Desde la década de 1970 los autores de esta publicación estuvieron entre los primeros en abogar por la noción de que el territorio era la “encarnación” de la economía, cultura y filosofía indígena. En este trabajo, la principal conclusión a la que llegan los autores tiene dos caras. Por un lado, la positiva: constatan que la lucha por los territorios indígenas ha sido sumamente exitosa, tal como lo demuestran las estadísticas. Los gobiernos de los países que comparten la cuenca amazónica han legalizado millones de hectáreas a los pueblos indígenas bajo diversas modalidades de propiedad.

Sin embargo, habiendo centrado su lucha en obtener títulos de propiedad sobre sus tierras, los pueblos indígenas han debido profundizar su proceso de integración en las sociedades nacionales de las que forman parte y en los mercados nacionales e internacionales que  se interesan por sus recursos. Esta mayor integración política y económica ha afectado a su capacidad para alimentarse y gestionar sus territorios de manera autónoma. Y son esos dos nuevos problemas –el de la “soberanía alimentaria” y la “gobernanza territorial”-  los mayores desafíos que los pueblos indígenas amazónicos deberán enfrentar en el siglo veintiuno. Además, deberán hacer frente a una educación alienante que desvaloriza los elementos culturales propios y una economía cada vez más globalizada y seductora, que genera la migración de los sectores indígenas más jóvenes.

A pesar de la complejidad de la situación, el enfoque de los autores es optimista, y se basa en la enorme fuerza y flexibilidad de los pueblos indígenas. Su capacidad para adaptarse a situaciones extremas y sobrevivir, no solo como individuos sino, sobre todo, como pueblos  creativos, que han sabido cambiar y reinventarse cuando las circunstancias así lo requerían. 

Por ello, este libro constituye un referente obligatorio para entender dicha lucha, así como para abordar los nuevos desafíos que deberán afrontar los pueblos indígenas en las próximas décadas.

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