Ya sea sobre una pizza, destacando en las ensaladas o triturados en salsas, los tomates son un ingrediente clave en las cocinas de todo el mundo. Sin embargo, quizá le sorprenda saber que no siempre ha sido así.
El tomate es originario de América del Sur y, aunque los aztecas ya lo consumían en Mesoamérica en el año 700 d.C., no fue hasta principios del siglo XIX cuando se convirtió en un popular ingrediente de la cocina mediterránea.
Hay varias teorías sobre cómo llegó a Europa. Una de ellas es que se introdujo en el continente tras la conquista española. De España pasó a Italia gracias a las estrechas relaciones entre las familias reinantes de la época. Otros creen que el tomate pasó de Perú o México a Francia.
Sea cual sea su procedencia, al principio los europeos solo consideraban el tomate como una planta decorativa o una curiosidad botánica. De hecho, se pensaba que era venenoso porque, como otras plantas de la familia de las solanáceas, contiene solanina, una neurotoxina.
Unos cuantos siglos después, los tomates se producen de forma comercial y se consumen en todo el mundo ofreciendo muchos beneficios.
Entonces, ¿qué nos aportan los tomates hoy en día?
1) Son beneficiosos para la salud
Los tomates son pequeños superhéroes alimentarios y su consumo dentro de una dieta equilibrada aporta muchos beneficios para la salud. Un solo tomate pequeño y crudo está repleto de nutrientes y antioxidantes. Puede mejorar la salud del corazón gracias a sus elevados niveles de fibra y potasio, que ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares. Contiene varias vitaminas, como la vitamina C, que refuerza nuestro sistema inmunitario, y la vitamina K, esencial para tener unos huesos fuertes.