría ubicados en países de ingresos altos, utilizan soluciones que están en su etapa de madurez (es decir, han sido ampliamente adoptadas) y prestan servicios principalmente a grandes productores. Más de un tercio de los estudios de casos sugieren que los agricultores se están beneficiando de estas soluciones mediante aumentos de la productividad y la eficiencia y nuevas oportunidades de mercado. En conjunto, los resultados indican que los argumentos a favor de las tecnologías de automatización digital aún no están maduros, en parte porque muchas de estas tecnologías se encuentran aún en la etapa de los prototipos, pero también porque existen graves obstáculos para su adopción, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos.

Aunque el desarrollo de muchas tecnologías se encuentra aún en una etapa preliminar, los estudios de casos permiten extraer varias enseñanzas importantes. Los factores clave para la adopción son, en primer lugar, el conocimiento de la capacidad de una solución para realizar actividades agrícolas con éxito y, en segundo lugar, la capacidad de los agricultores para manejar la solución. Los obstáculos más frecuentes para la adopción de estas tecnologías son la falta de alfabetización digital, la limitada conectividad y la escasa disponibilidad de otros elementos de infraestructura de apoyo, como la electricidad. A ello se suma a menudo la reticencia al cambio, generalmente relacionada con el envejecimiento de la población agrícola. Se señala que el cambio generacional actúa como un motor de la adopción, y se considera que los jóvenes agricultores son fundamentales en la transformación hacia la digitalización y la automatización avanzada. Las condiciones del mercado también actúan ya sea como un motor o un obstáculo para la adopción, dado que una fuerte competencia entre los productores los incita a asumir más riesgos y adoptar nuevas tecnologías que prometen mayor productividad y eficiencia. Los factores limitantes pueden ser la reglamentación gubernamental de las importaciones de tecnología, la ausencia de políticas de intercambio de datos y la insuficiencia de las políticas y los incentivos públicos. Por otro lado, cuando están bien proyectados, los reglamentos o el apoyo público pueden ser un fuerte motor para la adopción.

Más allá de los argumentos a favor: la automatización agrícola promete beneficios ambientales, pero es necesario seguir investigando

En los países de ingresos altos, pero también en muchas explotaciones comerciales de países de ingresos bajos y medianos, la agricultura ya está muy mecanizada, principalmente gracias al uso de máquinas grandes. Sin embargo, este tipo de mecanización ha ocasionado erosión del suelo, deforestación y pérdida de biodiversidad, todo lo cual contribuye a reducir la resiliencia. Las innovaciones de las tecnologías de automatización y la investigación agronómica aplicada pueden ayudar a explorar soluciones para abordar estas dificultades. Por ejemplo, la mecanización motorizada puede adaptarse a maquinaria más pequeña y ligera. Las soluciones que ofrecen posibilidades para los pequeños productores incluyen tractores pequeños de cuatro ruedas y de dos ruedas. Pueden reducir al mínimo la pérdida de biodiversidad, ya que no requieren un desmonte y una remodelación importantes de los campos. Otras máquinas motorizadas pequeñas, como las deshierbadoras propulsadas y las trilladoras móviles, también pueden producir beneficios en cuanto a la igualdad de género, ya que las mujeres pueden manejarlas con facilidad.

Las tecnologías de automatización digital que apoyan la agricultura de precisión también presentan una oportunidad para obtener grandes beneficios ambientales. Pueden facilitar la adopción de prácticas sostenibles, como la agricultura de conservación. Hay ejemplos de éxito en el uso de ordenadores y del IdC para automatizar invernaderos, lo que permite ahorrar agua y otros insumos. Los enjambres de pequeños robots pueden producir beneficios ambientales mediante la reducción del uso de plaguicidas y herbicidas, la optimización del uso de otros insumos y la reducción de la compactación del suelo. Ya son económicamente viables en determinadas circunstancias, pero es necesario seguir investigando, especialmente acerca de su potencial para la agricultura en pequeña escala, donde deberían tener una ventaja comparativa sobre la maquinaria grande en las explotaciones con campos de forma irregular.

