Su trabajo ha permitido que la red de mujeres en Huehuetenango fortalezca su producción y comercialización de huevos, creando alianzas para ser proveedoras del Programa de Alimentación Escolar en el Gobierno.
Los procesos de formación y tecnificación en procesos empresariales, y la asignación de recursos permiten a los jóvenes fortalecer sus ingresos, evitar la migración y alcanzar un mejor futuro.
Pequeños productores del Corredor Seco de Guatemala transformaron sus medios de vida con un sistema agroforestal que ha fortalecido su resiliencia a los efectos del clima.
Un grupo de mujeres de la comunidad guatemalteca de El Rodeo crearon una reserva para abastecerse de granos básicos en tiempos de escasez y para salvaguardar las semillas.
Franklin Domingo Matul es un joven muy dinámico que nació en San Miguel Ixtahuacán, San Marcos, en el altiplano occidental de Guatemala, por lo que se siente muy comprometido con su pueblo y su gente.
A las faldas del Volcán de Fuego en Guatemala habitan comunidades cuyo principal medio de vida es la agricultura y en 2018 una explosión volcánica cambió su forma de vida para siempre.
Rosalina Rax Tun es una joven mujer Q’eqchi’ de 24 años que vive en el caserío La Soledad de Panzós en Alta Verapaz. Es la primera proveedora de agricultura familiar de este municipio que se vincula al Programa de Alimentación Escolar.
Ilda se han enfocado a la producción de semillas de plantas medicinales, ornamentales y hortalizas en la comunidad El Edén en San Marcos. Sus ganas de conocer más sobre la producción la ha abierto nuevas oportunidades y sus vecinos comienzan a reconocerla como un referente en este tema.
María Rebeca ha pasado de ser una joven con dudas e inseguridades a ser una lidersa y promotora dentro de su comunidad. Ella misma se sorprende por los logros que ha alcanzado gracias al Programa Conjunto Ixil: produce y vende tomates como mayorista, cuenta con más de mil gallinas y ahora comienza una nueva experiencia con la reproducción de vacas.
A 84 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, una microcuenca es el motor de una comunidad que ha formado su propio consejo y un junta directiva para gestionarla, de manera que las decenas de familias que conviven en ella produzcan sus propios alimentos en armonía con el medioambiente.
Meylin Chun es una joven productora de Tejutla en San Marcos, y con apenas 24 años es la Presidenta de la Red de Agricultores Tejutlecos, agrupación que reúne a quince productores de agricultura familiar. Antes de la pandemia por COVID-19, la red abastecía a 27 escuelas del municipio de Tejutla, pero con la suspensión de las clases escolares también se detuvieron las entregas de productos agrícolas y la economía familiar de sus integrantes se vio fuertemente afectada. Con este trabajo organizativo habían logrado incrementar sus ingresos económicos en más de un ciento por ciento.
Las mujeres rurales empoderadas son actoras claves para la transformación económica y social de las comunidades guatemaltecas. Un claro ejemplo, es el caso de Magdalena Caal, quien con su capacidad de liderazgo y emprendimiento está realizando cambios significativos en su vida, la de su familia y su comunidad.
Los emprendimientos rurales en Guatemala ayudan a evitar que mujeres indígenas migren a Estados Unidos. María Rebeca Pérez de Nebaj, Quiché, temía compartir su opinión y sus sueños, y hoy se ha convertido en promotora y un referente en su comunidad.
Angelina se ha valido de su huerto familiar para abastecer de alimentos a su famlia durante el COVID-19 y así evitar ir a los mercados locales que se han convertido en focos de contagio del virus.
La pandemia resulta un desafío mayor para los empresarios y emprendedores rurales que, en algunos casos, se han visto obligados a clausurar las operaciones y buscar otras fuentes de ingresos, abandonado temporal o definitivamente sus emprendimientos.Sin embargo, dentro de esta adversidad, empresarias como Karina Brito, de 22 años, ha aprendido a identificar oportunidades de negocios en estos tiempos difíciles.
Cientos de familias del Corredor Seco que viven en inseguridad alimentaria han visto afectadas sus fuentes de ingresos durante la pandemia. La familia de Wilmer Alfredo Vásquez es una de ellas, pero gracias al Programa de Alimentación Escolar ha encontrado alivio en estos tiempos difíciles.
