La situación de los recursos pesqueros

Pesca marina

Situación de los recursos

Sobre la base de la evaluación de la FAO13, la proporción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de niveles de la sostenibilidad biológica disminuyó al 64,6 % en 2019, esto es, un 1,2 % menos que en 2017 (Figura 23). Esta proporción ascendía al 90 % en 1974. En cambio, el porcentaje de poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles ha ido aumentando desde finales del decenio de 1970, pasando del 10 % en 1974 al 35,4 % en 2019. En este cálculo se da el mismo trato a todas las poblaciones de peces, independientemente de su abundancia y de las capturas. Las poblaciones biológicamente sostenibles representan el 82,5 % de los desembarques en 2019 de poblaciones evaluadas a las que la FAO somete a seguimiento.

FIGURA 23TENDENCIAS MUNDIALES DEL ESTADO DE LAS POBLACIONES DE PECES MARINOS, 1974-2019

FUENTE: FAO.
FUENTE: FAO.

Las poblaciones biológicamente sostenibles están formadas por las poblaciones explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo y las poblaciones infraexplotadas, que representan, respectivamente, el 57,3 % y el 7,2 % del número total de poblaciones evaluadas en 2019. Las poblaciones infraexplotadas mantuvieron una tendencia a la baja durante todo el período analizado, registrando una ligera recuperación durante 2018 y 2019, mientras que las poblaciones explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo disminuyeron entre 1974 y 1989, tras lo cual aumentaron hasta alcanzar el 57,3 % en 2019. En 2019, entre las 16 áreas de pesca principales de la FAO, el Pacífico sudoriental (Área 87) registraba el porcentaje más alto de poblaciones explotadas a niveles insostenibles (el 66,7 %), seguido del Mediterráneo y el Mar Negro (Área 37), con un 63,4 % (Figura 24). En contraste, el Pacífico nororiental (Área 67), el Pacífico centro-oriental (Área 77), el Pacífico centro-occidental (Área 71) y el Pacífico sudoccidental (Área 81) presentaban la proporción más baja de poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles (del 13 % al 23 %). En otras áreas la proporción oscilaba entre el 27 % y el 45 % en 2019 (Figura 24). Los desembarques de pescado mostraban grandes variaciones entre las diferentes áreas de pesca (Figura 9b), por lo que puede que la relevancia de cada área para la sostenibilidad de la pesca mundial varíe en función de su contribución proporcional a los desembarques mundiales. El patrón temporal de los desembarques de un área suele revelar información sobre su productividad ecológica, la fase de desarrollo pesquero, la ordenación y el estado de las poblaciones de peces. En general, si se excluyen las áreas del Ártico y la Antártida, donde se registran escasos desembarques, pueden observarse tres grupos de patrones (Figura 25): i) áreas con una tendencia a la baja general tras alcanzar máximos históricos; ii) áreas con capturas que han variado en torno a un valor estable a nivel mundial desde 1990, debido al predominio de especies pelágicas poco longevas, y iii) áreas con una tendencia al alza constante en las capturas desde 1950. El primer grupo presenta el porcentaje más bajo de poblaciones biológicamente sostenibles (59,2 %), el segundo grupo registra el porcentaje más alto (76,1 %), en tanto que el tercer grupo se encuentra entre ambos (67,0 %). Cuando la intervención con fines de ordenación no es firme, la tendencia al alza en las capturas (el tercer grupo) hace pensar en el desarrollo de la pesca y la falta de control, siendo muy probable que la sostenibilidad de los recursos se encuentre en buenas condiciones. Sin embargo, cuando se registra una tendencia al alza, la evaluación de las poblaciones puede conllevar gran incertidumbre y ser poco fiable debido a la falta de contraste derivada del carácter unidireccional de la captura o la captura por unidad de esfuerzo. En cambio, una tendencia a la baja en las capturas (el primer grupo) sugiere normalmente un empeoramiento de la sostenibilidad de las poblaciones de peces o la aplicación de reglamentaciones estrictas que no conllevan recuperación. Es probable que el nivel más alto de sostenibilidad (el segundo grupo) vaya ligado al pleno desarrollo de la pesca, una ordenación consolidada y una regulación eficaz de la actividad pesquera. No obstante, otros aspectos, como los cambios ambientales y factores sociales, también pueden influir en las tendencias de las capturas. El Recuadro 3 ilustra el plan de la FAO para revisar la metodología de evaluación actual con el fin de reflejar mejor los principales cambios que se han producido en el dominio relativo de los diferentes recursos pesqueros.

FIGURA 24PORCENTAJES DE POBLACIONES DE PECES BIOLÓGICAMENTE SOSTENIBLES E INSOSTENIBLES POR ÁREA DE PESCA PRINCIPAL DE LA FAO, 2019

FUENTE: FAO.
NOTA: Los porcentajes digitales representan la proporción de poblaciones sostenibles.
FUENTE: FAO.

RECUADRO 3 MEJORA DE LA EVALUACIÓN PERIÓDICA DEL ESTADO DE LOS RECURSOS PESQUEROS MUNDIALES

Desde que en 1971 publicó el primer examen mundial de las poblaciones de peces marinos1, la FAO ha evaluado y vigilado regularmente el estado de los recursos ícticos marinos mundiales, y desde 1995 publica bienalmente los resultados en El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA). La evaluación de la FAO tiene por objeto ofrecer una visión panorámica del estado mundial y regional de los recursos pesqueros marinos para contribuir a la formulación de políticas y la adopción de decisiones en aras de la sostenibilidad de estos recursos a largo plazo. A medida que ha evolucionado la pesca marítima, tanto los métodos de evaluación como los datos relativos disponibles han registrado cambios considerables. La actual metodología se revisó en 20112, y desde entonces no se ha actualizado. Para seguir aportando un análisis mundial completo y objetivo, la FAO ha decidido revisar la metodología para reflejar mejor los principales cambios acaecidos en el predominio relativo de distintos recursos pesqueros y basar el análisis en una lista de poblaciones de peces actualizada y más completa. Mediante la nueva metodología se actualizará la lista de poblaciones y se ofrecerá un enfoque escalonado y transparente para realizar un nuevo análisis con modelos de informe más modernos. También está previsto que estos cambios den cabida más directa a los círculos cada vez más amplios de instituciones y expertos de los Estados Miembros encargados de la evaluación y la ordenación, lo cual potenciará la transparencia.