Estos beneficios ambientales son actualmente específicos de cada lugar; asimismo, muchas soluciones están todavía en las primeras etapas de desarrollo y comercialización. Por lo tanto, se precisan más investigaciones, incluidos ensayos. Si tanto los encargados de formular las políticas como los productores conocen plenamente los beneficios de estas tecnologías, la inversión en su desarrollo debería aumentar. La transición a energías renovables también es importante y puede ofrecer nuevas oportunidades para impulsar la automatización, especialmente en las zonas rurales remotas; sin embargo, también en este caso es necesario investigar qué soluciones de energía renovable sin conexión a la red pueden alimentar más eficazmente cada tipo de maquinaria.

La automatización agrícola tiene repercusiones complejas sobre los trabajadores y también puede beneficiar a los consumidores

Resulta muy difícil medir las repercusiones generales de la automatización agrícola en el empleo porque ello requiere grandes cantidades de datos que permitan el seguimiento de todas las transformaciones y la reubicación conexa de trabajadores, no solo en las actividades agrícolas, sino también en las etapas anteriores y posteriores. A medida que se desarrolla la transformación agrícola, la gente abandona la agricultura para buscar trabajos mejor pagados y la proporción de personas empleadas en la agricultura sigue disminuyendo. El proceso reconfigura la oferta y la demanda de mano de obra en sistemas agroalimentarios completos. Cuando todos los nodos de los sistemas agroalimentarios cambian simultáneamente, es casi imposible atribuir las repercusiones socioeconómicas y en el mercado de trabajo a casos específicos de automatización agrícola.

Los posibles efectos de la automatización agrícola sobre el empleo en el sector pueden ser diversos. Es probable que la demanda de mano de obra poco cualificada disminuya a medida que se automatizan muchas tareas. Mientras tanto, la automatización aumenta la demanda de trabajadores relativamente cualificados. Si se consideran los sistemas agroalimentarios en su conjunto, la automatización podría disminuir el empleo estacional con salarios bajos en las explotaciones agrícolas, pero podría aumentar el empleo mejor pagado y menos estacional en las etapas anteriores y posteriores.

Las implicaciones de la automatización también pueden ser diferentes en distintos tipos de explotaciones. En el caso de los pequeños agricultores y los agricultores de subsistencia, la automatización puede liberar mano de obra familiar para el empleo no agrícola, pero también puede facilitar la expansión de la producción. En las explotaciones comerciales familiares, puede liberar mano de obra familiar y reducir la demanda de mano de obra contratada, pero si las actividades agrícolas comerciales se expanden como resultado de la automatización, puede haber más necesidad de mano de obra asalariada. Las explotaciones comerciales de empresas son las más automatizadas, con el correspondiente descenso de las necesidades de mano de obra en las explotaciones. No obstante, incluso en este caso, si la adopción de la automatización se ve estimulada por el aumento de los salarios y la escasez de mano de obra, tenderá a aumentar la productividad de la mano de obra y los salarios sin provocar desempleo.

Si la automatización se produce en lugares donde abunda la mano de obra, y se incentiva mediante subvenciones que la abaratan artificialmente, existe un serio riesgo de desplazar mano de obra y generar desempleo, con importantes implicaciones socioeconómicas, especialmente para las personas más pobres y menos cualificadas, que no pueden encontrar fácilmente otro empleo.

La automatización agrícola tiene repercusiones socioeconómicas significativas para los consumidores, ya que se traduce en una reducción de los costos de producción de los alimentos. Los avances en la automatización digital también pueden crear nuevas oportunidades empresariales beneficiosas para los consumidores —por ejemplo, al posibilitar el resurgimiento de cultivos autóctonos ricos en nutrientes cuya automatización resulta dificultosa— y reducir sustancialmente los costos de producción de los alimentos orgánicos, que actualmente exigen mucha mano de obra.

