Derecho a la alimentación

Opinión: Nutriendo el protagonismo de los jóvenes gracias a la escuela

Experts' corner - 12.08.2021

Artículo por Najla Veloso, coordinadora del proyecto Consolidación de Programas de Alimentación Escolar en América Latina y el Caribe.

 

12 de agosto de 2021, Brasilia- En el mundo viven unos 1.800 millones de jóvenes, de los cuales 165 millones habitan en América Latina y el Caribe. Se trata de una parte considerable de la población, sobre todo reconociendo su potencial para ser agentes de cambio.

El Día Internacional de la Juventud, celebrado el 12 de agosto, nos hace reflexionar acerca de las oportunidades y hábitos de consumo de alimentos que estamos proporcionando a estos jóvenes, además de pensar en la dirección que estamos siguiendo como sociedad.

En este escenario, la escuela es un espacio muy importante para garantizar el derecho humano a una alimentación adecuada (DHAA). Esto implica considerar una amplia gama de elementos, como el respecto a la cultura alimentaria local, la diversidad de la alimentación ofrecida, la estacionalidad, la adecuación nutricional, la calidad sanitaria de los alimentos y las condiciones de edad, género y salud de los estudiantes.

Los programas de alimentación escolar han demostrado ser promotores de hábitos alimentarios saludables, no sólo para los estudiantes, sino también para sus familias. Por ejemplo, en lo que respecta al mayor consumo de frutas, verduras y hortalizas, y la menor ingesta de alimentos altamente procesados.

Además, si se vinculan a una fuerte estrategia de educación alimentaria y nutricional en las escuelas, también pueden incidir en otros ámbitos como la salud.

Las políticas de alimentación escolar, entre otros muchos beneficios, fomentan la igualdad de género. En varios países, el suministro de alimentos atrae a las niñas a la escuela, reduciendo el matrimonio infantil y los embarazos no deseados. Por otra parte, la venta de alimentos en escuelas favorece el desarrollo económico del campo y la permanencia de los jóvenes rurales, mejorando la condición social de este segmento de la población.

Esta visión holística es clave para transformar las relaciones entre el ser humano y los sistemas alimentarios, especialmente frente a los desafíos sanitarios, medioambientales y socioeconómicos actuales. Así, los programas de alimentación escolar se convierten en una importante herramienta de protección social.  

Igualmente, inciden directamente en el desarrollo de las condiciones físicas, cognitivas, psicosociales y de vida de los adolescentes y jóvenes. Les permiten reflexionar y afrontar mejor retos como la obesidad, el hambre, la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y otros choques. Es una forma de empoderarles, de concienciarles sobre los derechos humanos, fortalecer su autonomía y garantizar su arbitrio a fin de que puedan participar en la configuración de los sistemas alimentarios.

En América Latina y el Caribe, 85 millones de estudiantes se benefician de las políticas de alimentación escolar. La experiencia de la Cooperación Brasil- FAO durante más de una década en favor de la promoción de programas de alimentación escolar desde un enfoque de derechos humanos ha demostrado que existe un círculo virtuoso entre la calidad de la enseñanza, la seguridad alimentaria y nutricional, la salud y el desarrollo social.  

La alimentación escolar es una herramienta política capaz de estimular el liderazgo de los jóvenes, para que redirijan el curso de la historia e impacten positivamente en la presente y las futuras generaciones. Lograrlo será un éxito para todos, incluyendo los propios Estados y las comunidades, que nos acercará al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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