Plataforma de Territorios y Paisajes Inclusivos y Sostenibles

"No conozco ninguna iniciativa pública verdaderamente innovadora en los últimos años, que no tenga un importante ingrediente de enfoque territorial"

En nuestra sección de OPINIONES TERRITORIALES, hemos conversado con una de las personalidades de referencia en el ámbito del desarrollo territorial en América Latina, Julio Berdegué, Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Wageningen, Holanda, y Coordinador del Programa "Cohesión Territorial para el Desarrollo", que se lleva a cabo en ocho países de América Latina en colaboración con numerosas organizaciones nacionales. El Dr. Berdegué tiene una prestigiosa trayectoria en la coordinación de numerosos proyectos de investigación, desarrollo de capacidades y asesoría en políticas públicas, y ha trabajado en casi la totalidad de los países de América Latina, por lo cual sus opiniones nos parecen especialmente relevantes.

:07/03/2014

 1.Como persona de referencia en el ámbito del desarrollo territorial, y a partir de su amplia experiencia en la gestión de proyectos territoriales en la región latinoamericana, nos podría decir, en su opinión, ¿cuáles son las principales dificultades que encuentran gobiernos, Instituciones Financieras Internacionales y donantes,  para formular y ejecutar proyectos e inversiones estratégicas integrales multisectoriales con cobertura territorial en América Latina?

Para priorizar, creo que hay tres desafíos mayores. El primero es la dificultad de los gobiernos para dar la oportunidad, el espacio y las capacidades y los medios a los actores sociales en los territorios para que ellos tengan el principal protagonismo en la definición y conducción de su desarrollo. Por motivos muy prácticos y concretos que serían largos de explicar, el desarrollo territorial sólo se puede hacer desde abajo, con la sociedad en el puesto de chófer. El segundo desafío es que ni el estado, ni los agentes de mercado, ni tampoco los actores y movimientos sociales, piensan y actúan normalmente en un código territorial. Lo que predomina es una lógica sectorial (en el caso del gobierno); de cadenas de valor o incluso de empresas individuales relacionadas con mercados específicos en el caso de los empresarios; y de temas específicos en el caso de los movimientos y organizaciones sociales. Por eso, el desarrollo territorial necesita ir construyendo arreglos entre actores diversos, coaliciones sociales territoriales, que reúnan esa multiplicidad de visiones unidimensionales y las expresen en una agenda multidimensional, aunque ésta sea tácita como sucede en la mayoría de los casos que conocemos. El tercer desafío se relaciona mucho con los otros dos, pero creo que vale la pena distinguirlo: para todos es más fácil seguir haciendo las cosas más o menos como siempre las hemos hecho, y se necesitan impulsos fuertes para que nos movamos hacia una nueva forma de hacer desarrollo. A veces esos impulsos son de la política pública nacional (por ejemplo, lo que vimos en Brasil en los últimos 15 años, o lo que estamos viendo en Colombia hoy). Otras veces son estímulos desde los mercados. A veces son conflictos sociales, en fin. Son siempre fuerzas que casi nos obligan a cambiar, sin dejarnos la opción de seguir metidos en lo mismo. 

Dicho todo lo anterior y para evitar malos entendidos, quiero dejar constancia de que, en mi opinión, el desarrollo territorial complementa, y no sustituye, a las políticas y acciones sectoriales; causa mucha confusión cuando alguien trata de hacer de esto una especie de guerra santa que busca establecer una nueva verdad revelada.

2.Ante el escepticismo que todavía reina en cierta medida, entre muchas instituciones y gestores públicos sobre la necesidad y la efectividad de este tipo de enfoques territoriales de desarrollo, ¿cuáles serían los argumentos que usted esgrimiría en su defensa?

Discrepo de la premisa de su pregunta. Yo tengo la impresión de que en muchas de las mejores iniciativas que estamos viendo en América Latina, el punto de partida, o al menos una parte muy importante de la estrategia, es territorial. Lo que está a la defensiva, si acaso se puede decir así, son los enfoques tradicionales, sobre los que hay consenso de que han dado resultados que generosamente podemos definir como limitados. Veamos el ejemplo de “Misión Rural” en Colombia, que, si sale bien, promete ser la iniciativa más ambiciosa en América Latina de estímulo al desarrollo rural: integra con mucha fuerza los enfoques territoriales; la multisectorialidad; el carácter diverso de las economías rurales y la multiactividad de los hogares; las relaciones entre las ciudades pequeñas y medianas de provincia y “el campo”; la relación y potenciamiento mutuo entre las políticas sociales, las de infraestructura y servicios, las ambientales y las de desarrollo económico;  etc. Arriesgando un poco el cuello, casi me atrevo a decir que no conozco ninguna iniciativa pública verdaderamente innovadora en los últimos años, que no tenga un importante ingrediente de enfoque territorial. ¿Qué no son puramente territoriales? Por supuesto que no lo son; es más, sería un error que así fuera.