El proceso de automatización agrícola debe ser inclusivo y no dejar a nadie atrás

La automatización agrícola debe incluir a quienes experimentan vulnerabilidad, exclusión y marginación, en particular los pequeños productores, los pastores, los pescadores y silvicultores en pequeña escala y las comunidades forestales, los trabajadores agrícolas asalariados, las microempresas y los trabajadores informales, las personas sin tierra y los trabajadores migrantes. La participación de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad es especialmente importante.

Las implicaciones de género de la automatización de las explotaciones agrícolas son complejas. Sin embargo, las mujeres van a la zaga de los hombres en la adopción de tecnología agrícola debido a los obstáculos para el acceso al capital, los insumos y los servicios (por ejemplo, información, extensión, crédito, fertilizantes) y, en algunos contextos, también debido a las normas culturales. Los encargados de formular las políticas y los asociados locales en la ejecución deben promover el desarrollo de tecnología, la difusión y la prestación de servicios teniendo en cuenta las cuestiones de género.

Los jóvenes agricultores parecen ser los primeros en abrazar el proceso con entusiasmo. La automatización agrícola promete nuevos tipos de trabajos que exigen un sólido conjunto de habilidades. Un programa robusto de desarrollo del capital humano y de creación de capacidades, centrado en los jóvenes, debe ser una prioridad.

A medida que la automatización que permite ahorrar mano de obra se extiende en las explotaciones, no solo se reduce la mano de obra agrícola, sino que esta se vuelve más cualificada. Un reto importante es facilitar la transición de la mano de obra agrícola de las actividades manuales poco cualificadas al trabajo con tecnologías más complejas. Sin embargo, los temores de que la automatización desplace a millones de trabajadores agrícolas sin otras perspectivas de trabajo son infundados. La automatización de los trabajos agrícolas, con la consiguiente evolución de la mano de obra agrícola, es un proceso gradual que difiere en función del lugar, los cultivos y las tareas agrícolas. Los incentivos para adoptar la automatización que ahorra mano de obra son mayores en relación con las tareas agrícolas específicas que requieren mucha mano de obra y que pueden automatizarse fácilmente a bajo costo. Mientras algunas tareas se automatizan, otras seguirán precisando mucha mano de obra.

Si las tecnologías de automatización disponibles no son neutrales en cuanto a la escala, existe el riesgo de que los pequeños productores y elaboradores quiebren por carecer de las economías de escala necesarias para seguir siendo competitivos. Sin embargo, este no es un resultado inevitable de la automatización de la agricultura; la clave está en la generalización de la automatización neutral en cuanto a la escala y de bajo costo.

En cualquier caso, la suposición de que limitar la automatización puede preservar el empleo y los ingresos agrícolas es infundada. De hecho, las políticas destinadas a restringir la automatización solo harán que las explotaciones agrícolas sean menos competitivas y no puedan ampliar su producción. Para mejorar los salarios y las condiciones de trabajo de sus trabajadores, las explotaciones agrícolas deben llegar a ser más productivas mediante el uso de nuevas tecnologías. Sin tecnologías que mejoren la productividad de la mano de obra, las perspectivas de sacar de la pobreza y la inseguridad alimentaria a los trabajadores agrícolas pobres son escasas.

Presentación de un plan detallado para una automatización agrícola eficiente, sostenible e inclusiva: políticas, inversiones e instituciones

La automatización agrícola tiene un gran potencial para contribuir a un desarrollo rural sostenible e inclusivo basado en una agricultura intensiva pero sostenible. Sin embargo, el aprovechamiento de este potencial no es automático y depende del contexto socioeconómico, así como del entorno de políticas e institucional en el que se desarrolla el proceso de automatización agrícola. Que los países ganen o pierdan como resultado del proceso depende de la manera en que gestionen la transición. Los países que establezcan la infraestructura física, económica, jurídica y social necesaria para la automatización digital saldrán beneficiados. Los países que hagan caso omiso de este reto pueden perder.

