Plataforma de Territorios y Paisajes Inclusivos y Sostenibles

"Hacer efectivos sistemas alimentarios inclusivos enfrenta enormes retos organizacionales, logísticos, de coordinación y presupuestarios, pero a la vez ofrece una gran promesa y vale la pena hacer la inversión en ellos". Asi FAO apoya la implementación de la iniciativa regional "Agricultura familiar y sistemas alimentarios inclusives para el desarrollo rural sostenible en América Latina y el Caribe"

Con objeto del lanzamiento de la Plataforma de Territorios Inteligentes, hemos tenido la oportunidad de conversar con Gustavo Merino, Director del Centro de Inversiones de la FAO. El Sr. Merino trabajó previamente en el Gobierno de México en los ámbitos de la finanza rural, la reducción de la pobreza y el desarrollo rural. Ha sido también profesor de Economía y Director fundador del Centro de Políticas Públicas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en Ciudad de México. Es licenciado en Economía por el ITAM y posee una maestría y un doctorado en Políticas Públicas por la Universidad de Harvard.

:15/05/2016

1. Como Director de la División del Centro de Inversiones de FAO,  y como buen conocedor de los programas de desarrollo rural en América Latina y el Caribe, ¿podría compartir con nosotros cuáles son, a su juicio, las  tendencias en la región, en relación con las inversiones con foco territorial e integrado?

Los modelos de desarrollo con enfoque territorial sean convertido en tema importante en el debate agrario de América Latina y el Caribe de estos últimos veinte años. Promueven relaciones entre los distintos aspectos que conforman el desarrollo de un territorio, a partir de una visión que asume su complejidad y diversidad.

En ese sentido, el desarrollo territorial ha cambiado el foco desde proyectos productivos hacia proyectos estratégicos de carácter territorial, que van más allá de lo económico, e integran la gobernanza, las dinámicas sociales, las nuevas relaciones rurales-urbanas, y ambientales que están presentes en un determinado territorio, y que contribuyen a renovar la institucionalidad sectorial, en particular la descentralizada. 

Se ha requerido mucho tiempo para instalar el tema en el debate público y aún son pocas las experiencias de generación, diseño y ejecución de proyectos de inversión de desarrollo territorial integrado. Hay todavía poca coordinación entre las inversiones sectoriales en la región.

Hacer efectivo un enfoque territorial no es solo conceptualmente complejo, sino que enfrenta enormes retos organizacionales, logísticos, de coordinación y presupuestarios, pero a la vez ofrece una gran promesa y vale la pena hacer la inversión en ellos.

Los retos de la región con relación a la pobreza rural y urbana, inseguridad alimentaria y desnutrición, desigualdad social, y los efectos del cambio climático hacen necesario nuevas formas de inversión pública, y, a su vez, inversiones sectoriales coordinadas entre sí.

De la mano de estos aspectos, el aumento de estrategias multisectoriales articuladas para el desarrollo territorial, las fórmulas de cofinanciación público-privada, la creación de fondos territoriales (no sectoriales) o una mayor descentralización en políticas fiscales, son otras tendencias cuya consolidación sería deseable.

Por esta razón la FAO apoya la implementación de la iniciativa regional de Agricultura Familiar y Desarrollo Territorial en América Latina y el Caribe, facilitando políticas inclusivas y centradas en las personas (teniendo en cuenta el género, la etnia y la edad), que incorporen la gestión sostenible de los recursos naturales, promueva el empleo rural decente y genera sinergias entre los planes de protección social y los programas de agricultura y desarrollo rural.


2. ¿Qué grado de consolidación tienen entre los gobiernos latinoamericanos, en su opinión, las estrategias integrales del desarrollo territorial? ¿Existen instrumentos para aplicar estas políticas de desarrollo territorial a nivel local?.

América Latina en los últimos años está haciendo una profunda reflexión sobre la necesidad de revisar sus estrategias de desarrollo y de competitividad en un marco global, bajo prismas más holísticos y que tengan en cuenta tanto la dimensión territorial como los nuevos retos y amenazas.

