Las transferencias sociales de efectivo ayudan a romper el ciclo de la pobreza e impulsan la productividad en Zambia

Evaluación del impacto de los programas de transferencia de efectivo y su efecto sobre los niveles de pobreza y la seguridad alimentaria.

Datos clave

El Programa de Transferencia Social de Efectivo de Zambia (SCT, por sus siglas en inglés) está implementado por el departamento de Salud materna e infantil del Ministerio de Desarrollo Comunitario, y ha estado operando en Zambia desde 2003. A partir de diciembre de 2014, el programa llegó a 150 000 familias en 50 distritos y hay planes concretos para ampliarlo a todo el país en un futuro próximo. El objetivo principal de la SCT es reducir la pobreza extrema y evitar su transmisión de forma intergeneracional. Los resultados de la evaluación de impacto realizada por la FAO, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Instituto Americano de Investigación muestran que el programa está teniendo resultados positivos: aumento de la seguridad alimentaria, mejora del bienestar infantil y de las condiciones de vida y mayor productividad y un incremento de la propiedad de activos productivos.

Comenzar de nuevo como pequeños empresarios: los ejemplos de Ruth y Poniso
Ruth Simutombo, de 28 años, es una de las beneficiarias del programa de Transferencia Social de Efectivo (SCT, por sus siglas en inglés). Ruth vive con su hijo Patrick y el hijo de su hermana, Sichimwa, en el pueblo de Ngandu en la provincia meridional de Kazungula, donde el programa se inició por primera vez en 2003.

Al final de la tarde, Ruth remueve lentamente el nshima -un plato a base de harina de maíz y agua, que constituye el alimento básico en Zambia- mientras explica cómo el programa de transferencias cambió su vida.

“Solía vivir en condiciones extremas. No podía permitirme comprar mi propia casa, así que estábamos compartiendo la de mi abuela. Ahora, con el dinero que recibo todos los meses, me mudé a una nueva casa con los dos niños, les compré uniformes escolares y puedo pagar sus tasas académicas. Patrick quiere ser abogado y Sichimwa maestro... y ahora puedo ayudar a que esos sueños se hagan realidad”.

Ruth forma parte también de un programa de formación que enseña a las familias a ahorrar e invertir dinero. Gracias a las nuevas habilidades que aprendió, pudo abrir una pequeña tienda en el mercado local donde vende fruta, refrescos y hortalizas.

Ruth es sólo uno de los muchos ejemplos de los impactos positivos de las transferencias monetarias en el país. Trabajando para reducir los niveles de pobreza y su transmisión intergeneracional, el Gobierno, a través de la SCT, apunta a los hogares con fuerza de trabajo limitada y extremadamente pobres. Para que una familia sea elegible, debe cumplir una serie de criterios que incluyen su lugar de residencia, la proporción de miembros del hogar en edad de trabajar que están en condiciones de hacerlo y los niveles de bienestar.

“Siempre estaré agradecido por el apoyo que recibo”, señala Poniso Mondandi de la aldea de Makalanguza, mientras espera en la fila para recibir los 140 Kwacha (unos 27 USD) que le entregan cada dos meses. “Sin esa ayuda,  no hubiese sido capaz de abrir mi pequeña tienda donde vendo panecillos caseros, sombreros y legumbres secas. No habría contratado a alguien para trabajar en mi granja o enviado a mis nietos a la escuela”.

Una evaluación del impacto de la SCT, llevado a cabo por la FAO, UNICEF y el Instituto Americano para la Investigación, puso en evidencia que los beneficiarios incrementaron la cantidad de tierra dedicada a la producción agrícola en un 34 por ciento y el gasto en insumos agrícolas a más del doble. Los insumos y el cultivo de la tierra dieron lugar a un aumento de casi un 50 por ciento en el valor de la cosecha durante la temporada de lluvias de 2012, que fue vendida principalmente en los mercados locales.

El programa no sólo ha tenido efectos en los beneficiarios directos, sino también a las comunidades en las que viven. Cuando los beneficiarios gastan dinero a nivel local, los hogares no beneficiarios que suministran bienes y servicios también se benefician del aumento del dinero en efectivo que circula en la comunidad. Por ejemplo, por cada kwacha transferido a los beneficiarios, se generan ingresos adicionales de hasta 0,79 kwacha, en su mayoría procedentes de los no beneficiarios.

Los datos muestran también que hubo una mejoría importante en términos de seguridad alimentaria y un aumento en la proporción de hogares que poseen animales de granja como cabras, vacas y gallinas.

Esperanzas en un futuro mejor
Durante los próximos meses y años, la FAO tiene previsto ampliar su programa de investigación en el país para incluir: i) la evaluación de los impactos a más largo plazo sobre las actividades productivas y la asignación de mano de obra del programa; ii) la realización de un estudio de caso cualitativo sobre la contribución potencial de las intervenciones de protección social para el empleo rural decente en las zonas rurales; y iii) generar datos empíricos sobre el valor añadido de las intervenciones combinadas de protección social y agrícolas en la mejora la resiliencia, la seguridad alimentaria y la nutrición de los hogares y en la reducción de la pobreza.

En combinación con medidas de políticas sólidas, el programa fortalecerá la capacidad del Gobierno para coordinar mejor las intervenciones agrícolas y de protección y social. También profundizará la comprensión de los responsables de las políticas sobre cómo romper el ciclo de la pobreza intergeneracional y demostrar que las transferencias de efectivo pueden ayudar a las familias a ser más productivas.

Compartir esta página