2020: El año de las múltiples crisis


Plagas, conflictos y desastres naturales durante la pandemia de COVID-19 resultan en una combinación fatal para los sistemas alimentarios

11/07/2020 - 

Las semanas siguientes al brote de la nueva enfermedad por coronavirus han estado repletas de graves desafíos e incertidumbre. A medida que los efectos del cierre de fronteras y las restricciones de movimientos son más visibles en algunos países y disminuyen lentamente en otros, hay que llamar la atención sobre un componente vital para la salud mundial también en peligro de crisis: los sistemas alimentarios.

Como ha dicho el Economista Jefe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Máximo Torero, “Estamos totalmente de acuerdo con los gobiernos que lo primero es la salud y debemos respaldar las medidas que están tomando. Pero también pensamos que en segundo lugar está la alimentación”. Ya hemos visto como la pandemia está afectando tanto la oferta como la demanda de alimentos. Nos queda poco tiempo para minimizar los daños que todo esto tendrá en la vida y los medios de sustento de las personas y sus hogares.

Los brotes de enfermedades en tiempos recientes, como en el caso del Ébola en 2014, nos han enseñado los efectos negativos, tanto directos como indirectos, que pueden tener las crisis por enfermedades infecciosas sobre la seguridad alimentaria. Además del bloqueo del transporte por carretera, el acceso negado a los mercados y la escasez de mano de obra, la crisis del Ébola en África occidental provocó una disminución importante en la producción de alimentos, con más del 40 por ciento de las tierras agrícolas sin cultivar. Las perturbaciones del mercado produjeron un aumento del precio interno del arroz y la yuca de más del 30 por ciento y el 150 por ciento, respectivamente.

En regiones que ya padecen inseguridad alimentaria, la crisis de salud sin precedentes ya está agravando el daño de otras crisis en curso, exacerbando los desafíos económicos, pero también aumentando la presión sobre los sistemas alimentarios que ya fueron devastados por plagas de rápida expansión, conflictos o desastres naturales. Un año de múltiples conmociones, como el 2020, solo conducirá a más devastación, a no ser que actuemos rápido.

Una recesión económica al acecho

El Banco Mundial ha estimado que la pandemia podría llevar a 500 millones de personas a la pobreza extrema. Al contrario que durante la Gran Recesión, que afectó principalmente a los países ricos, el “Gran confinamiento” por la pandemia de COVID-19 tiene efectos negativos en todas las economías del mundo. Los países en desarrollo y los pequeños Estados insulares son desproporcionadamente vulnerables a la devastación económica. Las cadenas de suministro de alimentos, los ingresos fiscales, los mercados laborales, el turismo y los ingresos de la mayoría de los sectores económicos se han visto drásticamente afectados. Los cierres y despidos generalizados en el lugar de trabajo ya están pasando factura, especialmente en las comunidades donde prevalece la pobreza.

Las restricciones de movimientos pueden reducir ulteriormente el acceso de los trabajadores temporeros a las tierras agrícolas y, en consecuencia, sus salarios y medios de subsistencia. Es más, millones de trabajadores migrantes involucrados en la agricultura y la producción alimentaria están ahora parados debido al cierre de las fronteras. La pandemia también reducirá los importes y la regularidad de las remesas que los trabajadores migrantes mandan a sus familias, que en muchos casos dependen por completo de estos fondos para sus necesidades cotidianas. La nueva enfermedad por coronavirus también está dañando los medios de vida de las poblaciones de las zonas rurales que dependen de la producción agrícola, la pesca o el pastoreo para su supervivencia y que se enfrentan a la menor demanda de mano de obra.

Se avecina una crisis alimentaria mundial

Las dietas saludables y sostenibles con suficiente aporte de frutas y verduras son esenciales, ya que las poblaciones desnutridas son más susceptibles a los contagios. “Puesto que el número de infecciones en los países vulnerables crece, entre las poblaciones que ya están desnutridas, débiles y vulnerables a las enfermedades, puede llegar una ‘crisis dentro de la crisis’”, dijo Dominique Burgeon, Director de la División de Emergencias y Resiliencia de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Los países con mayores índices de inseguridad alimentaria suelen ser los más vulnerables y menos preparados para una crisis sanitaria. Antes de la pandemia de COVID-19, más de 135 millones de personas en 55 países ya se enfrentaban a una grave y aguda inseguridad alimentaria debido a las anteriores crisis. En estos momentos, más de 300 millones di niños que dependen de los programas de nutrición escolar como una de sus principales fuentes de alimentos, son altamente vulnerables como consecuencia del cierre de las escuelas. Numerosas familias ya están luchando por poner comida en la mesa, algunas por primera vez en sus vidas, mientras que las preocupaciones sobre el futuro pesan mucho en sus corazones.

Una respuesta conjunta y flexible es la clave para proteger los sistemas alimentarios y los medios de vida

Nunca se insistirá lo suficiente: este virus no solo afecta a las naciones más vulnerables, afecta al mundo entero. Tanto los países desarrollados como en desarrollo están siendo golpeados duramente. Sin embargo, si hay un lado positivo de la pandemia, es que está más claro que nunca que estamos todos juntos en esto. Ahora es el momento de dar una respuesta colaborativa y rápida para proteger nuestros sistemas alimentarios de esta amenaza global sin precedentes.

Teniendo en cuenta que sin comida no hay salud, nuestra prioridad debería ser proteger las vidas y sostener los medios de vida ahora, en vez de trabajar para superar daños y pérdidas irreparables, y dejar para más adelante la reconstrucción y la estabilidad económica. Solo juntos podemos ganar esta batalla, y cuando la hayamos ganado, seremos más fuertes y estaremos más unidos para construir un mundo donde cada niño, mujer y hombre tengan acceso diario a una alimentación nutritiva.