Se vislumbra una nueva generación de políticas públicas con enfoque territorial en la región, que implica nuevos esquemas de gestión pública y de participación para propiciar que sean todos los actores, públicos y privados de cada territorio, quienes definan las mejores estrategias para su progreso.

Existen numerosos ejemplos de modelos de articulación de políticas sectoriales sobre el territorio, de pactos territoriales, de creación de instituciones específicas encargadas de coordinar las actuaciones territoriales con una visión conjunta y coordinada. 

Son visiones difíciles de poner en práctica, porque requieren de un cambio cultural, que supone, por una parte entender que la cooperación y la coordinación institucional es inaplazable; y por otra asumir modelos de desarrollo basados en la sostenibilidad y la competitividad sistémica.

Se requiere avanzar en instrumentos específicos de financiación para la implementación de esta nueva generación de políticas.

El éxito que por ejemplo tiene la Unión Europea en la implementación de su Estrategia Europa 2020 y sus políticas de carácter territorial  se debe particularmente a la existencia de los llamados Fondos Estructurales, que cuentan con presupuestos periódicos importantes para responder a las necesidades, apoyando la creación de empleo y el desarrollo de áreas rurales y urbanas.

Son la principal herramienta de la política de inversión de la UE proporcionado una masa crítica de inversión en todos los países de la UE. Por ejemplo, para el periodo 2014-2020, el presupuesto de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (Fondos «EIE»), es de 454.000 millones de euros para el período 2014-2020.
 
Los objetivos estratégicos a largo plazo para la política de desarrollo rural del periodo 2014-2020 son tres: (1) mejorar la competitividad de la agricultura; (2) garantizar la gestión sostenible de los recursos naturales y la acción por el clima; y (3) lograr un desarrollo territorial equilibrado de las economías y comunidades rurales incluyendo la creación y conservación del empleo.  La UE vincula estrechamente la política de desarrollo rural a los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos. Para optar a ellos, los Estados miembros tienen que elaborar sus Planes de Desarrollo Rural.


3. Durante su etapa en el gobierno de México, usted tuvo la oportunidad de trabajar en los ámbitos de la finanza rural, la reducción de la pobreza y el desarrollo rural. Actualmente, se observa una tendencia creciente y renovada por parte de los gobiernos latinoamericanos y las Instituciones Internacionales Financieras (Banco Mundial, el BID, el IFAD) de promoción de las finanzas rurales como elemento catalítico efectivo para apoyar el desarrollo rural. Para potenciar el diálogo entre instituciones financieras, bancos de desarrollo, gobiernos y donantes al respecto, ¿cuál serían sus enseñanzas sobre la función y las posibilidades de la financiación rural para luchar contra la pobreza y el desarrollo rural?

El acceso a servicios de financiamiento es fundamental para cualquier sector, incluyendo la agricultura y el desarrollo rural.

Hablo de financiamiento en sentido amplia, es decir, no sólo crédito, sino también opciones e ahorro, sistemas de pagos, acceso a seguros y otros instrumentos financieros.

El acceso a opciones de financiamiento no excluyentes es crucial para facilitarla inversión tanto en desarrollo humano como económico.   Por lo tanto, tiene impactos de largo plazo y contribuye a dejar atrás la pobreza, creando un fututo más próspero.

Anteriormente "finanzas rurales" y "crédito agrícola" eran conceptos equivalentes.

Hoy el enfoque es más amplio: tenemos que invertir en todos los aspectos del desarrollo territorial y no sólo en agricultura.

La proliferación de empresas en las zonas rurales promueve el mejoramiento de la infraestructura y genera fuentes alternativas de ingreso para las familias que a su vez conducen a mayor inversión y productividad, tanto agrícola como en sentido más amplio.

Pero sólo puede haber desarrollo cuando una zona rural es capaz de atraer inversión rural y mantenerla gracias a un entorno propicio para operar, productos de financiación adecuados y ganancias interesantes.