El plan revisado para ocuparse de estas cuestiones en ulteriores informes sobre el estado de la pesca mundial de captura marina consiste en adoptar una estrategia regional gracias a la cual puedan remediarse con el tiempo las deficiencias de la evaluación aplicando un enfoque escalonado que vaya ligado al nivel de información disponible. La medida inicial y más importante consiste en actualizar la lista de poblaciones que se tienen en cuenta en el análisis de cada región para así dar cuenta mejor de la situación actual de la pesca en distintas partes del mundo. Para ello se colaborará con expertos locales en el marco de talleres regionales y nuevas formas de consulta, como los cuestionarios específicos para cada país relativos al indicador 14.4.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (Proporción de poblaciones de peces cuyos niveles son biológicamente sostenibles). El enfoque de evaluación escalonado depende de la calidad de los datos y la información complementaria correspondientes a cada región:

  1. Escalón 1: Poblaciones para las que se dispone de evaluaciones tradicionales que se consideran fiables. Se utilizan los resultados formales comunicados por los organismos encargados de la ordenación.
  2. Escalón 2: Poblaciones para las que no se dispone de evaluaciones formales, si bien son viables enfoques alternativos (como Sraplus3) al disponerse de información complementaria, como datos externos sobre los desembarques con índices de abundancia o distribuciones de probabilidad a priori elaboradas por expertos, para derivar el estado de la población en particular.
  3. Escalón 3: Si los datos correspondientes a los escalones 1 y 2 del enfoque son insuficientes, se recurrirá a un enfoque de ponderación de las pruebas4 para categorizar el estado de la población a partir de información cualitativa o semicuantitativa5.

Para demostrar la prueba de concepto de este enfoque escalonado en un marco transparente de evaluación del SOFIA, la FAO pondrá a prueba dos de sus áreas estadísticas (31 y 37) a fin de presentar en el 35.º período de sesiones del Comité de Pesca (COFI) en 2022 una comparación del enfoque actual y el nuevo en forma de mediciones derivadas. En el marco de este ejercicio se documentarán los datos, el flujo de trabajo, el análisis y la notificación en una presentación uniforme que sea fácil de reproducir. Además, se elaborarán nuevas infografías (véase un ejemplo de prototipo preliminar en la figura) para ofrecer un modelo de comunicación más atractivo y presentar evaluaciones de la pesca en un contexto más amplio en consonancia con el enfoque ecosistémico de la ordenación pesquera6.

En el 35.º período de sesiones del COFI se propondrá un programa de trabajo detallado para cumplir los objetivos de modernización del indicador del estado de los recursos marinos utilizado en SOFIA. De aprobarse, en la edición de 2024 de El estado mundial de la pesca y la acuicultura se ofrecerán ejemplos del análisis escalonado y de nuevos enfoques de comunicación visual que se implantarán plenamente en la mayoría de las esferas. Posteriormente se publicará una nueva edición del documento técnico de la FAO Examen del estado de los recursos pesqueros marinos mundiales en la que se describirá detalladamente la metodología. El programa de trabajo también prevé un proceso de aumento de la capacidad de las instituciones pesqueras nacionales y regionales para evaluar el estado de las poblaciones. El programa favorecerá una mayor participación y una intervención más activa en el análisis mundial llevado a cabo por instituciones nacionales facultándolas para presentar periódicamente sus análisis a modo de contribución a la publicación principal de la FAO en paralelo a la presentación de los resultados sobre los avances en el cumplimiento del indicador 14.4.1 de los ODS.

PROYECTO DE INFOGRAFÍA SOBRE INFORMACIÓN REGIONAL EN EL CONTEXTO DE MÚLTIPLES INDICADORES RELEVANTES PARA LA ORDENACIÓN PESQUERA Y LA COMPLEJIDAD DEL ECOSISTEMA

FUENTE: FAO.
FUENTE: FAO.
Estado y tendencias por especies principales

En el caso de las diez especies principales que registraron el mayor número de desembarques en 2019 —anchoveta (Engraulis ringens), colín de Alaska (Gadus chalcogrammus), listado (Katsuwonus pelamis), arenque del Atlántico (Clupea harengus), rabil (Thunnus albacares), bacaladilla (Micromesistius poutassou), sardina europea (Sardina pilchardus), estornino del Pacífico (Scomber japonicus), bacalao del Atlántico (Gadus morhua) y pez sable (Trichiurus lepturus)—, por término medio, el 66,7 % de estas poblaciones fue explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en dicho año, proporción ligeramente superior a la media mundial, del 64,4 %. La sardina europea, el bacalao del Atlántico y el arenque del Atlántico registraron porcentajes más elevados que la media de las poblaciones sobreexplotadas.

Las poblaciones de atún revisten suma importancia debido a su gran volumen de captura, alto valor económico y amplio comercio internacional. Por otra parte, su ordenación está sujeta a desafíos adicionales a causa de su carácter altamente migratorio y su frecuente distribución transzonal. A escala mundial, las siete especies de atún de mayor importancia comercial son el atún blanco (Thunnus alalunga), el patudo (Thunnus obesus), el listado (Katsuwonus pelamis), el rabil (Thunnus albacares) y tres especies de atún rojo (Thunnus thynnus, Thunnus maccoyii y Thunnus orientalis). Las capturas de los principales atunes comerciales ascendieron a 5,7 millones de toneladas en 2019, lo que supuso un incremento del 15 % respecto de 2017, pero seguía estando un 14 % por debajo del máximo histórico alcanzado en 2014. En promedio, el 66,7 % de las poblaciones de las principales especies de atunes comerciales fueron explotadas dentro de niveles biológicamente sostenibles en 2019, porcentaje ligeramente superior a la media de todas las especies, pero sin cambios con respecto a 2017.

Las poblaciones de atunes son objeto de un seguimiento exhaustivo y extensas evaluaciones, y el estado de las siete especies de atún señaladas se conoce con un nivel de incertidumbre moderado. Sin embargo, otras especies de atún y especies afines siguen en gran parte sin evaluarse o se han evaluado con un alto grado de incertidumbre. Esta situación plantea un desafío importante, pues se estima que las especies de atún y especies afines representan al menos el 15 % del total de las capturas de la pesca en pequeña escala mundial (FAO, Universidad de Duke y WorldFish, en prensa). Por otra parte, la demanda de atún en el mercado se mantiene elevada, y sigue siendo considerable el exceso de capacidad de su flota pesquera. Es necesario realizar una ordenación eficaz, en particular mejorando la presentación de informes y el acceso a los datos y aplicando normas de control de las capturas en todas las poblaciones de atunes, a fin de mantener un nivel sostenible de las poblaciones y, en concreto, reponer las poblaciones sobreexplotadas. Además, se precisan más esfuerzos importantes en materia de recopilación, notificación y evaluación de los datos relativos a especies de atún y especies afines distintas de las principales especies comerciales.