Como todo cambio tecnológico, la automatización agrícola conlleva inevitablemente algunas perturbaciones y, si bien genera beneficios, también da lugar a compensaciones. El informe propone una serie de posibles opciones en materia de políticas, instituciones, legislación e inversiones. En conjunto, forman un plan para velar por que la automatización agrícola contribuya a conseguir sistemas agroalimentarios eficientes, productivos, sostenibles, resilientes e inclusivos. Algunas opciones se centran en la creación de un entorno propicio para los negocios en la agricultura, en particular en lo que respecta a las inversiones en tecnologías de automatización, y estas deben complementarse con reglamentos y otras medidas para garantizar que conduzcan a la sostenibilidad ambiental y la resiliencia al clima. Por último, se deben establecer políticas y programas para que el proceso dé resultados para todos, especialmente para los grupos marginados, como las mujeres, los pequeños productores y los jóvenes.

Los gobiernos también tendrán que equilibrar las compensaciones entre los diferentes objetivos económicos, ambientales y sociales, a veces contrapuestos. Las políticas, inversiones y otras medidas públicas que se proponen y que se examinan en la sección siguiente como parte de un plan detallado para la automatización agrícola no tienen el mismo peso en todos los contextos. Los gobiernos deben establecer prioridades entre las medidas en función de las dificultades que enfrentan y de sus capacidades nacionales. Un ámbito transversal fundamental para la intervención gubernamental es el apoyo relacionado con servicios generales, que representa las medidas gubernamentales que, sin distorsionar los incentivos ni favorecer a determinados actores sobre otros (o a determinados sectores dentro de la agricultura), crean un entorno propicio para hacer negocios en la agricultura y los sistemas agroalimentarios.

Las políticas e intervenciones orientadas a la agricultura también afectan a la adopción de la automatización

Diversas políticas específicas para la agricultura pueden apoyar la automatización de forma más directa y ayudar a superar los obstáculos para su adopción, especialmente para los pequeños productores. Los gobiernos pueden influir en el proceso de adopción a través de políticas crediticias orientadas directamente a la automatización agrícola. Los préstamos para la inversión son la solución más común para financiar la automatización y se presentan en diversas formas, como garantías basadas en contratos, sistemas de garantía de préstamos, grupos de responsabilidad conjunta, arrendamiento con opción a compra y donaciones de contrapartida. Además, las subvenciones específicas “inteligentes” que no distorsionan los mercados pueden desempeñar una función importante. La mejora de la seguridad de la tenencia de la tierra es esencial, ya que la inseguridad de la tenencia de la tierra restringe el acceso de los productores al crédito porque no pueden utilizar los títulos de propiedad como garantía. La reducción de los derechos de importación sobre la maquinaria, el equipo digital y las piezas de repuesto, así como la mejora de los procedimientos aduaneros, también pueden contribuir a reducir los costos de transacción asociados a las tecnologías de automatización y estimular su adopción.

Es preciso desarrollar el capital humano para superar el analfabetismo digital, por ejemplo, a través de centros de formación profesional. Deben reforzarse los conocimientos y las competencias de los fabricantes, los propietarios, los operadores, los técnicos y los agricultores, con los jóvenes como un objetivo estratégico, ya que suelen ser los principales impulsores de la automatización. La mejora de los servicios de extensión agrícola y asesoramiento rural puede facilitar la adopción. Los servicios públicos de extensión siempre han desempeñado un papel importante con miras al logro de una automatización agrícola inclusiva. Sin embargo, la escasez de personal de extensión con la capacitación adecuada es una limitación importante en la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos.

Si bien el capital humano es fundamental para los usuarios (es decir, los agricultores y los proveedores de servicios), es igualmente importante para quienes participan en las innovaciones (como los investigadores y científicos). Los gobiernos pueden financiar la investigación aplicada y el desarrollo de tecnologías de automatización, o bien llevarlos a cabo, en particular con la finalidad de hallar soluciones adaptadas a las necesidades locales y a las de los pequeños productores. Un área importante de investigación es la evaluación de los efectos de las soluciones de agricultura de precisión en cuanto a su rentabilidad, sostenibilidad ambiental e inclusividad. Es necesario centrar la atención tanto en la maquinaria pequeña como en las soluciones digitales de baja tecnología, como los sistemas de respuesta vocal interactiva (IVR), el servicio suplementario de datos no estructurados (USSD) y el servicio de mensajes cortos (SMS). La maquinaria pequeña puede ser más adecuada para las condiciones locales y las explotaciones pequeñas, mientras que las soluciones de baja tecnología pueden llegar más fácilmente a todos los agricultores a un bajo costo.