Entre las limitaciones más importante para proveer servicios financieros a los hogares pobres del medio rural están:

 Riesgos sistémicos, como el mal clima y las enfermedades y las fluctuaciones de los precios de los productos agrícolas. La pérdida de los ingresos previstos produce considerables repercusiones y reduce los ahorros y la capacidad de obtener crédito.

 El sector rural es particularmente riesgoso para los proveedores de servicios financieros. Los ingresos del capital de inversión son bajos y los márgenes de ganancia a menudo son muy bajos. Los costos de operación son elevados en las zonas aisladas y, como a menudo no hay garantía, los prestamistas corren más riesgos de que no se paguen los créditos otorgados. La exclusión social también limita la producción y la eficacia en el mercado.

 Por último, existen obstáculos normativos, legales y políticos. Por ejemplo, si la tenencia de la tierra es débil, no hay protección a los derechos sobre la propiedad o los contratos no pueden hacerse válidas fácilmente, se genera un fuerte desincentivo a la inversión. Se observa también que algunos políticas y programas, aun aquellos bien intencionados, pueden desincentivar el desarrollo de un sistema de finanzas rurales, por ejemplo, si se obliga la condonación de crédito injustificadamente o si se crean mecanismos de subsidio al financiamiento insostenibles en el largo plazo.

Se observan, sin embargo, casos exitosos que ofrecen modelos a seguir. Algunas instituciones de microfinanzas, por ejemplo, han introducido mecanismos innovadores para evaluar y mitigar el riesgo, resultando en mayor ofrecimiento de opciones de financiamiento a personas que de otra manera se encontrarían excluidas del crédito.

Las microfinanzas han sido decisivas para reconocer las numerosas necesidades de financiación de los hogares, no sólo de crédito para la producción, sino también para el pago de colegiaturas, gastos médicos y de vivienda, y para pagar servicios como las remesas, planes accesibles de ahorro y seguros.

Los servicios de microfinanzas a menudo han sido los primeros en afrontar cuestiones sociales, de género y de equidad étnica que mantienen a las familias en la pobreza.

De igual manera, algunos países, como México han reformado la banca de desarrollo para zonas rurales, asegurando la sustentabilidad financiera en el largo plazo de las instituciones sin olvidr los objetivos sociales y de desarrollo así como el impacto de la banca en fomentar el desarrollo del sistema de financiamiento rural a contribuyendo a la creación y consolidación de instituciones financieras, de microfinancieras a esquemas más sofisticados.

Por otra parte, hay innovaciones muy interesantes y relevantes para América Latina en el uso de nuevas tecnologías, como es el caso de telefonía móvil para crear sistemas de pagos electrónicos, ofrecer servicios financieros incluyendo crédito e incluso la distribución de transferencias de programas públicos orientadas al desarrollo económico como es la compra de fertilizantes y otros insumos. Estos sistemas aprovechan el hecho que la mayor parte de la población cuenta ya con servicios de telefonía móvil y que su so permite evitar los altos costos de operación e las instituciones financieras tradicionales que han inhibido lo servicios en zonas rurales.

En esto, hay que aprender de la experiencia de algunos países de África que han tenido avances notables en este sentido, como es el caso de Nigeria.

Perspectiva del futuro. Las finanzas rurales en la lucha contra la pobreza y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible seguirán teniendo gran prioridad para los gobiernos, los donantes y, desde luego, para los hogares rurales.

Se observan algunas tendencias

En los países donde las instituciones de financiamiento están más consolidados,  se presentará una marcada tendencia al suministro completo de servicios, para lo cual las instituciones financieras tendrán que asociarse con empresas especializadas (para proporcionar seguros, servicios de arrendamiento, capital empresarial, etc.) y con organizaciones especializadas, como las ONG y los grupos de autoayuda que facilitan la difusión de esos servicios en las zonas rurales.

La utilización eficaz de los servicios financieros también requerirá nexos más fuertes con el suministro de capacitación, tecnología, comercialización y servicios comerciales.