Estado y tendencias por área de pesca

El Pacífico noroccidental presenta la producción más elevada entre las principales áreas de pesca de la FAO, al registrar el 24,1 % de los desembarques mundiales en 2019. Sus capturas totales fluctuaron de los 17 a los 24 millones de toneladas en los decenios de 1980 y 1990, y en 2019 alcanzaron cerca de 19,4 millones de toneladas (Figura 25). Históricamente, la sardina japonesa (Sardinops melanostictus) y el colín de Alaska eran las especies más productivas, con niveles de desembarque máximos de 5,4 millones de toneladas y 5,1 millones de toneladas, respectivamente. Sin embargo, sus capturas han disminuido de forma significativa en los últimos 25 años. Los desembarques de calamares, sepias, pulpos y camarones, por el contrario, han aumentado en gran medida desde 1990. En 2019, dos poblaciones de anchoíta japonesa (Engraulis japonicus) estaban sobreexplotadas, mientras que, en el caso del colín de Alaska, había dos poblaciones sobreexplotadas y otra explotada a un nivel sostenible. En general, en 2019, cerca del 55,0 % de las poblaciones evaluadas se explotaba dentro de los límites de la sostenibilidad biológica, y el 45,0 % se explotaba fuera de estos límites en el Pacífico noroccidental, lo que suponía un aumento del 10 % en comparación con la última evaluación, llevada a cabo en 2017.

FIGURA 25LAS TRES PAUTAS TEMPORALES DE LOS DESEMBARQUES DE PECES, 1950-2019

FUENTE: FAO.
1 El eje vertical derecho se refiere a las áreas de pesca que no figuran en el eje vertical izquierdo.
NOTAS: Las barras muestran los porcentajes de las poblaciones en niveles biológicamente sostenibles en 2019 para el grupo de áreas de pesca que figuran bajo el gráfico. Los datos se expresan en términos de equivalente en peso vivo.
FUENTE: FAO.

En los últimos decenios, las capturas en el Pacífico centro-oriental han oscilado entre 1,5 y 2,0 millones de toneladas (Figura 25). El total de desembarques en 2019 ascendió a 1,9 millones de toneladas, cifra próxima al máximo jamás registrado. Una gran parte de los desembarques en esta área corresponde a peces pelágicos pequeños y medianos, entre los que figuran importantes poblaciones de sardina monterrey (Sardinops sagax), anchoa y chicharro ojotón (Scomber japonicas), así como calamares y gambas. La productividad de estas poblaciones de especies poco longevas es, por su propia naturaleza, más susceptible a las variaciones interanuales de las condiciones oceanográficas, que generan oscilaciones en las capturas pese a los índices de explotación sostenibles. Por ejemplo, las capturas de sardina monterrey en la población del Golfo de California se han recuperado de forma espectacular en los tres últimos años, muy probablemente en respuesta a unas condiciones ambientales favorables. Como se observaba en años anteriores, la sobrepesca repercute en determinados recursos costeros de alto valor, como los meros, los pargos y los camarones. Sin embargo, el estado de estas poblaciones se considera sumamente incierto debido a la escasa información disponible. El porcentaje de poblaciones evaluadas en el Pacífico centro-oriental que se explotan dentro de los límites de la sostenibilidad biológica se ha mantenido estable, en el 85,7 %, desde 2015, el segundo más alto entre las áreas de pesca.

En 2019, el Pacífico sudoriental produjo 7,8 millones de toneladas de animales acuáticos, esto es, cerca del 10 % de los desembarques mundiales, con una clara tendencia a la baja desde el decenio de 1990 (Figura 25). Las dos especies más productivas eran la anchoveta y la jibia gigante (Dosidicus gigas), cuyos desembarques ascendieron a casi 5,0 millones de toneladas y 0,9 millones de toneladas, respectivamente. Se considera que estas especies se encuentran en niveles biológicamente sostenibles, gracias sobre todo a una disminución de los desembarques desde comienzos del decenio de 1990 en el marco de una mayor precaución y eficacia en la ordenación de la anchoveta. La sardina araucana (Strangomera bentincki) también se capturó dentro de niveles sostenibles. Por el contrario, la sardina sudamericana (Sardinops sagax), la merluza común (Merluccius gayi) y la merluza austral (Merluccius australis) siguieron siendo objeto de sobreexplotación, y actualmente la austromerluza negra (Dissostichus eleginoides) se explota en niveles insostenibles. Aunque la mayoría de las capturas en esta región (aproximadamente un 95 %) corresponde a poblaciones que se hallan en general en niveles sostenibles, solo un 33,3 % de las poblaciones evaluadas en el Pacífico sudoriental se explotaron dentro de niveles sostenibles en 2019.

En el Atlántico centro-oriental se ha observado una tendencia general al alza de las capturas, aunque con fluctuaciones desde mediados del decenio de 1970, y en 2019 se alcanzaron los 5,4 millones de toneladas, el valor más alto en la serie cronológica (Figura 25). La sardina europea es la especie más importante, habiéndose declarado capturas de alrededor de 1 millón de toneladas al año desde 2014, y sus poblaciones permanecen infraexplotadas. La sardinela atlántica (Sardinella aurita) es otra pequeña especie pelágica importante. En general, sus capturas han ido disminuyendo hasta situarse en unas 184 000 toneladas en 2019, es decir, apenas cerca del 50 % del valor máximo alcanzado en 2001. Esta especie se considera sobreexplotada. Se sabe que los recursos demersales se explotan de manera intensiva en la región y el estado de las poblaciones varía; algunas se califican de sostenibles y otras de insostenibles. En general, el 60 % de las poblaciones evaluadas en el Atlántico centro-oriental se encontraba dentro de niveles biológicamente sostenibles en 2019.

