FAO en Guatemala

La juventud de San Marcos transforman sus emprendimientos

Los procesos de formación y tecnificación en procesos empresariales, y la asignación de recursos permiten a los jóvenes fortalecer sus ingresos, evitar la migración y alcanzar un mejor futuro.

Por Nadia Rivera

Uriel Cifuentes, de 29 años, es un joven perseverante, inteligente e innovador. Habita en la comunidad rural de la aldea Ojetenam del municipio de San José Ojetenam en San Marcos; donde recientemente los servicios básicos de salud, educación y energía eléctrica son accesibles para la comunidad. Sus orígenes culturales son mestizos, su idioma materno es el español. Creció siendo un niño migrante, trabajó desde los 13 años al otro lado de la frontera en Chiapas, México.

Sin embargo, un incidente con las autoridades migratorias de ese país, lo hicieron retornar a su aldea en Guatemala. Su mirada se apaga cuando recuerda aquel difícil momento. “Hace siete años yo migraba mucho a la parte de México, dejaba a mi familia para ir a trabajar lustrando zapatos y vender en las calles. En una ocasión me agarró la migración y me mandó de regreso a Guatemala. Fue en ese momento frente la adversidad, que comencé a pensar ¿qué podía hacer en los terrenos de mi aldea?, no quería volver a separarme de mi familia y pasar por una situación como la que viví”, relata Uriel.

Con el paso del tiempo Uriel empezó a trabajar en sus tierras, vio en estas, una gran oportunidad de soñar y desarrollarse en la producción agrícola. Junto a otros jóvenes de la comunidad, decidieron formar la organización local Asociación para el Desarrollo Integral para las Comunidades Ojetecas (ADICO), la cual les ha brindado múltiples beneficios y han encontrado en ella una fortaleza para desarrollarse como individuos y comunidad.

Uriel junto a otros integrantes de la ADICO, son participantes del Proyecto de Apoyo al Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica en el marco de la respuesta global de la Unión Europea al COVID-19; financiado por la Unión Europea (UE) e implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Desde entonces, han tenido la oportunidad de fortalecer sus capacidades en la gestión de sus emprendimientos, participando de un ciclo de capacitaciones en los temas de administración, estrategia empresarial, propuesta de valor, creatividad, innovación, administración financiera, controles administrativos, mercadeo y comercialización.

Asimismo, a través del proyecto de FAO y UE, ha tenido acceso a insumos agrícolas para mejorar la productividad en su actividad económica. Los mismos le han servido para la construcción de un invernadero, el cual utiliza para la producción de hortalizas como tomate, zanahoria, brócoli, chile pimiento, entre otros. Además, de realizar mejoras en su sistema de riego, haciendo un uso más eficiente de este recurso.   

“El proyecto nos ha permitido contar con más herramientas y así trabajar en una mejor producción, hemos aprendido a vender de mejor manera nuestros productos e incluso hoy nos permite dar empleos a jóvenes de nuestra comunidad para que no piensen en migrar”, expresa Uriel. De acuerdo con el tiempo de cosecha, Uriel contrata a dos o tres jóvenes para completar el trabajo.

Soñador y productor

Siempre que tiene la oportunidad, Uriel invita a agricultores jóvenes a observar sus cultivos de brócoli, tomate, cebolla y chile pimiento, que produce dentro de los invernaderos y macrotúneles. También muestra con orgullo una pequeña granja de aves de postura y una reserva de semillas de maíz nativas.

A partir del fortalecimiento técnico, Uriel ha aumentado su rendimiento en la producción de hortalizas con cinco invernaderos a su cargo, los cuales le han permitido generar rentabilidad y diversidad de cultivos anualmente.  El joven emprendedor documenta que ha tenido ingresos anuales por más de Q80 mil por la cosecha, producción y comercialización de 180 quintales de tomate, 800 docenas de zanahoria y 500 docenas de rosas. No obstante, uno de los mayores logros que comenta Uriel fue incursionar en el mercado de exportación con la producción de 600 quintales de arveja dulce.

“Inicié nada más con la ilusión y el sueño de tener invernaderos y macrotúneles, hoy gracias al apoyo técnico que he recibido, he logrado hacer mi sueño realidad”, menciona.

Ahora Uriel tiene la oportunidad de ser proveedor de alimentos para las escuelas en el Programa de Alimentación Escolar. La producción de hortalizas bajo invernaderos le han permitido tener recursos económicos suficientes para estar estable con su familia y en su comunidad. Él es uno de los jóvenes que ha logrado sobresalir y hacer realidad su sueño de convertirse en productor a pequeña escala y un empresario agrícola rural.

Sobre el proyecto

“Favorecer el impulso de negocios rurales y la generación de empleo, autoempleo e ingresos, para reducir los índices de la migración irregular”, es uno de los enfoques clave del Proyecto de Apoyo al Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica en el marco de la respuesta global de la Unión Europea al COVID-19.

El proyecto trabaja con 164 emprendimientos en 14 municipios en Huehuetenango y San Marcos, quienes en un 91 % se dedican a temas agropecuarios y un 9 % a no agropecuarios. Entre los subsectores priorizados en el proyecto están los cultivos, la ganadería, la acuicultura, el procesamiento de alimentos, servicios para la agricultura y otros emprendimientos no agrícolas como textiles y turismo comunitario.  De un total de 1 618 familias participantes, el 46 % cuenta con una mujer como jefa de hogar (768 hogares), y el 18 % (303 hogares) con una persona joven (hombre o mujer menor o igual a 29 años) como jefe de hogar.

Para articular las acciones técnicas a favor de los 164 emprendimientos, la FAO trabaja en conjunto con el Gobierno, a través de los ministerios de Agricultura y Economía; la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Organización de las Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento (ONU Mujeres).