抗微生物药物耐药性

Se necesita un cambio de comportamiento sostenible para combatir la RAM

09/07/2021

La ciencia del comportamiento se instala en las agendas de contención de la RAM

Necesitamos aplicar la ciencia del comportamiento para viabilizar y sustentar la gestión de riesgos de la RAM, porque el enfoque de “sentido común” ha fallado: informar a las personas sobre esta amenaza, sus riesgos y consecuencias no es suficiente para cambiar los comportamientos”, así lo señaló Cortney Price, experto en cambio de comportamiento de la FAO.

Junio, 2021. Ha pasado algún tiempo en que la RAM ha formado parte de las áreas de preocupación de las autoridades científicas mundiales, ocupando un elevado sitial en la agenda política internacional sin precedentes. De manera sostenida a partir del año 2015 se inician de manera concertada las acciones para su contención basadas en su reconocimiento y compromiso de atención expresados en resoluciones y declaraciones políticas de alcance global. Los países en conjunto con los organismos internacionales referentes han estado aunando esfuerzos, y trabajando arduamente en la búsqueda e implementación de soluciones intersectoriales para garantizar la salud de las personas. Se han alcanzado logros importantes y la ruta de progresiva para su contención se encuentra trazada, sin embargo, la situación no ha evidenciado mejoras significativas, o al menos a la velocidad esperada.

 

La RAM no solo pone en riesgo la salud humana, amenazando con revertir décadas de avances y mejoras en la salud de las personas alcanzadas en el siglo XX, sino que además afecta la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios, encargados de alimentar una población mundial creciente que demanda un incremento del consumo de proteína animal,  y con ello impacta en alcanzar y mantener la seguridad alimentaria y el comercio de alimentos, al tiempo que afecta los medios de vida basados en actividades agrícolas. El hecho de que los sectores de la salud humana y de la producción de alimentos contribuyan a la RAM, y a su vez se vean afectados por ella, evidencia que es un problema multifactorial complejo y cuya respuesta exige un enfoque sistémico multisectorial, basado en el modelo Una Salud.

 

Cabe destacar que la causa central del acelerado proceso de generación de Resistencia lo representa el sobreuso y el mal uso de los antimicrobianos, tanto en los sectores de la salud humana como de la salud animal. En principio no parece difícil trabajar en la promoción, regulación, capacitación y fiscalización de un conjunto de medidas expresadas en políticas públicas, orientadas a generar un uso prudente y responsable de estos medicamentos que salvan vidas y que son fundamentales para la alimentación de los hogares del planeta. Pero la realidad es muy diferente, ya que los nuevos desafíos que enfrenta la sociedad para alcanzar una respuesta efectiva son numerosos. En términos simplistas, se pueden agrupar en dos ejes de acción, los que a su vez están interrelacionados. El primero corresponde a comprender, adoptar e institucionalizar el modelo Una Salud. La actual pandemia por COVID-19 ha permitido nuevamente instalar la necesidad de abordaje de este modelo en la agenda pública. Su concepción no es compleja, “la salud humana, la salud animal y salud medioambiental no pueden estar separadas, son interdependientes”. En la práctica este término que viene gestándose desde el siglo XVIII, no reviste mayor dificultad de comprensión por gran parte de la sociedad. Sin embargo, para muchos sistemas nacionales de salud su implementación no ha sido un proceso expedito y ágil, existiendo grandes desafíos que involucran transformaciones e inversiones basadas en adecuados procesos de gobernanza.

El segundo eje consiste en generar cambios efectivos y sostenibles de comportamiento expresados en un uso prudente y responsable de antimicrobianos. Consolidar el compromiso de la sociedad civil, y de las partes interesadas en los sectores de la salud humana (pacientes y profesionales y técnicos de salud), de la producción de alimentos (productores de la industria primaria y transformadora de alimentos y profesionales y técnicos del agro), los tomadores de decisión y formuladores de políticas, entre otros, es uno de los grandes desafíos para hacerle frente a la RAM. Para lograr este cometido, las estrategias mundiales referentes para la RAM establecen dos objetivos a ser alcanzados por los países, la concienciación y el cambio de comportamiento para la RAM.

Capacidades para propiciar la intención y la acción frente a la RAM

Desde aquí se abre una puerta enorme para lograr estos cometidos, los que principalmente deben ser liderados por las autoridades oficiales de salud y agricultura responsables de diseñar y gestionar la respuesta frente a la RAM. Normalmente, las entidades sanitarias para sus sectores afines han desarrollado procesos de la comunicación de riesgos sanitarios, con diferentes profundidades, enfoques y resultados, siendo esta experiencia un capital de conocimiento a ser aprovechado. No siempre en estos procesos desarrollados, se priorizó, alcanzó y evaluó el cambio de comportamiento y su permanencia en el tiempo, lo que permite sostenibilidad a los esfuerzos y de los programas sanitarios. Es allí entonces, que hoy se ha enfatizado en adoptar la ciencia del comportamiento, como parte de la disciplina de la comunicación de riesgos y de la pericia científico- técnica para combatir la RAM. Para conocer más sobre este desafío, el experto Cortney Price nos compartió algunos elementos expresados en preguntas y respuestas. A continuación, una breve síntesis:

1. La investigación proporciona pruebas convincentes de que un mayor conocimiento sobre la RAM no se correlaciona necesariamente con la adopción de mejores prácticas sobre el uso de antimicrobianos. En este sentido, ¿por qué deberían incluirse intervenciones basadas en la ciencia del comportamiento en los procesos de formación rural para lograr resultados efectivos?