En el Atlántico sudoccidental, las capturas totales han oscilado entre 1,8 y 2,6 millones de toneladas, tras un período inicial de aumento que finalizó a mediados del decenio de 1980, y en 2019 alcanzaron los 1,7 millones de toneladas, disminución del 5 % con respecto a 2017 (Figura 25). La especie que registra los mayores desembarques es la pota argentina (Illex argentinus), que representa históricamente entre el 10 % y el 30 % del total de las capturas de la región. No obstante, los desembarques de esta especie se redujeron a 250 000 toneladas (14 %) en 2019 y, por el contrario, las capturas de camarón langostín argentino (Pleoticus muelleri) han aumentado de forma significativa desde 2005. Ambas especies estaban explotadas dentro de los límites de la sostenibilidad biológica. En 2019, las capturas de merluza argentina (Merluccius hubbsi) aumentaron un 26 % con respecto a 2017, con lo que representa la especie más importante de la región en lo que se refiere a volumen de capturas, con 449 000 toneladas. Una de las poblaciones de merluza se había recuperado hasta situarse en niveles biológicamente sostenibles en 2019 gracias a los considerables esfuerzos realizados para mejorar la evaluación y la ordenación, en particular mediante reducciones de la mortalidad por pesca. Además, la merluza de cola (Macruronus magellanicus) y el corvinón rayado (Micropogonias furnieri) han venido registrando un aumento de las capturas de aproximadamente un 70 % y un 20 %, respectivamente, desde 2017. En general, el 60,0 % de las poblaciones del Atlántico sudoccidental evaluadas fue explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019, lo que supone una mejora del 20 % con respecto a 2017.

En 2019, los desembarques en el Pacífico nororiental se mantuvieron en el mismo nivel de 2013, cifrado en cerca de 3,2 millones de toneladas (Figura 25). El colín de Alaska sigue siendo la especie más abundante, pues supone cerca del 50 % de los desembarques totales. El bacalao del Pacífico (Gadus microcephalus), la merluza y el lenguado también son especies abundantes en las capturas. La mayoría de las especies de esta región, salvo las poblaciones de salmón, están sanas y son objeto de una ordenación adecuada, gracias sobre todo al asesoramiento con base científica de la Comisión de Pesca del Pacífico Norte y el Consejo de Gestión Pesquera del Pacífico Norte y a la buena gobernanza, que ha ayudado a reducir la presión pesquera ejercida por países que pescan en aguas distantes. Sin embargo, las poblaciones de salmón del Pacífico (salmón real, coho, salmón rojo y salmón keta, en áreas meridionales de la Columbia Británica en el Canadá y los estados de Washington, Oregón y California en los Estados Unidos de América) fueron sobreexplotadas en 2019. En general, el 86,2 % de las poblaciones evaluadas en el área fueron explotadas dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019, lo que representa el mayor porcentaje entre las áreas de pesca.

El Atlántico nororiental constituye la tercera área más productiva, y en 2019 registró capturas de 8,1 millones de toneladas, lo que supuso un descenso de 1,2 millones de toneladas con respecto a 2017. Sus desembarques alcanzaron un máximo de 13 millones de toneladas en 1976, tras lo cual se redujeron. En el decenio de 1990 mostraron una leve recuperación, pero desde entonces han ido disminuyendo (Figura 25). Los recursos pesqueros de esta área fueron objeto de presión pesquera extrema a finales del decenio de 1970 y principios del decenio de 1980. Desde entonces, los países han gestionado mejor la presión pesquera para recuperar las poblaciones sobreexplotadas. En el decenio de 2000 se observó la recuperación de la caballa del Atlántico (Scomber scombrus), el rodaballo (Scophthalmus maximus), la solla europea (Pleuronectes platessa), el lenguado común (Solea solea), el bacalao polar (Boreogadus saida) y el bacalao del Atlántico (Gadus morhua), y lo mismo ocurrió con el plegonero (Merlangius merlangus) y el lenguado común (Solea solea) a finales del decenio de 2010. En el Atlántico nororiental, el 72,7 % de las poblaciones evaluadas fueron explotadas dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

En el Atlántico noroccidental se produjeron 1,7 millones de toneladas de animales acuáticos en 2019, y prosiguió una tendencia a la baja observada desde que se registró el valor máximo de 4,5 millones de toneladas a principios del decenio de 1970 (Figura 25). El grupo del bacalao del Atlántico, la merluza norteamericana (Merluccius bilinearis), la locha blanca (Urophycis tenuis) y el eglefino (Melanogrammus aeglefinus) no ha mostrado una buena recuperación, dado que los desembarques se han mantenido en torno a los 0,1 millones de toneladas desde finales del decenio de 1990, lo cual apenas supone el 5 % de su máximo nivel histórico de 2,1 millones de toneladas alcanzado en 1965. Los motivos de esta escasa recuperación son los cambios impuestos por el medio ambiente en la productividad de algunas poblaciones, como el bacalao del Atlántico (Gadus morhua), la platija americana (Hippoglossoides platessoides), la solla roja (Pseudopleuronectes americanus) y la limanda nórdica (Limanda ferruginea). Aunque puede que las capturas sean muy bajas y no se esté produciendo sobrepesca, estas poblaciones siguen sin recuperarse. En general, la pesca de invertebrados se halla en mejor estado que la de peces de escama. En conjunto, el 61,1 % de las poblaciones evaluadas en el Atlántico noroccidental estuvo explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

Las capturas totales en el Atlántico centro-occidental alcanzaron un máximo de 2,5 millones de toneladas en 1984, luego disminuyeron gradualmente hasta 1,2 millones de toneladas en 2014 y repuntaron ligeramente hasta llegar a 1,4 millones de toneladas en 2019 (Figura 25). Se considera que los pequeños peces pelágicos, en concreto la lacha escamuda (Brevoortia patronus) y la sardinela atlántica, están plenamente explotados. Al parecer, peces pelágicos medianos como el carite lucio (Scomberomorus cavalla) y el carite atlántico (Scomberomorus maculatus) se encuentran plenamente explotados, mientras que la serra (Scomberomorus brasiliensis) parece sobreexplotada. Pargos y meros figuran entre las especies de mayor valor y son objeto de una pesca más intensiva en la región, pero, a pesar de la reducción del esfuerzo pesquero directo derivada de las medidas adoptadas en materia de ordenación, algunas poblaciones siguen sobreexplotadas. Especies de invertebrados de alto valor, como la langosta común del Caribe (Panulirus argus) y el caracol reina (Lobatus gigas), se consideran plenamente explotadas. Los langostinos peneidos son explotados actualmente a un nivel sostenible, así como el camarón de siete barbas (Xiphopenaeus kroyeri), a lo largo de la plataforma de Guayanas-Brasil. En el Atlántico centro-occidental, el 62,2 % de las poblaciones evaluadas estaba explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