Debido a que la madera ha sido uno de los principales recursos naturales que ha impulsado el desarrollo humano, la tala excesiva de árboles ha disminuido en años recientes la presencia del bosque en el mundo, lo que ha agravado los efectos del cambio climático. Por esta razón, es importante que las comunidades rurales busquen nuevas formas de generar ingresos económicos sin dañar los bosques del país.
Una granja productora de huevos es el vehículo para mejorar su condición de vida. Estos emprendimientos les han dado beneficios económicos, nutricionales y emocionales.
La sabiduría de los hábitos ancestrales está llevando a poblaciones vulnerables a ganar la batalla contra la desnutrición. Hoy, las madres, viudas, hermanas, hijas y nietas que vivieron el conflicto armado rescatan el conocimiento ancestral perdido y con él, recuperan el futuro de sus comunidades, es decir, el de sus niños y niñas.
Los pequeños agricultores deben afrontar grandes retos para competir con los precios del mercado internacional; por esta razón crear e invertir en asociaciones es indispensable para el desarrollo social de las comunidades rurales.
Debido a la falta de oportunidades que hay en su comunidad, Nelson Chun Ramírez consideró viajar a Estados Unidos, incluso llego a intentarlo una vez. En la actualidad él impulsa un proyecto que busca generar más empleos con mejores ingresos en su comunidad.
La industria agrícola en Guatemala presenta pocas opciones de empleo digno; sin embargo, opciones como plantas de procesamientos permiten añadirle valor al producto, permitiendo que se pueda vender a un mejor precio en el mercado internacional.
Guatemala es un país lleno de recursos naturales. Aprovecharlos, a través de proyectos impulsados por jóvenes emprendedores y emprendedoras, es esencial para crear nuevas oportunidades laborales que mejoren las condiciones de vida de las comunidades rurales.
La demanda de café a nivel mundial ha aumentado en los últimos años; sin embargo, los graves efectos del cambio climático han disminuido las ganancias económicas de los pequeños caficultores. Los proyectos que impulsa FAO en Huehuetenango, Guatemala, busca fortalecer la resiliencia en productores de café a pequeña escala es esencial para mejorar las condiciones de vida en comunidades rurales.
La juventud rural se enfrenta a diversos retos al momento de ingresar en el mercado laboral. La principal razón es la falta de empleos dignos en el área. Invertir en proyectos que generen nuevas oportunidades en la región es esencial para disminuir la migración, y para erradicar el hambre y la pobreza.
La experiencia del ALIRAMON (Alimentos en torno al árbol de Ramón) se ha desarrollado con agricultoras y agricultores, principalmente del Pueblo Maya Q´eqchi del Sur Este del Petén (San Luis, Dolores y Poptún), en donde los índices de pobreza no son nada alentadores.
La alta competitividad en la producción de café ha impulsado que los agricultores utilicen productos químicos; sin embargo, estas prácticas colaboran con el efecto invernadero, empeorando las consecuencias del cambio climático. Por esta razón es importante impulsar prácticas ecológicas, como se está haciendo en Huehuetenango.
La tala desmedida de árboles ha obligado a que el Gobierno de Guatemala impulse políticas de reforestación; sin embargo, no todas las comunidades del país se han involucrado en estos proyectos debido a que no observan el beneficio que les pueden brindar. Por esta razón, FAO ha impulsado programas de reforestación que permita mejorar las condiciones de vida de las personas y familias que se involucren.
La tala ilegal de árboles es un problema muy serio en Guatemala. La deforestación que se está dando en el país también es un tema preocupante, especialmente en los municipios del corredor seco, en donde cada año hay menos lluvias y la tierra parece ser más árida. Debido a los elementos mencionados anteriormente, FAO Guatemala impulsó la creación de la empresa Chachaklum, S.A., formada por 29 reforestadores socios-dueños. Como una sociedad anónima, estos socios, encontraron en la extracción de melina una fuente de generación de recursos.
La agricultura ha sido, históricamente, la mayor actividad laboral en Guatemala; sin embargo, muchas personas que se dedican a la siembra consumen el producto que cultivan. Es decir, las cosechas obtenidas sirven para el consumo familiar y no para generar ingresos que puedan permitir la superación de la comunidad. Esto se debe, en gran parte, a las inadecuadas técnicas agrícolas que se utilizan. Don Erick Roblero logró mejorar su economía gracias al aprendizaje que obtuvo gracias a los Centros de Aprendizaje de Desarrollo Rural, impulsados por FAO Guatemala.