Por último, los gobiernos deben elaborar normas de garantía de calidad y seguridad, que pueden ser gestionadas por organizaciones públicas, del mercado y del tercer sector. Las leyes y normas de seguridad de la automatización deben basarse en una consulta inclusiva con todas las partes interesadas, ser transparentes y estar respaldadas por medidas que garanticen el cumplimiento por parte de los usuarios.

Las políticas, las instituciones y las inversiones ajenas a los sistemas agroalimentarios afectan a la adopción de la automatización agrícola

Las políticas generales y las inversiones que no están dirigidas específicamente a los sistemas agroalimentarios pueden conformar el entorno propicio, con inclusión de la infraestructura. La infraestructura viaria es especialmente deficiente en los países de ingresos bajos y en la mayor parte del África subsahariana. La mejora de esta infraestructura puede reducir los costos de transacción relativos al acceso a la maquinaria, las piezas de repuesto, las reparaciones y el combustible, así como facilitar la aparición de mercados de servicios. Resulta igualmente importante invertir en infraestructura energética, por ejemplo, mediante el desarrollo de la electrificación independiente de la red a partir de recursos renovables, ya que ninguna tecnología de automatización funciona sin energía. La disponibilidad de energía renovable basada en inversiones locales puede amortiguar tanto las perturbaciones en el sector energético como las fluctuaciones de los precios de los combustibles.

La mejora de la infraestructura de comunicación y de la conectividad a Internet es fundamental para el funcionamiento adecuado de la automatización agrícola. La deficiencia de la conectividad está muy extendida incluso en algunas zonas rurales de los países de ingresos altos. Las políticas pueden otorgar ventajas fiscales o posibilitar préstamos a bajo interés a los proveedores de servicios de Internet rurales. La legislación puede desempeñar un papel importante, promoviendo asociaciones entre la comunidad y los sectores público y privado con el fin de mejorar la conectividad y la infraestructura conexa en las zonas rurales y proporcionar servicios de datos y apoyo. Las inversiones también deberían dirigirse a la infraestructura de apoyo relacionada, como conjuntos de datos públicos sobre previsiones meteorológicas y calendarios para la producción de cultivos y la ganadería.

Si bien la infraestructura física es una de las principales preocupaciones, las instituciones, las condiciones macroeconómicas y la capacidad institucional en general también son fundamentales para la adopción de la automatización agrícola. Es importante mejorar los mercados de crédito en general; de hecho, el acceso de los pequeños productores al crédito a tasas de interés asequibles suele ser limitado, lo que imposibilita la financiación de las tecnologías de automatización. Es esencial reforzar la capacidad institucional y política para orientar el desarrollo de las tecnologías de automatización; si, por el contrario, las empresas tecnológicas privadas poderosas llegan primero, las consecuencias son potencialmente negativas, con efectos indirectos en la sociedad en general. Asimismo, si se establecen políticas nacionales transparentes de datos —que incluyan normas de protección de datos, intercambio de datos y privacidad— esas mismas empresas pueden facilitar la automatización digital. Otros facilitadores son el desarrollo de la infraestructura nacional de datos y el fomento de la interoperabilidad, es decir, la comunicación precisa y fiable entre máquinas. Por último, las políticas cambiarias y comerciales pueden afectar a los patrones de la automatización debido a los costos de importación de maquinaria, equipo digital y piezas de repuesto.

Si se desarrolla de manera adecuada, la automatización agrícola contribuirá a crear sistemas agroalimentarios inclusivos y sostenibles

Incluso suponiendo que los países puedan crear condiciones equitativas para el suministro de tecnologías innovadoras por parte del sector privado, seguirán existiendo retos relacionados con la automatización. La automatización agrícola enfrenta tres retos concretos: no dejar atrás a los grupos marginados, evitar el aumento del desempleo y el desplazamiento de puestos de trabajo y prevenir daños ambientales. Las políticas pueden desempeñar un papel importante a fin de abordar estos retos y velar por que la automatización contribuya a una transformación agrícola inclusiva y sostenible. Por lo tanto, lo más probable es que los encargados de formular las políticas tengan que adoptar medidas.