Los desembarques en el Atlántico sudoriental han mostrado una tendencia a la baja desde finales del decenio de 1960, pasando de 3,3 a 1,4 millones de toneladas en 2019 (Figura 25). Las mayores pesquerías de la región, constituidas principalmente por jureles y merluzas, se han recuperado hasta alcanzar niveles biológicamente sostenibles a raíz de un reclutamiento adecuado y de estrictas medidas de ordenación. Las poblaciones de sardina de África austral (Sardinops ocellatus) siguen estando muy degradadas, lo que requiere que tanto Namibia como Sudáfrica adopten medidas especiales de conservación. Las poblaciones de sardinelas (Sardinella aurita y Sardinella maderensis), de gran importancia en las costas de Angola y parcialmente en Namibia, se mantuvieron en niveles biológicamente sostenibles. La sardina angoleña (Etrumeus whiteheadi) se encontraba infraexplotada. Sin embargo, el jurel de Cunene (Trachurus trecae) seguía sobreexplotado en 2019, mientras que la oreja de mar (Haliotis midae), muy explotada por la pesca ilegal, siguió deteriorándose y permaneció sobreexplotada. En general, el 64,7 % de las poblaciones evaluadas en el Atlántico sudoriental fue explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

Tras alcanzar un máximo histórico de unos 2 millones de toneladas a mediados del decenio de 1980, los desembarques totales en el Mediterráneo y el Mar Negro disminuyeron hasta un nivel mínimo de 1,1 millones de toneladas en 2014. A partir de 2015, se observó una ligera recuperación y las capturas alcanzaron los 1,4 millones de toneladas en 2019 (Figura 25). La mayoría de las poblaciones de peces de importancia económica que se evalúan periódicamente siguen siendo explotadas fuera de los límites de sostenibilidad biológica, en particular las poblaciones de merluza (Merluccius merluccius), rodaballo (Scophthalmus maximus) y sardina europea. Los últimos años se ha observado una tendencia a la baja en el nivel de sobrepesca de algunas de estas poblaciones, pero, según la Comisión General de Pesca del Mediterráneo, se estima que la mortalidad general debida a la pesca correspondiente a todos los recursos juntos es casi 2,5 veces mayor que los puntos de referencia sostenibles. En 2019, el 36,7 % de las poblaciones evaluadas en el Mediterráneo y el Mar Negro fue explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica14.

El Pacífico centro-occidental registró el segundo nivel más alto de desembarques, con 13,9 millones de toneladas (17 % del total mundial) en 2019, siguiendo así la tendencia de incremento lineal desde 1950 (Figura 25). Las especies acuáticas están muy diversificadas, pero las capturas no siempre se separan por especie, y muchas veces se registran como “peces costeros diversos”, “peces pelágicos diversos” y “peces marinos sin identificar”, que en conjunto representaron casi el 50 % del total de desembarques de la región en 2019. Las principales especies son el atún y especies afines, que supusieron alrededor del 21 % de los desembarques totales. Las sardinelas y las anchoas también revisten importancia en la región. Pocas poblaciones se consideran infraexplotadas, en particular en la zona occidental del mar de China meridional. Las capturas declaradas se han mantenido altas, probablemente como consecuencia de la expansión de la pesca a nuevas áreas o de que se ha pescado por debajo de los niveles tróficos de las especies objetivo. Debido a las características tropicales y subtropicales de esta región y a la limitada disponibilidad de datos, la evaluación de las poblaciones resulta difícil y presenta un alto grado de incertidumbre. En general, el 79,6 % de las poblaciones de peces evaluadas en el Pacífico centro-occidental se explotó dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

El Océano Índico oriental sigue mostrando un incremento constante de las capturas, que en 2019 alcanzaron los 6,8 millones de toneladas (Figura 25). En general, la información sobre el estado de las poblaciones es escasa y solo está disponible para algunas poblaciones costeras de determinadas áreas. La mayoría de las poblaciones vigiladas por la FAO se evalúan en función de las tendencias de las capturas y otra información complementaria, en lugar de a partir de evaluaciones analíticas de las poblaciones o datos pesqueros independientes. Por consiguiente, el estado de las poblaciones en la región se considera sumamente incierto y debería tratarse con precaución. El sábalo toli (Tenualosa toil), la sardinela (Sardinella spp.), la caballa de la India (Rastrelliger kanagurta) y la sardinela aceitera (Sardinella longiceps) presentan grandes fluctuaciones en los desembarques, muy probablemente debidas al efecto combinado de la presión pesquera y condiciones ambientales cambiantes. Las poblaciones de sábalo hilsa (Tenualosa ilisha) están plenamente explotadas o sobreexplotadas. Entre las poblaciones consideradas dentro de los niveles de sostenibilidad figuran las anchoas, el langostino banana, el langostino jumbo, los calamares y las sepias. El 65,3 % de las poblaciones evaluadas en el Océano Índico oriental estaba explotado dentro de los límites de la sostenibilidad biológica en 2019.

En el Océano Índico occidental, el total de desembarques siguió aumentando y alcanzó los 5,5 millones de toneladas en 2019 (Figura 25). Las principales poblaciones de langostinos peneidos que se explotan en el Océano Índico sudoccidental, destacada fuente de ingresos por exportaciones, siguen mostrando claros indicios de pesca excesiva, lo que impulsa a los países interesados a introducir medidas de ordenación más estrictas. Las poblaciones de cohombros de mar en la región se consideran sobreexplotadas. La Comisión de Pesca para el Océano Índico sudoccidental continúa actualizando la evaluación del estado de las principales poblaciones explotadas en la región. En la evaluación de 2019 se estimó que el 62,5 % de las poblaciones evaluadas en el Océano Índico occidental se explotaba dentro de los límites de la sostenibilidad biológica, mientras que el 37,5 % se encontraba en niveles biológicamente insostenibles.

Perspectivas de alcanzar la meta de los ODS relativa a la pesca

En 2019, el 64,6 % de las poblaciones de peces objeto de pesca marítima en todo el mundo se explotaba dentro de los niveles de la sostenibilidad biológica. La acusada tendencia continua a la baja a lo largo del tiempo (Figura 25) es motivo de alarma en la comunidad internacional y entre todas las partes interesadas, pues se necesitan iniciativas y planes concretos urgentes para lograr una pesca sostenible.