Luego de varios años trabajando como jornalero en Chiapas, México, don Lauro decidió dejar de migrar todos los días al país vecino y comenzar a trabajar su tierra. Las capacitaciones impulsadas por FAO Guatemala fueron determinantes, pues le permitieron mejorar su técnica de cultivo. Actualmente logró construir una casa con piso de concreto, lo que disminuyó la cantidad de enfermedades respiratorias en su familia.
En Guatemala es un gran reto lograr que las mujeres sean protagonistas en los programas de superación económica. Esto debido a que muchas comunidades tienen arraigada la idea de que es el hombre el encargado de proveer los recursos necesarios para el sustento familiar. Sin embargo, el programa "Empoderamiento económico de mujeres rurales", impulsado en Alta Verapaz, ha demostrado que es posible implementar prácticas integrales que permitan a las mujeres involucrarse en la vida laboral y económica.
Muchos agricultores en Guatemala han trabajado la tierra con los conocimientos adquiridos de manera empírica. Este es el caso de don Faustino Ortíz, quien, a sus 36 años de edad, se dedicaba a cultivar y comercializar tomate. Un proceso que, hasta hace poco, realizaba sin ningún conocimiento técnico. Recientemente logró mejorar significativamente sus ingresos gracias al proyecto "Desarrollo Rural Coatán-Suchiate", que impulsaron de manera conjunta FAO Guatemala y el MAGA.
La falta de oportunidades laborales en Guatemala obliga a miles de personas a migrar del país. Este es el caso de don Elfego y Fausto Ramírez, quienes vivieron en el extranjero durante varios años. Cuando los dos regresaron, afrontaron diversos obstáculos porque no tenían conocimientos técnicos sobre agricultura. Sin embargo, las capacitaciones impulsadas por FAO Guatemala les ha permitido desarrollar un manejo integral de cultivos. Don Fausto, incluso, instaló un sistema de cultivo y reproducción de truchas. Hoy, ambos comparten sus aprendizajes con las personas que viven en su comunidad.
La Selva Maya representa la zona de bosque continuo más extenso al norte de la Amazonía y está conformada por las áreas protegidas del área Rio Bravo Manejo y Conservación y la región montañosa transfronteriza de Chiquibul en Belice, la Reserva de Biosfera Maya en Guatemala y la Reserva de Biosfera Calakmul en México. Desde hace dos años Belice y Guatemala han iniciado un trabajo conjunto para frenar la creciente tala ilegal en la frontera que comparten con territorios indígenas Mopanes y Kekchís asentados desde hace más de 100 años en ambos países.
Historia de mujeres en el área del Polochic, Alta Verapaz
Acceder a un proyecto agrícola en donde las mujeres sean las protagonistas requiere de la participación y el convencimiento de toda una comunidad, puesto que en Guatemala, cultural y tradicionalmente, es el hombre quien participa y lidera los principales espacios y procesos de desarrollo, lo que impide a las mujeres formar parte del cambio transformativo en el desarrollo agrícola y acceder a los recursos y bienes productivos como la tierra , los servicios, la educación y la protección social, entre otras.
Con el fin de aumentar el potencial productivo de las mujeres rurales, el Sistema de Naciones Unidas (ONU), desarrolla, en los municipios de Santa Catalina La Tinta y San Miguel Tucurú, en Alta Verapaz, el programa conjunto 'Empoderamiento económico de mujeres rurales', en el que participan las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): FAO[1], FIDA[2], PMA[3] y ONU Mujeres[4], en sinergia con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutrición (SESAN) y autoridades municipales a través de las Oficinas Municipales de la Mujer (OMM).
Fecha: Febrero 2016.
Don Fausto Ramírez
Este texto es una copia de la columna publicada por la periodista y columnista Ileana Alamilla.
El viernes 16 se realizó un foro para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, establecido para concientizar a las poblaciones sobre el problema alimentario mundial, mensaje dirigido no a quienes padecen esta problemática, sino a aquellas que deben fortalecer su solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza; y para celebrar los 70 años de fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Autoridades en la materia abordaron con propiedad los temas. Diego Recalde, representante de la FAO en Guatemala, señaló el grave problema del hambre y el nivel de pobreza que alcanza entre el 70 y el 80% en el área rural. Recordó que lo que llega a las mesas proviene de la agricultura familiar y ratificó el apoyo que le han dado al impulso de la Política de Desarrollo Rural Integral, la que calificó como un medio eficaz para alcanzar los objetivos establecidos en el mandato de la FAO, entre los que está contribuir a erradicar el hambre y la pobreza y fomentar la agricultura familiar.
