Global Forum on Food Security and Nutrition (FSN Forum)

Miguel Ángel Damián Huato

Mexico

FAO, 2022. Foro Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición: el modelo productor-innovador

(MP-I) 

El MP-I es una alternativa viable para coadyuvar a superar la crisis alimentaria, social, de salud y ambiental, que vive la humanidad que se expresa en: pobreza alimentaria que afecta a 3 mil millones de habitantes, desigualdad social, migraciones, los más de cinco millones de muertes ocasionado por la pandemia de la Covid 19 y en el calentamiento del planeta que ha derivado en sequias, inundaciones, incendios, el derretimiento de casquetes polares, la acidificación de mares, etcétera, que empeoran los problemas mencionados. El MP-I fue sistematizada como propuesta de política pública para conseguir la autosuficiencia de maiceros de subsistencia y la soberanía alimentaria de México en maíz, frijol y grano de calabaza, tres alimentos básicos de los mexicanos.  

La soberanía alimentaria, permite acceder al derecho a la alimentación tutelado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde 1948 y por el artículo cuarto constitucional de México. Conseguirla, exige producir granos en cantidades suficientes, de forma sostenible, que sean saludables, nutritivos y culturalmente idóneos.   

El MP-I resume 20 años de trabajo y resultó de una rigurosa evaluación de las tecnologías progresivas (campesinas) y radicales (modernas) aplicadas en el manejo de maíz de secano. Esta evaluación permitió identificar experiencias de manejo agroecológico innovadoras y exitosas a escala local, asumidas como el MP-I (ver https://bit.ly/3BAIs3o).  

Todas las experiencias exitosas identificadas manejaron el maíz como milpa donde convergieron tecnologías campesinas y modernas trenzadas en un diálogo de saberes. Estas tecnologías, aunque distintas, se integraron entre sí. Se trata de lo que Piaget (1975) llamó el proceso de diferenciación-integración de elementos (tecnológicos) desigualmente desarrollados en el proceso histórico que devienen en una innovación con características productivas superiores a las tecnologías que le dieron origen.  

La teoría-praxis más importante aplicada en el manejo de la milpa es la biodiversidad que resulta de la asociación de cultivos, donde se siembran juntos, al menos, maíz, frijol y calabaza, capaz de reproducir una gran diversidad y abundancia de flora y fauna organizados en "pisos de plantas" que imitan la funcionalidad de los “pisos de plantas” de los ecosistemas naturales. En su construcción, la mano y sabiduría indígena-campesina han aplicado el principio de biomimesis que es “una ciencia, saber, arte, y tecnología que asume a la naturaleza como pedagoga para de ella aprender formas, procesos y organización para imitarla sin dañarla” (Tamayo, 2013. https://bit.ly/3pgsg22).  

Estos pisos de plantas albergan una gran abundancia y diversidad de flora y fauna que cumplen dos funciones esenciales para el campesino y la humanidad. La primera, recrea fuerzas productivas que proceden de miles de sinergias, pensadas como conectividades creativas, que origina lo que Capra (1998. https://bit.ly/3FgLM65) llamó “la trama de la vida activada por redes dentro de redes” y que en la milpa cuajan en una mayor produccion de granos que satisfacen necesidades biológicas y culturales de las familias campesinas, así como en la captura de gases efecto invernadero, de nitrógeno, de agua, de suelo, de materia orgánica, etcétera.    

De la segunda función de la biodiversidad deriva la resiliencia y sostenibilidad de la milpa, porque ahí coexisten lo que Capra denominó “especies superpuestas” o “especies redundantes” según Walker, constituidas por una multiplicidad de especies con funciones ecológicas análogas que reproducen una redundancia de relaciones. En caso de ocurrir un siniestro climatológico extremo, estas especies redundantes pueden recuperar la funcionalidad y productividad del agroecosistema (resiliencia). Un cultivo resiliente será sostenible a través del tiempo. 

Los resultados obtenidos de cinco estudios de caso subrayan las regularidades empíricas que representan las fortalezas del MP-I: a) emplean más tecnologías campesinas y, por ello, su manejo es más económico; b) obtienen un rendimiento por hectárea que duplica, en promedio, el de los maiceros menos eficientes que siembran el maíz como monocultivo; c) la mayoría de maiceros, independientemente de su productividad, se caracterizan porque conocen el manejo de la milpa, son minifundistas, viven en condiciones de pobreza extrema, y su acceso a los medios de producción es mínimo. Esta similitud de condiciones facilitaría la implementación del MP-I como política pública.  

El MP-I como política pública consta de cuatro etapas: a) identifica los territorios especializados en la produccion de maíz de secano; b) evalúa las tecnologías aplicadas en el manejo de maíz e identifica a los maiceros eficientes y su patrón tecnológico; c) establece faros agroecológicos para escalar horizontal y verticalmente a MP-I, y d) transforma los recursos orgánicos en compostas y bioinsumos que existen en las urbes para devolverlos al campo con el fin de potenciar la fertilidad de suelos agrícolas y la producción de granos.  

Se calcula que en México se siembran cerca de tres millones de hectáreas con milpa, que producen alrededor de tres millones de toneladas de maíz en promedio. Si se aplica el MP-I, se podrían producir cerca de nueve millones de toneladas de maíz, suficientes para alimentar a 54 millones de personas y garantizar la autosuficiencia alimentaria de la población rural. A este volumen, hay que sumarle otros 30 millones de toneladas de maíz al año, producidas por maiceros en transición y comerciales, que pueden alimentar a otros 90 millones de personas, aptos para garantizar la soberanía alimentaria del país.  

El MP-I, también aportaría cerca de 750 mil toneladas de frijol y 600 mil toneladas de semilla de calabaza, así como una gran cantidad de arvenses comestibles, que han sido parte esencial de una dieta nutritiva y saludable para las familias indígena-campesina.  

Para los milperos que viven en pobreza extrema, el MP-I constituye los cimientos sobre los cuales se puede construir una vida digna, plena, feliz, autogestionaria, fundada en un trabajo útil socialmente necesario, que produzca bienes concretos útiles, que satisfagan necesidades biológicas y culturales auténticas de las familias indígenas y campesinas. Para la humanidad el M-PI es una propuesta agroecológica que puede ayudarnos a transitar hacia al bioceno, que apunta hacia el horizonte utópico de una nueva era de la humanidad donde se valore, respete y cuide la vida en su diversidad biológica y cultural (Rozzi, 2019. https://bit.ly/3170bQd).

Dr. Miguel Ángel Damián Huato

Académico del Centro de Agroecología-Icuap; premio estatal de ciencia y tecnología, 2011; miembro del SNI-II y de la Academia Mexicana de Ciencias. Tercer lugar del 4º Premio Nacional “Dip. Francisco J. Mújica”, Cedrssa. Coordinador y profesor solidario de la maestría en Agroecología, Territorio y Soberanía Alimentaria, Cesder, Zautla, Pue.