La sobrepesca —cantidad de las poblaciones explotadas inferior al nivel que puede producir el rendimiento máximo sostenible (RMS)— no solo conlleva repercusiones negativas en la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, sino que también reduce la producción pesquera, lo que posteriormente acarrea consecuencias negativas de orden social y económico. Recuperar las poblaciones sobreexplotadas hasta llegar a la biomasa que les permita lograr el RMS podría aumentar la producción pesquera en 16,5 millones de toneladas y la renta anual en 32 000 millones de USD (Ye et al., 2013). Asimismo, aumentaría la contribución de la pesca marina a la seguridad alimentaria, la nutrición, las economías y el bienestar de las comunidades costeras. La situación parece más grave en el caso de algunos recursos pesqueros altamente migratorios, transzonales y de otro tipo explotados única o parcialmente en alta mar. El Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces, que está en vigor desde 2001, debería emplearse como base jurídica de las medidas de ordenación de la pesca en alta mar.

En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas se establece una meta clara para la pesca (meta 14.4 de los ODS): poner fin a la pesca excesiva en las pesquerías marinas de aquí a 2030. La pesca mundial se está desviando actualmente de esta meta. Sin embargo, puede que este panorama mundial oculte diferencias regionales y dentro de cada país en cuanto a los avances. En un estudio reciente (Hilborn et al., 2020) se indica que las poblaciones evaluadas científicamente y ordenadas de manera intensiva han registrado, en promedio, un incremento de la abundancia o que esta ha alcanzado niveles objetivo propuestos y que, en cambio, las regiones con una ordenación pesquera menos avanzada presentan tasas de captura mucho mayores y una menor abundancia que las poblaciones evaluadas. Ello pone de manifiesto la urgente necesidad de reproducir y readaptar políticas y reglamentos eficaces en ámbitos pesqueros que no están ordenados de manera sostenible, así como de crear mecanismos innovadores que fomenten la utilización sostenible y la conservación en todo el mundo.

Pesca continental

Antecedentes

La productividad y la resiliencia de los ecosistemas de aguas continentales vienen determinadas principalmente por factores ambientales, entre los que revisten especial importancia la temperatura, los flujos de agua y las variaciones de los nutrientes derivadas de la expansión y contracción estacionales de los sistemas acuáticos. Las especies acuáticas de estos ecosistemas tienen estrategias vitales que les permiten aprovechar la variabilidad o estabilidad inherentes de los diferentes sistemas en función de la ubicación, ya sean lagos, ríos, humedales o llanuras aluviales árticos, de montaña, templados o tropicales.

El rendimiento de las poblaciones de peces o de determinadas pesquerías continentales está estrechamente relacionado con la calidad y la cantidad del agua, así como con el tamaño y la salud de los hábitats de los que dependen los peces para completar sus ciclos de vida y la conectividad entre estos. En las llanuras aluviales tropicales, donde tienen lugar algunas de las mayores actividades de pesca continental del mundo, y de las que depende la subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición de un gran número de personas, la variabilidad interanual de las inundaciones determina los índices de supervivencia y crecimiento de las especies acuáticas y, por consiguiente, el tamaño de las poblaciones capaces de recuperarse de niveles altos de mortalidad. La presión pesquera en estos sistemas puede ser significativa, pero no suele ser el principal factor que determina el estado de las pesquerías. Por otro lado, puede que las poblaciones aisladas en lagos o cursos de agua templados o árticos sean muy vulnerables a la sobrepesca, aunque las repercusiones en el hábitat, los lugares de desove y la conectividad tal vez sigan siendo importantes, o incluso factores decisivos, a la hora determinar la salud de la población.

Las importantes pesquerías continentales de las cuencas tropicales del mundo también pueden describirse por el gran número de especies presentes en ellas y la alta diversificación de la pesca que las explota. Puesto que muchas de estas importantes pesquerías alimentarias se encuentran en países menos adelantados o de ingresos bajos y con déficit de alimentos, son limitados los recursos humanos y financieros disponibles para su seguimiento y ordenación. Dado el carácter sumamente disperso de muchas de estas pesquerías, la utilización de métodos de evaluación tradicionales (estudios de frecuencia de tallas, estudios de las capturas y el esfuerzo, estudios independientes de la pesca, etc.) lleva mucho tiempo y resulta costosa y difícil de justificar a la luz de las limitadas opciones de obtener ingresos de los desembarques y del bajo rendimiento de las inversiones para el Estado. Incluso en algunos países desarrollados, el escaso relieve de las aguas continentales hace que la evaluación y el seguimiento sean una prioridad relativamente baja o se consideren un gasto injustificado cuando hay tantas otras necesidades contrapuestas.

El carácter transfronterizo de las cuencas receptoras y fluviales es otra dificultad que debe resolverse, ya que los límites de las cuencas no coinciden necesariamente con las fronteras precisas de los países o de sus jurisdicciones subnacionales. Algunas destacadas cuencas fluviales donde es importante la pesca continental se encuentran en su totalidad dentro de las fronteras de un único país. En grandes países continentales y archipelágicos, los desembarques nacionales de la pesca continental corresponden a capturas procedentes de varias cuencas diferentes, todas ellas sometidas a presiones locales propias. En ninguna de estas situaciones podrá recurrirse a una cifra agregada de las capturas nacionales como indicador preciso, satisfactorio o informativo del estado de la pesca continental de un país. Es importante destacar que la tendencia en muchos países es vigilar únicamente las pesquerías o puntos de desembarque más grandes y aplicar estimaciones o pasar por alto otras pesquerías menos intensivas, lo cual impide aún más comprender la verdadera situación de las aguas continentales y sus pesquerías.

¿De qué forma conviene que procuremos vigilar el estado de la pesca continental en estos contextos, como parte de nuestros compromisos con la consecución de las metas del ODS 1 (Fin de la pobreza), el ODS 2 (Hambre cero), indirectamente el ODS 14 (Vida submarina) y el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres) en relación con las aguas continentales?

Sin evaluaciones adecuadas no queda registro de las repercusiones provocadas en la pesca continental en cuanto a alimentación y biodiversidad por el fomento de los recursos de agua, las repercusiones ambientales agrícolas e industriales, la deforestación y la degradación de las tierras.