Tanto Recalde como otros expertos invitados sostuvieron que a pesar del crecimiento económico no hay desarrollo; ya está comprobado que no funciona hacer crecer la torta, pues no se reparte, el goteo no es la solución. Se habló de la necesidad de tener un Estado fuerte para reducir las brechas y la desigualdad, así como juntar las políticas de producción con las de protección social para lograr las metas que se proponen.
Según los conocedores, Guatemala tiene toda la base, el marco jurídico y el andamiaje para poder erradicar el hambre, contamos con recursos, pero mal distribuidos. Se insistió por los panelistas en que el hambre no es un problema técnico, o de cifras, es político. Es paradójico que quienes sufren de hambre sean los productores de alimentos, se dijo.
En Guatemala existen aproximadamente 800 mil agricultores familiares, quienes producen entre el 70 y el 80 por ciento de los productos que se consumen localmente; sin embargo, esta población se encuentra en situación de pobreza y no puede acceder a programas de servicio, apoyo ni créditos; tenemos una de las tasas más altas de inseguridad alimentaria, a pesar de ser un país muy rico.
Los candidatos a la Vicepresidencia cerraron el foro con intervenciones verdaderamente pobres y alejadas de lo que se discutió. Ninguno de los dos abordó los temas cruciales que convocaron los asistentes, entre ellos más de 50 alcaldes electos. Fue obvio que no se percataron de los mensajes ni tienen mayor conocimiento de la realidad. ¿No entendieron o fueron insensibles?
Don Fausto Ramírez, un campesino de una población de San Marcos, sí fue elocuente y realista, explicó de manera muy clara lo que la población en el área rural espera: información, atención, acompañamiento y enseñanzas de cómo sembrar de manera tecnificada, que es lo que en su comunidad ha hecho la FAO, con el acompañamiento del Ministerio de Agricultura.
Explicó cómo él contribuye con 30 familias, a través del Centro de Aprendizaje para el Desarrollo Rural (Cader), lo que les ha permitido avanzar en las técnicas de siembra y cultivo y ahora tienen garantizados sus alimentos y son exportadores de arvejas dulces a Europa. Les pidió a quienes nos gobernarán que abandonen los papeles y que tomen las acciones necesarias para combatir el hambre, la pobreza y la desnutrición.
Urgen políticas de Estado para enfrentar la grave situación que viven las poblaciones de los territorios rurales.
Historia de Ofelia Manuel Tecú
El sistema de extensión agrícola guatemalteco desapareció en el año 1996, lo cual dejó a las familias sin acompañamiento técnico y capacitaciones en el tema agropecuario. A partir del año 2010 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en coordinación con el Sistema Nacional de Extensión Rural del Ministerio de Agricultura (SNER-MAGA) iniciaron una serie de capacitaciones dirigidas a cientos de pequeños productores, quienes se han encargado de promover las buenas prácticas en sus comunidades. Esta red de promotores, ha sido una plataforma de apoyo para el incipiente nuevo sistema de extensión rural gubernamental. El proyecto “Mejora de medios de vida de pequeños agricultores” se ejecuta en 335 comunidades de cuatro distintos departamentos del país. Una de estas es Panacal, ubicada en Rabinal Baja Verapaz.
Historia de Rutilia Aju
En Guatemala la mayoría de agricultores de infrasubsistencia y subsistencia utilizan semilla “criolla” en sus cultivos de maíz y frijol. Esta semilla ha sido conservada de generación en generación, poco a poco se ha ido degenerando, igualmente no se ha almacenado adecuadamente, repercutiendo esto en la disminución de la cosecha de los principales granos de la dieta de las familias rurales. En la comunidad Vegas del Volcán ubicada en Rabinal, Baja Verapaz, residen 89 familias de la etnia Achí, todas cultivan maíz y frijol para autoconsumo, años atrás han sentido una disminución en sus cosechas. A partir de las capacitaciones y la implementación de buenas prácticas las cosechas han mejorado.