3.Desarrollo rural versus desarrollo territorial: ¿en qué punto del debate nos encontramos? ¿Dónde debe residir el equilibrio entre agricultura-espacio rural-espacio territorial?

No veo la contradicción. A mi francamente los nombres me dan un poco lo mismo. Que lo llamen desarrollo rural, desarrollo rural integral, desarrollo territorial, es poco importante. Lo que nos debe importar son los contenidos adentro del envase: ¿se asume el carácter diversificado de la economía rural o se sigue pensando solo en agricultura? ¿Se pone un fuerte acento en potenciar y fortalecer las ventajas comparativas de los territorios para que haya desarrollo desde abajo, vía inversiones públicas y privadas, o seguimos pensando en reducción de brechas urbano-rurales vía subsidios compensatorios desde arriba? ¿Se coloca a las sociedades en el puesto de mando, o son “participantes consultados” o incluso “beneficiarios”? ¿Se pone un fuerte énfasis en el papel decisivo de las pequeñas y medianas ciudades de provincia y sus relaciones funcionales con “el campo”, o seguimos pensando en una “ruralidad profunda” de sello agrario? Preguntas como esas son las que a mi juicio son más importantes, y si a la respuesta la llaman A o la llaman B, no es algo que a mí me importe. 

Ahora, para completar mi respuesta a su pregunta sobre el equilibrio entre agricultura, espacio rural que lo interpreto como “espacio agrario” y, espacio territorial que lo interpreto como espacios funcionales “rur-urbanos”: ese equilibrio se resuelve caso a caso, no hay respuestas generales válidas. Habrá territorios donde se zanje cargándose a un lado, y otros que opten por infinitos otros puntos y combinaciones. Este es uno de los motivos, entre otros, de por qué el desarrollo territorial solo se puede hacer desde abajo, con la sociedad en el puesto de mando y el estado como fuente de incentivos, generador de algunas oportunidades, y facilitador del desarrollo de ciertas capacidades.

4.¿Se está avanzando lo suficiente, a su juicio, en instrumentos de medición y análisis del impacto de las experiencias territoriales (línea de base, indicadores de impacto y resultado)?

No, tenemos un claro déficit y no conozco a nadie que le esté hincando el diente con la fuerza y ambición necesaria. Diría que es parte de un déficit más amplio: las políticas y programas de desarrollo rural con acento productivo, se han quedado muy atrás en comparación, por ejemplo, con las políticas sociales, las que hoy se están evaluando muy rigurosamente. Y este es un error fatal, porque los tomadores de decisiones siempre van a preferir apostar y poner los recursos en aquellos espacios que sean capaces de demostrar cuáles han sido sus resultados e impactos. Nosotros seguimos hablando en un lenguaje de anécdotas que cada vez tienen menos valor, porque ya se sabe que a punta de anécdotas todos somos capaces de vender un ratón diciendo que es un conejo. 

5.¿Cómo valora iniciativas de gestión del conocimiento sobre experiencias con nuevo enfoque territorial, como esta nueva Ventana de territorios inteligentes impulsada por FAO y Banco Mundial, y qué papel deben jugar en las mismas las instituciones internacionales?

Me parece muy bien que se impulsen este tipo de espacios de aprendizaje. Me gusta mucho este espacio y soy un usuario frecuente del mismo. Los organismos internacionales, en teoría, tienen la ventaja de que pueden sistematizar y sintetizar a partir de comparaciones incluso globales. Lamentablemente es poco frecuente que jueguen ese papel, que sería extraordinariamente útil. Lo más frecuente es que los organismos internacionales se dediquen, cada uno, a armar y vender su propio modelo, en una carrera por diferenciarse, espoleados por un sentido infinito de la propiedad privada: “esto es mío y de nadie más.” Afortunadamente los países de América Latina cada vez son más capaces de discriminar, de saber lo que quieren, y de ordenar lo que cada organismo internacional puede hacer en cada circunstancia. Estamos pasando rápidamente de un “mercado de vendedores” (los bancos y las agencias internacionales de cooperación) a un “mercado de compradores” (los países, sus gobiernos, sus sociedades). Los organismos internacionales que se están tratando de ajustar seriamente a este nuevo escenario tendrán un papel muy importante que cumplir, precisamente derivado de su naturaleza internacional. Y los que no lo hagan, pues serán cada vez más irrelevantes, simples agencias administradoras de proyectos y de favores políticos.

 

Author: TCIC

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