Desde hace tiempo se reconoce que estas limitaciones de las evaluaciones nacionales y la importancia de las cuencas para la pesca continental requieren un nuevo paradigma de evaluación que combine información procedente de múltiples fuentes, en muchas ocasiones recopilada a distancia y utilizando mediciones indirectas, pero no se ha dispuesto de instrumentos ni de la capacidad de elaboración de modelos informáticos para hacerlo posible. En 2016, la FAO inició un proceso en colaboración con el Servicio Geológico de los Estados Unidos de América (USGS, por sus siglas en inglés) y seleccionó expertos en materia de pesca a fin de elaborar un mapa mundial de las amenazas para la pesca continental que combinaba 20 presiones antropogénicas identificadas que actúan sobre las cuencas hidrográficas y fluviales a fin de crear un indicador de amenazas compuesto. Las presiones pertinentes sobre cada cuenca y subcuenca que afectan a la pesca continental se ponderaron en función de su importancia en cada una. Los resultados iniciales de este modelo se presentaron en la edición de 2020 de El estado mundial de la pesca y la acuicultura (FAO, 2020a), y se tenía la intención de presentar información actualizada en la edición de 2022.

El USGS ha perfeccionado el método de evaluación de amenazas, que automatiza las realizaciones de los modelos de regresión potenciada de más de 150 capas de datos espaciales correspondientes a las distintas categorías de amenazas que afectan a la pesca continental. Ello se logró mediante la mejora del enfoque de ponderación para que los datos espaciales cobraran significado y con fines de asignación de valores de importancia relativa. El enfoque combina coeficientes de ponderación obtenidos de publicaciones, árboles de regresión potenciada y opiniones de expertos. Se examinaron más de 9 000 artículos revisados por pares sobre amenazas, respuestas y repercusiones documentadas en las 45 cuencas más importantes para la pesca continental. Los resultados se complementaron con una encuesta administrada a 536 profesionales de la pesca continental de 79 países con experiencia en 93 cuencas a los que se pidió que puntuaran las amenazas a nivel local para las pesquerías con las que estuviesen más familiarizados. La evaluación de las amenazas representa un marco plenamente transparente y reproducible que hará posible una evaluación objetiva de la pesca continental con un alto grado de confianza. En un portal web complementario se resumirán los resultados de la evaluación en beneficio de los responsables de la ordenación pesquera y otros usuarios.

En la Figura 26 se resumen las amenazas por continente según categorías de presión agregadas. Los criterios relativos a las categorías de presión se valoraron en una escala numérica de 1 a 10 en la que se consideraba “presión baja” aquella con una puntuación de 1 a 3, “presión media” de 4 a 7 y “presión alta” de 8 a 10. En todas las principales cuencas importantes para la pesca continental se estima que el 28 % de las pesquerías está sometido a presión baja, el 55 % es objeto de presión moderada y el 17 % está sometido a presión alta (barra izquierda, “Mundo”). La mayoría de las regiones sigue una pauta semejante de distribuciones proporcionales. Estos resultados ponen de relieve que la mayoría de las cuencas presenta niveles entre intermedios y altos de atributos ecológicos degradados y pueden utilizarse para mejorar las pesquerías continentales al proporcionar parámetros de referencia con fines de seguimiento de los cambios. Existen varias consideraciones importantes en relación con estas estimaciones. Una es que en esta figura cada cuenca se representa en igualdad con las otras cuencas y no en relación con el tamaño o las capturas pesqueras en las distintas cuencas. Por ejemplo, las cuencas que abarcan grandes zonas geográficas, como por ejemplo el Congo, se representan igual que las de zonas pequeñas, como por ejemplo Sepik. Sin embargo, dado que el modelo puede emplear datos en distintas escalas, las características hidrológicas y de la cuenca se pueden utilizar para agrupar amenazas de manera distinta según los parámetros más pertinentes para los responsables de la ordenación pesquera o los usuarios. Asimismo, es fundamental señalar que en esta figura el número de cuencas varía de un continente a otro. Por ejemplo, Asia y África tienen, respectivamente, 12 y 14 cuencas hidrológicas importantes para la pesca continental, mientras que Oceanía solo tiene dos. Para facilitar su uso e interpretación, los resultados de la evaluación se resumirán en dominios biogeográficos, ecorregiones y cuencas hidrológicas.

FIGURA 26ESTADO DE LAS PRINCIPALES PESQUERÍAS CONTINENTALES POR REGIÓN

FUENTE: Laboratorio de Suelos y Aguas de la Universidad de Florida.
NOTA: El promedio de la proporción del estado de amenaza en las cuencas más importantes para la pesca continental y sus capturas (n=45 cuencas) se obtiene por continente y entre continentes.
FUENTE: Laboratorio de Suelos y Aguas de la Universidad de Florida.

Análisis de las distintas cuencas

El enfoque de cartografía de amenazas permite evaluar las amenazas para la producción de alimentos obtenidos de la pesca continental y la biodiversidad en diferentes niveles de resolución que van desde el nivel mundial hasta el nivel de cada cuenca o subcuenca. El desglose por subcuencas muestra cómo las distintas partes de una cuenca pueden contribuir a su nivel global de amenaza, y puede mostrar que no todas las partes de una cuenca se ven afectadas de la misma forma, lo cual pone de manifiesto dónde se deben centrar los esfuerzos de conservación y restauración de los ecosistemas, y que cada parte de la cuenca puede sustentar diferentes pesquerías y ser objeto de distintas amenazas. La vulnerabilidad de las pesquerías y sus características socioeconómicas variarán asimismo en función de su distribución espacial, por lo que deberán tenerse en cuenta. La vinculación de los conocimientos sobre el estado de las pesquerías continentales seleccionadas con el mapa de amenazas mundiales también proporcionaría una base de referencia y medios para informar de manera significativa sobre los progresos realizados en la consecución de objetivos internacionales como las Metas de Aichi sobre las poblaciones de peces continentales, así como apoyo a los ODS a través del reconocimiento de la importancia de las pesquerías continentales para la seguridad alimentaria en algunos países y áreas subnacionales y la forma en que ello puede sustentarse en medidas sobre restauración de los ecosistemas. Para elaborar una evaluación mundial periódica a la vez que significativa de la pesca continental se necesitarán compromisos y recursos adicionales a fin de realizar evaluaciones rutinarias de las pesquerías indicadoras y llegar a un acuerdo para presentar informes conforme a un marco común. Ello permitiría a la FAO cotejar una evaluación mundial de forma similar a la de la evaluación del estado de las poblaciones marinas realizado por la Organización.