En primer lugar, los gobiernos deben garantizar que las mujeres, los jóvenes y otros grupos desfavorecidos se beneficien de la automatización. Las políticas que abordan las desventajas que enfrentan las mujeres (por ejemplo, mejorando sus derechos sobre la tierra o facilitando su acceso al crédito y a la extensión) también contribuyen a aumentar el acceso de las mujeres a la automatización. Las actividades de investigación y desarrollo públicas pueden centrarse en tecnologías de mecanización favorables a las mujeres, es decir, adaptadas a sus necesidades. Además, es preciso un programa específico de automatización agrícola dirigido a los jóvenes del medio rural y a otros grupos desfavorecidos, que permita que adquieran las competencias necesarias para desempeñar los nuevos trabajos altamente cualificados asociados a la automatización.

En segundo lugar, los gobiernos deben evitar los efectos negativos sobre el empleo. Es poco probable que la automatización genere desempleo cuando surge en respuesta a las fuerzas del mercado (por ejemplo, el aumento de los salarios rurales) y sustituye al trabajo familiar no remunerado. Por otro lado, si se impulsa artificialmente mediante esfuerzos públicos (por ejemplo, a través de la importación subvencionada de maquinaria), podría conducir al desempleo, al desplazamiento de puestos de trabajo y a la reducción de los salarios rurales. Por lo tanto, los encargados de formular las políticas no deberían promover la automatización antes de que sea realmente necesaria. Al mismo tiempo, no deberían inhibir su adopción basándose en el argumento de que desplazará mano de obra y creará desempleo. El apoyo mediante políticas que proporcionan bienes públicos o colectivos a través del apoyo relacionado con servicios generales es el que más probablemente permitirá una transición fluida hacia una mayor automatización sin crear desempleo. Esto incluye respaldar actividades de investigación y desarrollo agrícolas y servicios de transferencia de conocimientos.

En tercer lugar, las políticas deben garantizar que la automatización agrícola contribuya a unos sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes. Aunque la mecanización motorizada ha generado muchos beneficios, también ha producido efectos negativos en el medio ambiente, como pérdida de biodiversidad, compactación y erosión del suelo y degradación de la calidad del agua. Las tecnologías de automatización digital más avanzadas, como la agricultura de precisión, pueden reducir al mínimo o evitar estos efectos. La investigación técnica y agronómica aplicada debería explorar las soluciones de automatización que mejor se adapten a las condiciones agroecológicas locales, y los gobiernos deberían facilitar la adopción de tecnologías de automatización ecológicas. Los agricultores son quienes pueden elegir mejor qué soluciones automatizadas se adaptan a las condiciones agroecológicas locales, pero los gobiernos deben crear un entorno propicio, que incluya información sobre las tecnologías disponibles.

En conclusión, si se procura abordar los retos mencionados, la automatización agrícola puede funcionar como un catalizador que apoye la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular los ODS 1, 2, 3, 9 y 10. La combinación adecuada de tecnologías —así como las políticas, intervenciones e inversiones apropiadas— dependerá del nivel de desarrollo económico, las instituciones existentes, las características agronómicas locales y los objetivos de los encargados de formular las políticas. Es importante que estos reconozcan la especificidad del contexto de adopción y evalúen los problemas concretos que enfrenta una zona (por ejemplo, conectividad, desigualdad, pobreza, inseguridad alimentaria, malnutrición) antes de combinar los instrumentos de política para la acción. Corresponde a los productores agrícolas decidir qué tecnologías adoptar y a los gobiernos proporcionar un entorno propicio en el que la innovación pueda prosperar, así como los incentivos necesarios para que el proceso de adopción sea lo más inclusivo posible.

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