El incremento de las capacidades de los agricultores beneficia a las comunidades rurales en Malí

Mejora de los medios de vida mediante la aplicación del enfoque del aprendizaje a través de la práctica en los programas de escuelas de campo para agricultores de la FAO. 

Datos clave

Establecido en 2001, el programa de manejo integrado de producción y plagas (MIPP) de la FAO es una iniciativa financiada por varios donantes que se propone mejorar las técnicas de cultivo de los pequeños agricultores y sensibilizarlos sobre el uso de medios alternativos a los productos químicos tóxicos, mediante la aplicación del enfoque de la escuela de campo para agricultores. En el marco del programa, centrado inicialmente en África Occidental, se han ejecutado actividades en nueve países (Benín, Burkina Faso, Guinea, el Malí, Mauritania, Níger, Senegal, Tanzanía y Zambia) y se ha capacitado a más de 200 000 agricultores. Al comienzo, la capacitación se centró en los cultivos más importantes que se consideraba que utilizaban la mayor cantidad de plaguicidas y fertilizantes sintéticos, por ejemplo, arroz, hortalizas y algodón. Luego se pasó a un enfoque sistémico más amplio que incorporó módulos de capacitación para los cereales (maíz, sorgo, mijo, fonio) e integró temas como el manejo de la fertilidad del suelo, la producción de semillas, la elaboración, la comercialización y otras prácticas. El programa crea capital social a múltiples escalas con miras a garantizar una mejor ejecución y sostenibilidad de las actividades del programa y promover el empoderamiento de las comunidades. 

En la aldea de Bla, en Malí central, los agricultores de la escuela de campo se organizaron en una red de facilitadores que denominaron Red GIPD (por las siglas en francés de manejo integrado de producción y plagas, MIPP) Siaka Dioni, de 40 años y residente en Bla, es un miembro de la Red. Se hizo facilitador hace dos años tras asistir a su primera capacitación en la escuela de campo para agricultores en 2009. “Decidí participar en una escuela de campo para agricultores del programa MIPP porque mis vecinos decían que les estaba dando buenos resultados. Tenía curiosidad de saber más”.

Siaka es uno de los 42 facilitadores que hasta la fecha han recibido capacitación en el marco del programa de MIPP en la zona de Bla y ahora es miembro activo de la Red MIPP. El programa de la FAO desarrolló su primera actividad en la zona en 2002 con la capacitación de unos cuantos facilitadores en Sikasso, situado a más de 100 kilómetros del centro del distrito principal de Bla. Hoy, la Red MIPP avanza a pleno ritmo y las actividades de capacitación se organizan en Bla, lo que facilita el fomento de las capacidades en las comunidades vecinas y abarata sus costos. Desde su creación, más de 4 000 agricultores han recibido capacitación y el número continúa aumentando. El programa sigue prestando apoyo a la red a través de actividades de capacitación nuevas o de actualización para facilitadores y el desarrollo institucional, gracias al apoyo de la Unión Europea y de la Secretaria  del Grupo de Estados de África, del Caribe y del Pacífico (ACP).

Creación de conciencia mediante el “aprendizaje a través de la práctica”
Mediante el enfoque de ‘aprendizaje a través de la práctica’ o de ‘investigación de acción’, el programa de MIPP colabora con las comunidades agrícolas para la introducción de métodos basados en el descubrimiento con objeto de experimentar sobre el terreno prácticas agrícolas mejoradas, adaptarlas y, al final, adoptarlas; por ejemplo, la reducción de los riesgos relacionados con el empleo de plaguicidas mediante el uso de medios de lucha contra las plagas alternativos. Por consiguiente, los agricultores se hacen expertos en su propio terreno y aprenden a tomar decisiones más informadas.

“Antes del programa de MIPP en Bla, aquí todos pensaban que los plaguicidas eran tóxicos para los seres humanos sólo si se ingerían”, afirma Gaoussou Coulibaly, el presidente de la Red MIPP de Bla. “Ahora, los agricultores capacitados son muy conscientes de que es posible intoxicarse simplemente respirando el producto pulverizado en el aire”. El objetivo del MIPP es sensibilizar sobre alternativas pragmáticas y, de este modo, empoderar a los agricultores y sus comunidades para que se protejan mejor a sí mismos y al medio ambiente en que viven.

Colaborando con las comunidades
Siaka es propietario de 10 hectáreas de tierra. Antes de recibir capacitación en la escuela de campo para agricultores, no producían mas que fonio en un pequeña porción de ella, debido principalmente a la condición de degrado en que se encontraba y a sus bajos rendimientos. Tras la capacitación, Siaka decidió aplicar los métodos aprendidos en una parte de estos campos. Desde entonces, sus progresos han sido impresionantes: año tras año, la superficie en de experimentación de las prácticas de MIPP ha pasado de 2 hectáreas de algodón y media hectárea de ajonjolí en 2010 a 3 hectáreas de algodón, 3 hectáreas de maíz, 2 hectáreas de ajonjolí y 2 hectáreas de semillas de sorgo híbrido en 2014. En cuatro años la superficie cosechada pasó de 2,5 hectáreas a 10 hectáreas y la diversificación mejoró sustancialmente.

Es fácil constatar los beneficios. Siaka ha triplicado sus ingresos debido al aumento de la producción y, en parte, a la compra de menos plaguicidas. Con algunas de sus ganancias ha comprado dos motocicletas que le permiten desplazarse con mayor rapidez entre sus campos. Con su sistema de cultivos diversificados Siaka puede mejorar su nutrición y la de su familia y tiene la mayores posibilidades de obtener una buena cosecha a pesar de los avatares del clima.

“Pero lo que me más alegra es saber que ahora tengo un conocimiento más preciso de cómo crecen las plantas y cómo se puede gestionar correctamente un campo”, explica Siaka. “Ahora puedo aconsejar a las personas y he construido una red más amplia de la que tenia antes”.

Las capacidades que la Red MIPP está desarrollando con el apoyo del programa de MIPP abarcan muchos temas, entre ellos, enfoques ecológicos para hacer frente a los problemas relacionados con las plagas; adopción de prácticas de cultivo mejoradas; adopción de variedades de semillas tempranas y resistentes; diversificación de cultivos; prácticas de adaptación al cambio climático, como el manejo de suelos y agua, y la integración de los aspectos pastorales y agroforestales. Hoy en Bla estas capacidades se siguen desarrollando y, además de contribuir al bienestar general de la comunidad, ya están siendo de utilidad para los agricultores. 

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