Este enfoque tiene la ventaja de que utiliza datos mundiales de dominio público, lo que permite abarcar países que tal vez tengan una capacidad muy limitada para reunir y notificar datos a la FAO; mediante la selección de varias cuencas indicadoras en cada región, será posible conocer mejor el estado de las pesquerías en diferentes partes del mundo. No obstante, a efectos de calibración y una mejor interpretación, las conclusiones deberían “verificarse sobre el terreno” mediante datos disponibles a nivel local, conocimientos locales y, cuando sea posible, la recolección de datos complementarios sobre el terreno; ello es especialmente cierto en el caso de grandes cuencas complejas donde comparten espacio varias pesquerías diferentes. La vinculación de los mapas de amenazas con los datos de pesca a nivel subnacional permitirá realizar un análisis y una planificación nacional más detallados, especialmente señalando las áreas en las que es necesario comprender mejor las amenazas primarias y su relación con la producción pesquera y la biodiversidad de las especies acuáticas. Ello permitiría a los organismos nacionales de pesca identificar importantes pesquerías continentales (o la biodiversidad acuática) que están en riesgo y dar prioridad a las intervenciones adecuadas de seguimiento y ordenación pesquera. En los casos en que faenen en la misma masa de agua varias pesquerías distintas que respondan de manera diferente a los diversos factores o que respondan a diferentes factores (como en el caso de las pesquerías de grandes especies depredadoras y pequeños peces pelágicos que tienen lugar en la misma masa de agua o la pesca de peces que habitan en llanuras aluviales y especies migratorias en un río importante), los resultados deben interpretarse con cautela, ya que diferentes grupos de partes interesadas pueden verse afectados de distintas formas.

Un paso adicional en la elaboración de un informe más detallado consistiría en la selección y el seguimiento sistemático de varias pesquerías indicadoras en algunas de las cuencas más productivas. Cada una de estas pesquerías proporcionaría importante información sobre lo que está ocurriendo en la cuenca en cuestión, información que podría traducirse en medidas de ordenación significativas. Los datos también podrían notificarse conforme a un marco común que permitiera a la FAO perfeccionar la evaluación a nivel mundial. El Recuadro 4 ilustra cómo se podría presentar ese tipo de evaluación sobre las cuencas.

RECUADRO 4 EJEMPLO DE EVALUACIÓN DE UNA CUENCA: LAGO MALAWI/NIASSA/NYASA

En la Figura A se examina una manera posible de evaluar una cuenca a partir del ejemplo del lago Malawi/Niassa/Nyasa, uno de los lagos del Gran Valle del Rift, en África oriental, que comparten Malawi, Mozambique y la República Unida de Tanzanía. La densidad de población y el porcentaje de crecimiento son altos, especialmente en la parte malawiana de la cuenca. La pesca es uno de los medios de subsistencia más importantes, y por lo menos 1,6 millones de personas dependen de ella. El pescado es una fuente esencial de proteína de origen animal que representa el 70 % del total en Malawi. La pesca puede dividirse en semiindustrial (12 % de los desembarques), que emplea 32 arrastreros en pareja y 8 de popa, y artesanal (88 % de los desembarques), que emplea principalmente piraguas. Las clases de artes más habituales son redes de enmalle, redes de cerco en aguas libres con lámparas como luces de atracción, trampas y mosquiteros. Malawi empezó a supervisar sistemáticamente la pesca semiindustrial en sus aguas en 1976 y la pesca artesanal en 2002. No existen conjuntos de datos comparables para los otros dos países.

FIGURA ARESUMEN INFORMATIVO SOBRE LA CUENCA DEL LAGO MALAWI/NIASSA/NYASA

FUENTE: Laboratorio de Suelos y Aguas de la Universidad de Florida.
NOTA: Información del recuadro procedente de Weyl, Ribbink y Tweedle (2010)1 y Gumulira, Forrester y Lazar (2019)2.
FUENTE: Laboratorio de Suelos y Aguas de la Universidad de Florida.

La pesca de arrastre del lago Malawi/Niassa/Nyasa lleva disminuyendo desde cerca de 1990, mientras que los desembarques de la pesca artesanal han aumentado desde que empezaron a recopilarse datos, principalmente como consecuencia del mayor número de pescadores y de un esfuerzo de pesca más intenso. Ha habido modificaciones profundas en la composición de las capturas (Figura B). La pesca artesanal solía estar bastante diversificada, pero la sardina del lago Malawi (Engraulicypris sardella) representa ahora más del 90 % de las capturas de este tipo, aunque las fluctuaciones interanuales son acusadas. La pesca de arrastre se centra principalmente en varias especies de cíclidos, entre las cuales el chambo (Oreochromis spp.) se desplomó a principios del decenio de 1990 y nunca se recuperó, mientras que los chisawasawa (Lethrinops spp., que son cíclidos de aguas profundas demersales) llevan disminuyendo desde mediados del decenio de 2000. Actualmente, la pesca de arrastre captura principalmente ndunduma (Diplotaxodon spp., cíclidos pelágicos de aguas profundas), que presentan una competencia limitada con la pesca artesanal, y las capturas se mantienen bastante estables. Por lo general, se cree que la pesca excesiva es la causa de los cambios observados en la composición de la captura de pescado. Sin embargo, es muy probable que influyan otros factores como la extracción de agua, la contaminación, los cambios del uso de la tierra y el cambio climático. Como en otros lagos, la producción pesquera del lago Malawi/Niassa/Nyasa se ve determinada por nutrientes procedentes de fuentes naturales y antropógenas de los afluentes de la cuenca. Además, la surgencia provoca la recirculación de nutrientes desde las capas del fondo. La surgencia varía en función de la fuerza y la dirección de los vientos dominantes y de la profundidad de la termoclina, que está determinada por la temperatura del agua. La respuesta a las variaciones en las aportaciones de nutrientes es normalmente visible de inmediato en las pequeñas especies zooplanctívoras pelágicas, como la sardina del lago Malawi.

FIGURA B DESEMBARQUES DE PESCADO EN LA PESCA ARTESANAL Y SEMIINDUSTRIAL DEL LAGO MALAWI/NIASSA/NYASA

FUENTE: Departamento de Pesca de Malawi.

Aunque la información a nivel de especies tal vez no sea esencial, el número de especies presentes en las capturas transmite un mensaje importante. Sin embargo, resulta importante realizar un seguimiento de diferentes gremios ecológicos, como por ejemplo especies migratorias, pequeñas especies pelágicas, especies grandes y de larga vida y especies no nativas. Es muy probable que estas pesquerías indicadoras estén dirigidas a especies importantes que ya son objeto de seguimiento; no obstante, no se trata de un requisito efectivo, siempre que las capturas suministren información sobre el estado de todas las especies del gremio.

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