La producción de alimentos de cualquier tipo es, por supuesto, un proceso técnico y requiere educación formal e informal para aprender las formas más efectivas de producir alimentos de manera segura y eficiente. La formación para adquirir ese conocimiento es fundamental. Pero a menudo no implementamos lo que aprendemos y nuestras acciones con frecuencia van en contra de nuestras propias intenciones. La ciencia del comportamiento nos ayuda a considerar estos aspectos de la naturaleza humana, en lugar de basarnos únicamente en modelos racionales como la teoría del comportamiento planificado. El identificar científicamente las barreras de comportamiento que no tienen nada que ver con el conocimiento (aspectos del contexto social o económico, por ejemplo) y proporcionar formas de cambiar el entorno en relación con el comportamiento para aliviar estas barreras de "no conocimiento". Esto también se conoce como ajustar la "arquitectura de elección" para facilitar los comportamientos deseados.

2. ¿Cuál es la relevancia de comprender el patrón interno y los factores del entorno de un individuo - o, en este caso, del productor - para generar un cambio de comportamiento favorable y sostenible?

“El entorno socioeconómico, psicológico, cultural y físico de la parte interesada tiene un papel muy importante que desempeñar para influir en sus decisiones y acciones, así como también lo tiene el conocimiento de esa parte interesada sobre las mejores prácticas y sus beneficios, o su intención de llevar a cabo cualquier acto determinado. Esto es especialmente crítico cuando se trata de la RAM en los sectores de la alimentación y la agricultura, ya que el concepto de resistencia a los antimicrobianos (cómo se genera y se propaga la resistencia, la amenaza que representa para la salud animal, humana y del ecosistema, etc.) es muy técnico y, a menudo, de poca relevancia a la situación actual de las partes interesadas.

Entonces, la respuesta corta es la siguiente: para facilitar que los productores adopten mejores prácticas, debemos comprender en primer lugar qué está impulsando las prácticas "subóptimas”. Necesitamos estudiar qué impide que la gente cambie y derribar esas barreras donde podamos. El entorno ambiental es muy relevante, el agricultor familiar vive arraigado en un lugar y tiempo donde existen diferentes factores que pueden contribuir e influenciar sus actitudes y comportamientos”.

3.  ¿Cómo podemos incorporar la ciencia del comportamiento aplicada en un programa de educación comunitaria, y quiénes son los actores clave que deben participar para promover y habilitar nuevos comportamientos frente a la RAM?

“Las estrategias de comunicación de riesgos y participación comunitaria (RCCE, por sus siglas en inglés) o las metodologías de comunicación de cambio de comportamiento social (CCSS) proporcionan un buen punto de partida. Estos procesos enfatizan la importancia de defender un enfoque de abajo hacia arriba, impulsado por la comunidad, que ve a los miembros de la comunidad como socios iguales para el cambio.

Esta fue la idea detrás de la primera y recientemente concluida Comunidad de Práctica para el Cambio de Comportamiento de la RAM organizada por la FAO con socios en África el año pasado y apoyada por el Fondo Fleming del Reino Unido y la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo (NORAD, por sus siglas en inglés). Centrada en facilitar la higiene y el uso prudente de antimicrobianos en el contexto de la producción avícola. La FAO reunió a granjeros, vendedores, equipos de ventas farmacéuticas, líderes comunitarios y más, junto con veterinarios, expertos en RAM, profesionales de RCCE y científicos del comportamiento. La comunidad identificó los problemas comunes que querían resolver y los comportamientos que debían cambiar para resolverlos. Con la ayuda de científicos del comportamiento, el grupo tradujo estas ideas en pilotos para el cambio de comportamiento: propuestas de ensayos controlados aleatorios (ECA) que probarían hipótesis sobre cómo habilitar varios comportamientos (desde el uso adecuado de desinfectantes y pediluvios hasta uso prudente de medicamentos veterinarios). Cada comportamiento depende de un contexto, por lo que el punto de partida es identificar (junto con la comunidad) el comportamiento específico que necesita cambiar. Las partes interesadas esenciales para lograr ese cambio se identifican posteriormente, ya sean las personas que deberían cambiar a sí mismas, o bien si pudieran ser "mensajeros" que ayudarían a promover el cambio en la comunidad”. 

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