Algunas de las formas más innovadoras de mejorar las prácticas agrícolas están relacionadas con la tecnología nuclear. El empleo de isótopos o técnicas de radiación en la agricultura puede controlar las plagas y enfermedades, aumentar la producción de los cultivos, proteger los recursos de tierras y aguas y garantizar la inocuidad de los alimentos.
La FAO y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) han venido ampliando sus conocimientos y potenciando la capacidad en este ámbito durante más de 50 años y, recientemente, han reforzado esta asociación creando el Centro Conjunto FAO/OIEA (Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura).
A continuación se señalan cinco ejemplos de cómo la FAO y el OIEA están mejorando la agricultura y la seguridad alimentaria:
1. Sanidad animal
Las tecnologías nucleares han supuesto una gran diferencia en la detección, el control y la prevención de enfermedades animales y zoonóticas transfronterizas.
En Belice, los funcionarios veterinarios solían enviar muestras a laboratorios extranjeros para detectar brotes de enfermedades. Sin embargo, la Autoridad de Sanidad Agrícola de Belice se asoció con el Centro Conjunto FAO/OIEA para establecer su propio laboratorio de diagnóstico molecular de enfermedades animales. Con el equipo y la capacitación adecuados, los técnicos de laboratorio realizaban pruebas de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real, una técnica nuclear molecular, para detectar enfermedades rápidamente. Con estos diagnósticos rápidos y precisos, informaban a los trabajadores sobre el terreno para que pudieran adoptar las medidas oportunas para controlar con prontitud la enfermedad.
Actualmente, las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa se utilizan de forma generalizada para detectar enfermedades animales en menos de un día. Debido a esta competencia, las autoridades sanitarias de Belice pidieron recientemente a este laboratorio que les ayudara a realizar pruebas de reacción en cadena de la polimerasa para la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en humanos; un buen ejemplo de que ocuparse de las amenazas a la sanidad animal también puede contribuir a mejorar la salud de las personas. Esto forma parte del enfoque “Una salud” de la FAO, que reconoce que la salud de los animales, las personas, las plantas y el medio ambiente están interrelacionadas y que las soluciones pueden ser transversales.
2. Mejora de la gestión del suelo y el agua
Aunque sea difícil de imaginar, los residuos nucleares generados en el pasado están ayudando a los científicos. En lo que respecta a la medición y la evaluación de la erosión del suelo, los nucleidos radiactivos que se generan a raíz de actividades nucleares pueden ayudar a los científicos a determinar el estado de salud y la velocidad de la erosión de los suelos.
Esta técnica se aplicó al cultivo de soja, que en el pasado se había considerado un cultivo secundario en Benin. Los científicos de la Universidad de Abomey-Calavi y el Instituto Nacional de Agronomía de Benin, trabajando con el Centro Conjunto FAO/OIEA, introdujeron un isótopo nuclear en el suelo para medir la calidad del mismo y hacer el seguimiento. Determinaron las bacterias específicas necesarias para mejorar las condiciones del suelo para el cultivo de soja en Benin y recomendaron que se añadiera al suelo un fertilizante marcado con isótopos estables de nitrógeno-15 y que se hiciera un seguimiento de la absorción del fertilizante y la salud del suelo. De esta forma, se puede determinar la eficiencia con que los cultivos utilizan el biofertilizante y la cantidad de nitrógeno que capturan de la atmósfera, y ajustar la cantidad necesaria de fertilizante. Los agricultores de Benin vieron aumentar la producción de soja de 57 000 toneladas en 2009 a 220 000 toneladas en 2019.