Perderá importancia relativa el capital de los donantes para dar crédito. Las instituciones financieras se financiarán en gran medida con los ahorros de los clientes, las utilidades de la propia actividad crediticia, y también adquirirán más importancia los fondos de inversión.

Disminuirá mucho la subvención del crédito. La integración vertical de la producción y la comercialización, aunada a mejores sistemas de información y a una reglamentación más adecuada se traducirá en una mayor inclusión y entendimiento de las finanzas asociadas al comercio.

Se prevé el crecimiento de la producción agrícola por contrato, el crédito prendario, la contratación de futuros y los servicios de arrendamiento.

La gestión de riesgos seguirá revistiendo gran importancia, pero también mejorará a través de la diversificación de la cartera y de los clientes, y de un mejor análisis y localización de información.

La utilización de seguros disminuirá los riesgos sistémicos y exclusivos de la financiación rural.


4. En los últimos años América Latina ha sufrido una transformación social: movimientos de población, especialmente jóvenes, del campo a las ciudades. ¿Cómo se puede activar y apoyar la economía del sector rural para permitir que esa transformación socio-económica revierta, también, en un mayor equilibrio entre las áreas rurales y urbanas?

Se observa un envejecimiento de la población rural y la creciente migración de los jóvenes a las zonas urbanas. La única manera de revertir esta tendencia de manera sostenible es logrando que permanecer en el campo y en la agricultura sea más atractivo.

Se necesita una nueva mirada sobre el territorio. Venimos de un tiempo en que lo rural y lo urbano se consideraban de manera absolutamente independiente, y discriminada. En la actualidad, necesitamos una nueva mirada que eleve el foco hacia lo territorial y que encuentre las sinergias y las complementariedades que existen entre los ámbitos rural y urbano en la región.

A partir de esa nueva consideración de las conexiones entre espacios territoriales es posible potenciar oportunidades y generar beneficios para los habitantes de todo el territorio.

En ese sentido, la promoción de cadenas de valor que faciliten acceso a los mercados a los productores rurales constituye un ejemplo exitoso que está generando interrelaciones positivas en ambos sentidos. Países como Colombia, Bolivia o Guatemala ya están revisando sus políticas nacionales para adoptar enfoques más integrados en este nuevo equilibrio rural-urbano.

Junto a ello, es claramente una línea a seguir el avanzar en modelos territoriales.

5. La Plataforma de Desarrollo Rural de la FAO, que se publicó primera vez en enero del 2014 bajo el Proyecto Agronoticias, emigra hoy a FAO IN ACTION como sitio independiente. El objetivo de la Plataforma es generar y difundir conocimiento e intercambio de experiencias en el ámbito del desarrollo rural territorial, haciendo especial énfasis al diseño, implementación y evaluación de los proyectos de desarrollo rural territorial integrado. ¿Cómo valora la responsabilidad que FAO, junto con el Banco Mundial, ha asumido en esta iniciativa para promover enfoques de desarrollo más sistémicos, sostenibles y colaborativos?


Precisamente, entre las actividades de mayor valor de instituciones como FAO s ofrecer un mayor acceso a conocimientos no sólo técnicos, sino de las experiencias en países y regiones que permitan comparar, identificar mejores prácticas, arreglos institucionales y legales, modelos de inversión y políticas públicas a nivel mundial, que a su vez puedan adaptarse a las particularidades de cada país o territorio. 

Facilitando el acceso al conocimiento sobre nuevos enfoques de desarrollo territorial podremos fortalecer las capacidades de municipios, regiones y naciones de América Latina. Y necesitamos que esas capacidades se incrementen para avanzar en los retos que aún tiene por delante la región.

Hoy el conocimiento se encuentra fundamentalmente en las redes. La fórmula que ofrece esta nueva plataforma de FAO nos parece, por ello, muy adecuada para nuestro mandato, y nos permite además dar respuesta a la necesidad de promover la sostenibilidad como base de todas las actuaciones en el territorio, como único modo de garantizar que el futuro inmediato de los habitantes de América Latina-Caribe sea más equitativo, inclusivo y competitivo.

Author: TCI

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